Un día antitaurino, como diría el castizo, para empezar la Feria. Frío, agua hasta calar los huesos y más frío, tanto que cuando aún el último matador no había tomado la muleta ya había espectadores enfilando las bocanas. Aunque los hay que no quieren buenos principios, la primera de abono no fue precisamente un cúmulo de virtudes para levantar una plaza como la de Córdoba, de primera para algunas cosas y de otra categoría, dejémoslo ahí, para otras.

Lo que sí quedó claro es el cariño de la afición cordobesa hacia Juan José Padilla que, en la que está siendo su segunda juventud taurina, se metió en el bolsillo a los 3.425 espectadores, abonados incluidos, que pasaron por taquilla, según informó la empresa, y que por momentos convirtieron al apodado como Ciclón de Jerez en un nuevo ídolo, como se puso de manifiesto en su salida a hombros por la puerta de cuadrillas.

Y aunque no fue la tarde de Finito, que incluso contó con una representación de su peña de Francia, y con no pocos pitos de buena parte del tendido 10, al menos Juan Serrano pudo brindar a su compadre la muerte del primer toro de la Feria e incluso ver a Padilla con un traje de su propiedad, el mismo con el que resultó herido en Alicante en 2007. Todo quedaba en casa.

A pesar del frío --12 grados marcaba un termómetro cercana a Los Califas--, no faltaron a esta primera cita el alcalde, José Antonio Nieto, que compartió burladero de callejón con el subdelegado del Gobierno, Juan José Primo Jurado, al igual de los delegados de la Junta Carmen Prieto y Francisco Zurera . También en uno de los burladeros del callejón se encontraba Adriana Eslava, diseñadora del parche que lleva Padilla, así como el hermano de éste, Jaime Padilla, que siguió atentamente las evoluciones del Ciclón, que lo mismo llevaba a la puerta de toriles a uno de los toros devueltos, que hacía un quite providencial al picador de Finito.

Y al margen de otros rostros conocidos, un pequeño de tres añitos, pura afición e hijo para más datos del novillero y veterinario José Luis Villafuerte, ofreció cuando finalizó el festejo y en pleno centro del ruedo alguno de los mejores muletazos de la tarde, para los más puristas, claro está, llevándose como premio una sonora y sentida ovación que servía de epílogo a una tarde gris, tanto en lo climatológico como en lo artístico, mientras Padilla, el que medio salvó los muebles, era sacado a hombros por el patio de cuadrillas, con amago de hacerlo por la de Los Califas, aunque faltó poco de haber conseguido la segunda oreja en el quinto de la tarde. Así que no queda más que esperar el calor y los llamados días grandes, para ver si la feria taurina, finalmente calienta y levanta el vuelo, que por lo visto ayer, falta, mucha falta le está haciendo a la afición cordobesa.