Ganado: cuatro toros de Miura, discretamente presentados para lo que es el tipo de esta ganadería, es decir, sin exageraciones, blandos y nada agresivos, corrida por tanto que no respondió a las expectativas. Segundo y tercero fueron sendos sobreros de Puerto Frontino, el primero de ellos complicado y el otro noblón pero sin aportar gran cosa.

José Pedro Prados ´El Fundi´: estocada caída (silencio); y dos pinchazos y estocada (silencio).

José Ignacio Ramos: estocada y cuatro descabellos (ovación); y pinchazo hondo, nuevo pinchazo y estocada (ovación).

Juan José Padilla: estocada tendida (gran ovación tras petición de oreja); y pinchazo y estocada (palmas).

Plaza: Las Ventas (Madrid). Lleno de "no hay billetes" en tarde nublada al comienzo del festejo y con gran aguacero a partir del tercer toro.

Se hicieron las tantas. Casi tres horas de corrida y nadie sacó nada en claro. Lo peor fue la lluvia, que descolocó al público y no se diga a los toreros. Y como consecuencia de la lluvia, un tremendo error presidencial, cuando se anunció por megafonía tras la muerte del cuarto que el festejo quedaba suspendido. Sorpresa entre los toreros, incluso indignación, pues nadie les había consultado al respecto.

Tras unos quince minutos de demora de supuestas conversaciones entre toreros y autoridad el festejo se reanudó. Luego se supo, por boca de los propios diestros que ni para suspender ni para reiniciar la función se tomaron en cuenta sus opiniones.

El director de lidia dijo estar indignado. Y muy gráficas las palabras de José Ignacio Ramos, que aseguró que "nos han tratado como gilipollas".

Pero no fueron estos los únicos errores del palco en la tarde, pues la faena de Padilla al tercero, muy consistente en lo que a valor y torería se refiere, se quedó sin trofeo porque el presidente estuvo esperando a que los espectadores, resguardados y con las manos ocupadas en los paraguas, hicieran el prodigio de pedir la oreja con una tercera mano naturalmente inexistente.

Había pañuelos más que de sobra, y había sobre todo muchas voces en demanda del trofeo. Pero lo más flagrante es que la faena había tenido méritos más que de sobra para el premio del trofeo. Faena en un auténtico barrizal, en la que Padilla estuvo con una extrema exactitud en todo.

Bullidor con el capote en el recibo y llevando por chicuelinas en el caballo. Arreció la lluvia en la muleta, dejando el ruedo absolutamente impracticable. Pero ahí estuvo el torero, dispuesto de más, supliendo las carencias del toro, que siendo noble, iba sólo a medio gas. Dijo poco el toro, pero mucho, muy mucho el torero. Los olés, que no las palmas, fueron rúbrica permanente a todas las intervenciones de Padilla. ¿Se puede interesar más en circunstancias tan adversas?

Lamentablemente el presidente interpretó que por no haber pañuelos, no había petición. Y ya está dicho que las voces, en demanda del trofeo, se escuchaban en la M-30, la circunvalación de la ciudad.

A partir de ahí hay que entender que la dirección del festejo desde la presidencia fue de lo más nefasto, terminando en esa suspensión-reiniciación que dejó descolocados al tendido y a los propios toreros. Pero sería injusto centrar el contenido de la corrida en esa sinrazón, que desde luego fue algo más que una anécdota.

TOREROS DISPUESTOS Porque El Fundi estuvo muy de verdad en sus dos toros, sin obligarle y dándole el espacio oportuno al que abrió plaza, un miura intranscendente, que no se empleó lo más mínimo. En el cuarto, en pleno diluvio, no rompió el toro por lo poco afianzado que se encontraba sobre el barrizal. El Fundi lo toreó sin agobios, que no es poco.

Ramos estuvo muy dispuesto con el nada fácil primer sobrero de Puerto Frontino, que se quedaba debajo y buscaba con descaro. En el quinto estuvo muy valiente y firme intercalando series por los dos pitones a un toro que echaba la cara arriba pero al que entendió y exprimió mucho más de las posibilidades que ofrecía, tanto que si llega a matar a la primera hubiera sido candidato también a una oreja.

En el último estuvo Padilla con tantos arrestos como en el anterior, aunque esta vez entre la escasa respuesta del toro y el mal tino con la espada, tampoco resolvió.