Dos grandes faenas de José Luis Moreno, la segunda sublime aunque sin el premio de puerta grande de la primera al fallar estrepitosamente con la espada, inundaron de toreo la recién finalizada Feria de Mayo, celebrada en Los Califas con un denominador común a lo largo de todos los festejos: la poca asistencia de público, con la crisis y la ausencia de José Tomás como explicación. Esto en un ciclo en el que, en cuanto a los toros, solo obtuvo buena nota el encierro de Torrestrella, y que en el plano artístico, salvando la actuación del triunfador, no deparó grandes alegrías, a pesar de que también César Jiménez sumó una puerta grande y de que Enrique Ponce, Matías Tejela y El Fandi tocaran pelo por partida doble.

Moreno, sin duda, fue el referente del toreo en la Feria. En su comparecencia del jueves, en el mano a mano con Finito, completó una actuación muy seria. A su primero le cuajó una faena de mucha rotundidad, de profundidad abismal, muy consistente en lo fundamental y con mucho gusto en lo accesorio, manejando la muleta con la mano más que baja, bajísima. Y eso ante un toro noble de La Palmosilla pero también exigente, al que tuvo que tragar varios parones para tirar de él y obtener dos orejas.

Una gran faena eclipsada, en parte, por la cumbre que realizó el sábado, un compendio de torería, una lección de tauromaquia, un manual del toreo al natural, un catálogo de temple ante un sobrero de Torrestrella que rompió a bueno. La pureza, el aplomo, la lentitud y la naturalidad fueron ingredientes de una de las mejores faenas vistas en Córdoba en su historia más reciente. Pero, imperdonable, falló una y otra vez con la espada, cerrándose la que hubiera sido su segunda puerta grande. Y aun así, reconocimiento unánime de la plaza en una apoteósica vuelta al ruedo para cerrar un ciclo en el que lidió otros tres toros con mucha solvencia, aunque también perdió otras dos orejas por el fallo a espadas. Pero gran feria la suya, corriendo el toreo, el de verdad, a su cargo.

La otra puerta grande del ciclo, la de César Jiménez, fue demasiado premio para una labor compuesta pero a todas luces insuficiente ante un torrestrella de dulce. Ese mismo día, con otros dos buenos toros del mismo hierro, Matías Tejela se llevó una y una, pero estuvo por debajo de los ejemplares. El mismo premio cosechó Ponce, ceremonioso y elegante ante dos toros insulsos de Parladé, y El Fandi, maestro de las banderillas y de espada contundente, pero sin muleta, en la de Juan Pedro Domecq. Y oreja para Perera, muy desigual.

Del resto, Finito, que actuó dos tardes, nada resolvió, en parte por los toros, en parte por no terminar de dar el paso al frente. Juan Bautista y Manuel Díaz El Cordobés no aprovecharon sus oportunidades. Sin toros, Castella y Talavante, aunque no tanto este, que estuvo muy espeso. Y Julio Benítez, mal sin paliativos ante dos buenos torrestrellas .

Precisamente, el encierro de este hierro fue el único que alcanzó nota alta, incluido el sobrero que lidió Moreno el sábado. Dieron poco juego --excepto ejemplares sueltos-- los de Las Ramblas, La Palmosilla y Juan Pedro Domecq, aunque los más descastados fueron los de Parladé. La presentación, salvo Torrestrella, desigual y con demasiados ejemplares terciados.