Balance de tres orejas en la primera corrida de la Feria, con dos apéndices para un Juan José Padilla que, de vuelta a los ruedos tras el gravísimo percance que sufrió en Zaragoza, recogió mucho cariño de parte del público --incluso desbordado en la petición de trofeos-- y, sin embargo, mal comienzo. Pobre en los tendidos, con solo un cuarto de plaza ocupado. En lo climatológico, desapacible hasta decir basta, con lluvia y frío. Muy preocupante en el aspecto ganadero, con mucho trajín en los corrales para formar un encierro, a la postre, muy justo de presencia y que, para colmo, ya en el ruedo, apenas dio juego, marcado por la escasez de fuerzas y casta. Y de parte de los toreros, poco para el recuerdo. La disposición de Padilla y la cantidad por la cantidad de El Fandi. Pero hasta ahí en un espectáculo que se aproximó a las tres horas, que vio salir a la arena hasta dos sobreros para sustituir a otros tantos inválidos y que en el aspecto artístico no dejó nada para el recuerdo.

Hasta 16 toros se vieron en los corrales para formar encierro. Y en vista de lo que saltó al ruedo, habría que preguntarse cómo era lo que no pasó. Los de El Pilar que saltaron en segundo y tercer lugar, simplemente anovillados y sin cuajo. El resto, igualmente muy justos. Salvaron la media, y no fueron nada del otro mundo, los sobreros de La Palmosilla. Y en juego... Fondo de nobleza, pero sin fuerza ni casta, con la suerte de varas como puro trámite.

Así, Finito vio cómo le devolvían los dos titulares, toros inválidos, y lidió los dos sobreros. En su primero, apuntes en el inicio de faena, una trincherilla y una postrera serie con la derecha de mucho mando. Antes, sin embargo, no terminó de estar cómodo. Buscó y dio continuidad por la derecha. Con la zurda, de uno en uno. Pero la labor no terminó de despegar. En su blando segundo, aún menos. El toro, cada vez más aplomado, y el torero, por fuera. Se alivió con la espada en el primero y en este, un sainete con los aceros.

Padilla dejó algunas verónicas estimables en su primero, toro chico al que banderilleó con corrección. Ya en la muleta, el animal embestía al paso, sin apenas viaje. Quiso mucho el torero pero no había oponente. Todo de uno en uno, sin emoción alguna. Eso sí, mató rápido y se llevó una cariñosa oreja. Y en el quinto, el genuino Padilla, el Ciclón de Jerez. Tuvo mérito su tercio de banderillas después de que el toro se colara y se frenara en los capotes. Ya en la muleta, acertado al dar continuidad a las series, pero sin pasar de bullidor, con un último tramo de cercanías y exposición atropellada. Otra estocada de efecto rápido y el tendido se desbordó, llegando a pedirle un doble trofeo.

Y El Fandi, con su anovillado primero, ventajista y siempre más dispuesto a irse que a quedarse. En el sexto, el de más movilidad, cantidad sin ajuste y mucho toreo de rodillas. Espectacular como siempre con las banderillas y variado con el capote, otra oreja para él. Esta barata. Las de Padilla cariñosas, un reconocimiento a su ejemplo de superación. No hubo más.