Ganadería: se lidiaron toros de La Quinta, desiguales de presentación y juego. Los mejores, el bravo primero y el tercero, el mejor del encierro, bravo, con movilidad y fijeza.

Javier Castaño: dos pinchazos, estocada y dos descabellos (ovación tras un aviso); y gran estocada (silencio).

Luis Vilches: tres pinchazos y estocada (silencio); y pinchazo y estocada (silencio).

Alberto Alvarez: pinchazo y estocada (una oreja); y bajonazo (silencio).

Plaza: Zaragoza. El coso tuvo un tercio de entrada en tarde de temperatura agradable.

El diestro Alberto Alvarez cortó la única oreja de la tarde a un gran toro de La Quinta, ayer, en el festejo que abrió la Feria del Pilar de Zaragoza; un espectáculo en el que Luis Vilches firmó los momentos más artísticos.

Javier Castaño se encontró en primer lugar con un bravo animal con el que se equivocó en el planteamiento del trasteo. Inició la faena de rodillas en los medios, cuando el animal pedía un toreo templado y de mando. El salmantino rectificó en los últimos compases, aunque el trasteo ya no llegó a levantar el vuelo.

Con el cuarto, que fue más complicado al puntear al final de cada muletazo, anduvo entregado y fácil, en una faena rematada de una gran estocada.

Luis VILCHES Vilches realizó el toreo más artístico de la tarde a su primero, un toro que fue a menos y que reponía a mitad de cada pase, pero al que el sevillano recibió con cadenciosos lances a la verónica, para luego diseñar una faena en la que destacaron los doblones del inicio, seguidos de dos magníficas series con la diestra.

Con el quinto, el ejemplar más deslucido y complicado del encierro, sólo pudo dejar detalles sueltos, ya que las descompuestas embestidas del toro imposibilitaron lucimiento alguno.

Alberto Alvarez se topó en primer lugar con un gran toro, bravo, con movilidad y fijeza; aunque el torero tardó en darse cuenta. Fue tras la cuarta serie cuando Alvarez consiguió algún muletazo digno, dentro de una labor tesonera a la que le faltó sometimiento y mano baja.

Con el sexto toro, otro ejemplar que no se prestó para nada al lucimiento, el torero natural de Egea de los Caballeros sólo pudo mostrarse firme y voluntarioso.