Ganado: toros de Reyes Huerta, justos de presentación. Fueron complicados el primero y el cuarto; tuvo gran clase el segundo y poca transmisión el tercero y el sexto. El quinto se rompió un pitón de salida y fue sustituido por uno insulso de la ganadería de Salagual.

Vicente Barrera: pinchazo y estocada (silencio); y estocada (silencio).

Eduardo Gallo: media trasera y dos descabellos (vuelta); y estocada (silencio).

Fernando Roca Rey: estocada (palmas); y cuatro pinchazos y tres descabellos (silencio).

Plaza: Lima. Dos tercios de entrada.

Sin muchas luces comenzó el domingo la Feria del Señor de los Milagros de Lima, en la que sobresalió el temple del salmantino Eduardo Gallo. Y es que el debut de la ganadería de Reyes Huerta no convenció e impidió el triunfo a pesar de las ganas mostradas por los espadas.

De la terna salió mejor parado en el sorteo Eduardo Gallo, ya que se llevó un ejemplar con embestida humillada y clase singular. El punto de mansedumbre del toro no fue obstáculo para que Gallo mostrara que su toreo tiene la cualidad fundamental del temple y la rotunda solidez de su quietud. Desde el quite por chicuelinas, que fueron ajustadas, se vio que el debutante intentaría poner el pie en América con ambiciones mayores.

La quietud en las primeras embestidas y su temple de nota desengañaron las embestidas y taparon el punto de mansedumbre del astado. Con la izquierda exprimió las primeras embestidas con pulso dulce y largura mandona. Con la derecha esperó las arrancadas para usar el engaño con suavidad y lentitud. Una voltereta de la que el salmantino salió indemne, pero dolido en su amor propio, lo llevó a instrumentar una serie de molinetes con las rodillas en tierra que sirvió para mantener la complicidad entablada con el público.

El quinto, el toro más cuajado de la corrida, se rompió un pitón al derrotar en un burladero y fue cambiado por un sobrero de Salagual que llevaba mucha leña en la cabeza pero pocas carnes en su esqueleto, por lo que el público, exigente, no tomó en serio la labor del diestro salmantino.

Roca Rey banderilleó a sus dos toros con facilidad admirable y enfandilada variedad. Dos largas de rodillas mostraron su predisposición en su reaparición en Lima tras numerosos triunfos. Suelto estuvo con el capote, al que meció mandón ante la humillada embestida del toro.

El inicio prometía faena grande: tres pases cambiados en el centro del ruedo y un remate aseado. Llevó cosida en la muleta la franca embestida, sin embargo el toro transmitió poco y el público le demandó acortar su labor. El volapié fue una pieza casi perfecta.

En el sexto la faena fue irregular. Bien estuvo en dos series con la derecha, una de las cuales fue un portento. El resto resultó anodino.

Vicente Barrera, querido como pocos en Lima, se llevó el peor lote. No bastaron sus ganas ni su quietud, a pesar de que desfalleció intentando que rompieran para adelante los dos de su lote. Pero el primero, probón, no le permitió más que muletazos cortos y fríos, y el cuarto, otra prenda, llevaba el hocico al suelo reservándose y arrollaba después con violencia. Así, inicio de feria con poco color.