Ganadería: cuatro toros de Partido de Resina, bien presentados, blandos, descastados y deslucidos. Cuarto y sexto, sobreros de Castilblanco, que no dieron juego.

José Miguel Arroyo ´Joselito´: dos pinchazos y descabello (silencio); y estocada (pitos).

Víctor Puerto: media y dos descabellos (silencio); y dos pinchazos y dos descabellos (silencio).

Sergio Aguilar: media y dos descabellos (silencio); y cuatro pinchazos y estocada casi entera y descabello (silencio tras un aviso).

Plaza: Las Ventas. Lleno en tarde entoldada y con lluvia en el primer toro.

No sirvió la corrida, ni los toreros hicieron por remediarla, sobre todo Joselito, el más esperado, esta vez desconfiado y sin ánimo. El otrora rey de espadas, que perdió la muleta al entrar a matar a su primero, saliendo por pies, que incluso tuvo que tomar el olivo, saltando la barrera, al verse desarmado con el capote, no puso el más mínimo interés por complacer a tantos y tan pacientes partidarios que a pesar de todo confían en él.

Lo de Joselito, lo más llamativo de la tarde, empieza a ser preocupante. En su favor hay que decir que ha sido la única figura que se ha dejado anunciar tres tardes en la feria, incluso una de ellas, la de ayer, con toros de ganadería con marcado signo torista. Pero hay que advertir que Joselito vino a matar la corrida sin más, a salir del paso, a hacer caja, que diría un castizo.

JOSELITO, AUSENTE

La gente se lo pasó por alto en el primero, en el que el hombre estuvo sin ponerse ni una sola vez y dando el paso atrás, con pases espaciados y despegados, quitándose antes incluso de que el toro llegara a jurisdicción.

Con el cuarto bis estuvo menos tiempo. No servía el toro, lo que en ningún caso justifica la ausencia del torero. En éste le pitaron.

Víctor Puerto tampoco se anduvo por las ramas en su primero, un animal pegajoso que se volvía en un palmo. Puerto no hizo ni proyecto de faena.

En el quinto, blando y topón, no supo por donde empezar. El toro protestaba por arriba y por abajo se caía, así que también fue imposible.

Sergio Aguilar estuvo en el toro de la alternativa tan soso como el toro, éste sin humillar, al paso y mirando al tendido a la salida de cada muletazo. El hombre le presentó bien la muleta, con el pecho por delante, pero abusó de las pausas, demasiadas e innecesarias.

Frente al violento sexto lo intentó con firmeza pero sin recursos. No deja de sorprender la estrategia de venir a tomar la alternativa con una corrida sobre el papel de tan poca garantía. Así le fue.