Ganadería: Toros de Juan Pedro Domecq, segundo y sexto con el hierro de Parladé, justos de presencia y sospechosos de pitones, bajos de raza y fáciles para los toreros a excepción del primero.

Julián López ´El Juli´: pinchazo y estocada desprendida (ovación); y gran estocada (una oreja con fuerte petición de la segunda y bronca al palco por denegarla).

David Fandila ´El Fandi´: pinchazo y estocada (dos orejas); y media muy baja (ovación).

Alejandro Talavante: pinchazo, estocada y descabello (dos orejas); y cinco pinchazos, media estocada y estocada entera (ovación tras un aviso).

Plaza: Jaén, que tuvo más de tres cuartos de entrada en tarde lluviosa aunque sólo llegó a chispear ligeramente durante el segundo toro.

No valen las orejas de hoy, porque no reflejan los méritos en el ruedo. El presidente, de acuerdo con la mayoría del público -es importante que se sepa que el tendido estaba muy volcado en la petición-, regaló dos orejas al Fandi, y después de meter la pata una primera vez, por agravio comparativo, no tuvo más remedio que abundar en su error concediéndole también el doble trofeo a Talavante. Lo malo es que al rectificar le hizo pagar los platos rotos al Juli, negándole la segunda oreja.

Hay que tener temple, y no sólo para andar delante del toro cuando se está tratando de encontrarle la velocidad y el ritmo. El temple, arma fundamental para domeñar al toro, hace falta también en ocasiones para desdeñar y pasar por alto los desprecios y errores presidenciales, como esta tarde le ocurrió al "Juli".

¿De modo que sólo una oreja para El Juli después de cuajar a su segundo toro y matarlo con una gran estocada, cuando ya los otros dos alternantes tenían abierta la Puerta Grande porque el presidente no supo ponerse en su sitio tirando de pañuelo con suma facilidad? O tody , o nada.

No se libró el usía de la oportuna bronca. En cambio, muy apreciable el detalle del torero, recogiendo el trofeo sin un mal gesto, sonriendo abiertamente en la vuelta al ruedo. Incluso lo prudente que estuvo al no demorarse en el protocolario saludo evitando delatarle como blanco de las iras.

Ya le puede estar agradecido el presidente al torero, que a poco que se hubiera propuesto con un leve gesto dar mecha al asunto, explota la plaza.

Julián López El Juli , que nada había podido hacer en el manso primero, se desquitó con creces al cuajar una faena de mucho mérito en el cuarto, toro también cobardón, pero que al meterse el torero en sus terrenos no le quedó otra opción que la huida hacia adelante. Ahí se encontró el hombre muy suelto y seguro, poderoso y dominador.

ARRIMON FINAL. Emotivo el arrimón final. Fue el triunfo de la técnica y el pundonor, el sentido de la responsabilidad. Quede claro también que la estocada resultó de manual. Pues así y todo el desconcertante presidente le aguó la fiesta a todos, dejando que El Juli saliera de la plaza por su pie. Con lo bonito que hubiera sido ver a los tres toreros en la Puerta Grande. La maniobra presidencial contra El Juli distrajo la atención sobre otra gran faena en la tarde, de Talavante a su primero. Un toro dócil al que Talavante entendió a la perfección. Verónicas y chicuelinas de importancia se entrelazaron en un florido saludo capotero. Y también en elevado tono artístico con la muleta.

Mucha quietud y verticalidad en la forma de citar dieron más reciedumbre a las suertes. Talavante lo hizo todo en menos de medio metro cuadrado, naturalmente a golpe de muñeca. Y algo muy bueno: desde la apertura por estatuarios, la serie que menos tuvo fue de cinco, y de ahí para arriba.

Lo que quiere decir que en más de un remate, obligado, por supuesto, no había espacio físico para el toro, o para el torero. Uno de los dos no cabía. Temerario desafío a las leyes de la física. Valor puro y duro se llama eso.

Lo único que faltó fue la espada. Pinchazo, estocada y descabello, y dos orejas. Ojo que en Madrid las corta también matando con más contundencia.

En el sexto, la misma seguridad y arrogancia. Pero un desastre en la suerte suprema. A pesar de todo, lo que queda de Talavante es que atraviesa un momento extraordinario. Por la frescura de su toreo, por la altura que marca, no parece que sea final de temporada para él.

SORPRENDENTE. Lo del Fandi fue de nuevo de lo más sorprendente. Largas cambiadas, lances a la verónica (en el quinto incluso de rodillas), galleo de frente y por detrás, quite por chicuelinas con tafalleras. Un torbellino con el capote. No se diga con las banderillas. Aunque no hay que decir que la cosa bajó bastante con la muleta. No toreó, ni mató, para las dos orejas que le dieron en el segundo. Y en el quinto porque le endilgó una media chalequera. Pero arrastra más gente que nadie, y los que van a verle exclusivamente a él no quieren saber de ortodoxias. Les divierten las vueltas y revueltas, y lo demás les importa un comino.

Lo malo es que presidentes como el de ayer se dejen influenciar hasta el extremo de caer en la injusticia, robándole a unos lo que le regalan a otros.