Es la pescadilla que se muerde la cola. Queremos que los nuestros, los toreros de la tierra que menos oportunidades tienen, estén en la feria. Con este fin nos revestimos de cordobesismo para reclamar a las empresas --todas las que han pasado por Los Califas a lo largo de tantos años-- que les den una oportunidad. Y cuando se la dan, ejemplos hay muchos en la historia más reciente, nos quedamos en nuestra casa. Además, si entran, viene el socorrido "los carteles no están rematados" para justificar que en vez de abonarnos, seleccionemos corridas sueltas. Y aún peor. Si no vamos a la plaza, y los empresarios no consiguen los beneficios previstos, al año siguiente no sólo recortan la programación, sino que además no quieren ni oír hablar de aquellos toreros cordobeses tan demandados que, encima, les rompieron los carteles porque las figuras no quieren anunciarse con ellos. Pues bien, este año se da una circunstancia que puede contentar a todos y dar argumentos de peso para otras ferias. Me explico. Si el abono está tan rematado y ha suscitado tanta ilusión, lógico es pensar que la respuesta sea masiva. Siendo así, podría justificarse que el año próximo se aumenten los festejos. Y si mientras esto ocurre, además, los toreros de Córdoba aprovechan sus oportunidades fuera de feria, lógico es que se cuente con ellos para el ciclo del 2004. Por eso, la invitación está hecha para que todos, toreros y aficionados, nos carguemos de argumentos.