No fue la de ayer la tarde de Ponce con los aceros como él mismo reconocía, "ya que podía haber cortado cuatro orejas", destacando el temple de su primero, "al que tenías que llevar siempre muy templadito y con el que he estado muy cómodo", en una faena que como el maestro de Chiva puntualizaba "era de dos orejas". De su segundo Ponce destacaba el "esfuerzo" que realizó, "en una faena en la que el toro se metía por dentro y poquito a poco lo he ido encauzando", volviéndose a lamentar por su mal uso de la espada.