Ganado: toros de los Herederos de Atanasio Fernández, el quinto con el hierro de Hermanos Aguirre Fernández, bien presentados y, aunque en el límite de las fuerzas y de la casta, la mayoría muy toreables. Los mejores, tercero, cuarto y sexto.

Eduardo Dávila Miura: pinchazo, media y cuatro descabellos (silencio tras un aviso); y cinco pinchazos y media estocada (pitos tras un aviso).

Sebastián Castella: pinchazo y estocada corta (una oreja con ligeras protestas); y estocada casi entera (vuelta tras petición insuficiente).

Luís Bolívar: estocada corta, delantera y desprendida (silencio); y media estocada baja y tendida (silencio).

Cuadrillas: Joselito Rus se desmonteró en el segundo, al que puso un par muy bueno, limpio y en la cara.

Plaza: Las Ventas. Otro lleno de "no hay billetes" en tarde de calor.

Corrida con un alto índice de toreabilidad, según término que está de moda entre los nuevos taurinos. Fue corrida mansita, en el límite, con toros que no se sabía para dónde iban a tirar, aunque la mayoría colaborando mucho siempre que se les hizo las cosas bien. Pero fue corrida sobre todo con un extraordinario fondo de nobleza.

Y de los seis, como queda reflejado en la ficha, tres --tercero, cuarto y sexto-- recordaron los mejores atanasios de su criador y creador, pues fue el viejo Atanasio Fernández inventor de su propio encaste.

Para analizar con detalle las actuaciones de la terna hay que hacer referencia al equitativo reparto de la suerte entre ellos, pues cada uno se encontró con uno de estos buenos atanasios . Lo que quiere decir que jugaron todos con las mismas cartas o en igualdad de condiciones. Por eso la gente se volcó con el triunfador Castella y estuvo más crítica con los otros.

CASTELLA ´GOZALON´ Un Castella en estado gozalón , otra palabra muy taurina que define el buen momento profesional de un torero, cuando lo ve claro, está valiente y resuelve prácticamente en todas las situaciones. A esa circunstancia hay que añadir casi siempre el carisma popular que despierta el torero, para gozar también con más facilidad del favor de los públicos.

Por la suma de esos buenos vectores que convergen en Castella, la tarde fue muy buena para él, pues cortó una oreja, que al fin y al cabo es lo importante de cara a futuras contrataciones.

Su triunfo fue en el tercero, un toro suavón y con largura en las embestidas. Al que había que llevar mucho, enganchándole por delante. Y aunque amagó con venirse abajo en un par de ocasiones, Castella le supo dar los desahogos convenientes para que terminara confiándose y colaborando con él. Muy firme el torero, muy quieto y muy de verdad. Una faena mitad buena técnica, mitad mucho valor.

Y estuvo a punto Castella de redondear todavía más, pues pudo abrir la puerta grande con la faena al quinto. Este, sin embargo, más en morucho que en bravo, sin terminar de entregarse, andando, mirando y corneando, aportó muy poco, o nada. El tendido, siempre con el torero, quiso que lo devolvieran, protestándole por cojo, pero el presidente lo mantuvo con buen criterio.

Luego la faena no fue gran cosa, no podía serlo con el toro probando continuamente y arrancándose solo cuando veía que podía coger. Castella se puso por los dos pitones, tratando de desengañarle, para terminar metiéndole en la canasta en una serie final por el lado derecho tomándole muy en corto. Fueron pases muy seguidos y muy templados a coro de olés.

Lo sorprendente es que cortó el torero para ir a cambiar la espada en ese mismo momento, en el único punto álgido que tuvo la faena. Ese espacio muerto quitó adeptos en la petición de oreja tras la estocada casi entera.

Los otros dos alternantes anduvieron escasos de todo: de ideas, de ambición y de recursos. El confirmante Bolívar, solo aparente en el soso y parado toro de la ceremonia. Y retorcido, despegado y con muchos enganchones en el buen sexto.

Dávila Miura tuvo un primero que se movió mucho, aunque con mal estilo. Tampoco él acertó a llevarle en el sentido torero de la palabra. El cuarto fue sencillamente extraordinario, el toro de la tarde. No estuvo bien Dávila Miura.