Hace un par de fechas, cuando nos disponíamos a redactar esta breve semblanza, lo hicimos un tanto apresurados, al par que apenados, porque acababa de sernos comunicada la noticia de la muerte en su pueblo natal --Ecija (Sevilla)--, a punto de cumplir 74 años --nació el 7 de febrero de 1992--, del que fuera un torero cabal y pundonoroso y una persona honesta y sencilla, Bartolomé Jiménez Torres, con cuya amistad nos honrábamos desde hace muchos años.

Pertenecía Jiménez Torres a una humilde familia y desde su juventud se inclinó por la afición a la fiesta de los toros, alentado por su hermano Jesús --también ya desaparecido-- que, si no ejerció como torero, destacó en los negocios de empresa. Bartolomé compartió con su paisano Jaime Ostos aquellos tiempos de competencia entre ambos jóvenes toreritos, que hizo que aquella buena afición astigitana se convirtiera en dos bandos, los jaimistas y los bartolistas , y al conjuro de sus respectivos nombres la bella placita ecijana llegara a presentar llenos rebosantes.

INICIACION TORERA

Se inició Bartolomé Jiménez Torres en el toreo allá por el año 1953, en que actuó el 15 de marzo en la plaza de Madrid para lidiar ganado de Felipe de Pablo Romero, llevando como compañeros a Navarro de Olivares y Manuel Márquez. Sin llegar a triunfar plenamente, puede decirse que el público madrileño acogió al nuevo torero de una manera favorable. Ello le hizo repetir actuación en la primera plaza de España y al año siguiente tomó parte en 21 novilladas con picadores y se decidió a tomar la alternativa en la fecha del 21 de septiembre del año 1954.

CORRIDA MEMORABLE

Por cierto que aquella fecha quedó como memorable para la plaza de Ecija, que presentó una entrada rozando el lleno total. Integraban el cartel con el nuevo doctor --que vestía flamante terno blanco y oro-- el maestro Antonio Bienvenida y como testigo figuró el venezolano César Girón. La corrida de Marqués de Domecq estuvo muy bien presentada y se prestó al lucimiento de los tres matadores. El toro de la ceremonia se llamaba Viruta , lucía el número 35 y era de pelo castaño. A este astado le cortó el nuevo matador las dos orejas y en el último toro --que se llamaba Boquiflojo y era negro, con el número 9 en el costillar-- se superó a sí mismo y obtuvo como premio a las dos orejas, el rabo y un pata. Bartolo --como era cariñosamente llamado por sus paisanos-- fue alzado a hombros y así llevado hasta su domicilio, a cuyos balcones hubo de asomarse obligado a saludar por la multitud, que convirtió aquello en una auténtica apoteosis. Aún está en nuestra memoria aquella singular corrida y recordamos el título de nuestra crónica en este mismo periódico. Era éste titular: "La sartén al rojo vivo".

Cosa lógica es que aquel triunfo tan resonante trajera aparejada la firma de numerosos contratos. Así fue, en efecto. A partir de aquella fecha aumentaron las corridas, en las principales plazas de España.

En Córdoba, concretamente, tuvo Bartolomé varias actuaciones ciertamente brillantes. En el año de su alternativa, 1954, antes de doctorarse, ganó la Oreja de Plata en una novillada organizada por la Asociación de la Prensa, que tuvo lugar el 4 de julio. Su éxito le valió el ser anunciado de nuevo para unos días más tarde, el 25 del mismo mes, en que participó en otra novillada.

Ya de matador de toros, el 10 de octubre, tomó parte en el tradicional festival de la Hermandad de las Angustias. Posteriormente, cosechó un gran éxito en la corrida celebrada en Los Tejares el 12 de octubre de 1959, patrocinada por la Hermandad de la Virgen de los Dolores, en la que alternó con Gregorio Sánchez y Antonio González en la lidia de toros de Juan Salas Vacas, actuando además el rejoneador don Salvador Guardiola. Bartolomé Jiménez Torres obtuvo esa tarde tres orejas. Intervino también en Córdoba en varios festivales benéficos: el 1 de enero de 1959 a beneficio de la Cabalgata de Reyes Magos y en alguna otra edición de los organizados por la Hermandad de las Angustias. Queremos recordar que su última actuación de luces en Córdoba pudo ser en la feria de mayo de 1960, el día 29, en corrida de ocho toros del hierro anteriormente citado de Salas Vacas, llevando como compañeros de cartel a Gregorio Sánchez y a los hermanos César y Curro Girón.

Y aquí puede decirse que terminó su historia, como un buen torero que fue, pero que no pudo cuajar en figura. Mas de lo que no cabe la menor duda es de que fue una excelente persona, con cuya amistad nos enorgullecimos. Por su eterno descanso, ofrecemos la más fervorosa de las oraciones.