Tribunales
Juzgados por asesinar, descuartizar y quemar el cadáver de su casero en Valencia
La inquilina y su pareja, que se enfrentan a 28 años de cárcel, se acusan mutuamente y la hija de ella y su novio admiten que acudieron a este paraje a deshacerse de los restos mortales

Ignacio Cabanes
Ignacio Cabanes
Un cadáver descuartizado fue hallado la mañana del 29 de junio de 2022 en una pira todavía humeante junto al río Túria, en el paraje Peña María de Gestalgar. Tres de los cuatro acusados por el crimen admiten que fueron de madrugada desde Valencia a este recóndito lugar para deshacerse de la caja en la que portaban los restos mortales. Dos de ellos alegan que desconocían su contenido, que fue el tercero - pareja de la madre de ella – quien le prendió fuego y que no preguntaron qué había por miedo a represalias. “Nos dijo que haría lo mismo con nosotros”. Y la cuarta procesada, inquilina de la víctima y a la que los investigadores consideran la principal responsable del asesinato, trata de mantenerse al margen de lo ocurrido asegurando que estaba adormecida en la cama, debido a un supuesto tratamiento de quimioterapia que estaba recibiendo, y que curiosamente no se enteró de nada hasta días después. Atribuyó las manchas de sangre en la pared a una plaga de chinches. Estos son los ingredientes que ha dejado la primera sesión del juicio celebrado ante un jurado popular por el asesinato de Alfredo Balaguer Ríos, de 55 años.
Tanto la Fiscalía como la acusación particular consideran que el crimen fue fruto de un plan preconcebido en el que participaron activamente los cuatro acusados. El fallecido tenía arrendada una habitación de su domicilio, en la calle Escultor Salcillo, en el valenciano barrio de la Fuensanta, a María Pilar C. E. y a su hija Laura M. C. Según mantienen las acusaciones, la convivencia era problemática, llegando incluso la ahora acusada a denunciar a su casero por un delito de vejaciones injustas, por el que el que el fallecido fue condenado en noviembre de 2021 por un juzgado de violencia sobre la mujer. Pilar hizo creer que eran pareja aunque realmente su novio era el también acusado Luis Marcos G. T., quien también vivía esporádicamente en dicha vivienda. Alfredo estaba harto de la situación, en la que también tenía que aguantar al novio de su inquilina - sobre el que pesaba una orden de alejamiento respecto de ella – y les había dado un ultimátum para que se marcharan del domicilio.
El Ministerio Fiscal solicita penas que suman los 28 años de prisión para María Pilar C. E. y su novio por los delitos de asesinato, profanación de cadáver, falsedad documental y estafa. Además de acabar con la vida de su víctima tras propinarle un fuerte golpe en la cabeza sin que tuviera posibilidad de defensa, mientras se encontraba dormido en el sofá del salón, para quedarse con el piso, los procesados intentaron sacar dinero con la tarjeta de crédito del fallecido sin conseguirlo, y utilizaron la misma para realizar compras online. También realizaron un contrato falso de arrendamiento de la vivienda a nombre de un supuesto arrendador, que había fallecido cerca de dos años antes. A los otros dos acusados, la hija y su pareja, les pide un año menos al considerarlos autores de los mismos delitos salvo de la falsedad documental.

Los otros tres acusados del crimen del hombre descuartizado en València y cuyos restos fueron quemados en Gestalgar. / Francisco Calabuig
Luis Marcos G. T., que solo ha querido responder a las preguntas de su letrado, asegura que se encontraba en Córdoba cuando su pareja le llamó pidiéndole ayuda porque, según le dijo, tenía miedo de Alfredo: “En menos de 24 horas lo han soltado”, “temo que me corte el cuello a mí y a mi hija”. “Haré lo que tenga que hacer”, le respondió él, sin que su intención según alega fuera la de acabar con su vida y sin imaginarse en ese momento lo que se iba a encontrar al llegar a València.
Según su versión desayunaron como si nada en un centro comercial próximo y fue después al regresar a la casa cuando Pilar le confesó que había matado a su casero golpeándole con una tabla de partir carne mientras dormía. El cadáver estaba detrás del sofá sobre una macha de sangre ya negra. Aunque extraña que no se percatara del olor a muerte cuando entró esa mañana en la casa.
El acusado ha relatado con detalle como “hizo de tripas corazón” y descuartizó el cadáver del casero de su pareja, mientras ella le pasaba las herramientas con las que troceó las extremidades (sierra y cúter) así como unos guantes y bolsas de basura.
Tras descuartizar el cadáver lo pusieron en bolsas y en una caja y lo trasladaron en el BMW 318, propiedad de Alan G. C., novio de la hija de Pilar, hasta la localidad de Gestalgar, donde prendieron fuego a los restos mortales en una especie de pira funeraria en el paraje Peña María, como adelantó en su día Levante-EMV, utilizando como acelerante la gasolina que previamente habían comprado de camino en una gasolinera.
“Me considero una víctima, ha jugado conmigo y me han pegado la patada”, ha concluido el acusado al sentir que Pilar lo utilizó para deshacerse del cadáver y ahora le responsabiliza del crimen.
Por su parte, Alan G. C., el joven - de 23 años en el momento de los hechos – , ha insistido en que no tenía relación ninguna ni con la víctima ni con Luis Marcos G. El acusado llamó a la Policía Nacional en septiembre de 2022 por un nuevo incidente violento en la casa, al encontrarse supuestamente violento Luis con su pareja, y destapó el crimen ocurrido tres meses antes en la vivienda. “Pensé, de perdidos al río, o hablaba o iba a ser el siguiente”, explica el joven sobre su confesión. Eso sí, aunque admite que fue él quien propuso lo de Gestalgar, insiste en que desconocía que iban a deshacerse de un cadáver y se mantiene al margen del asesinato. Alegando que tanto él como su novia estaban amenazados por Luis y que cuando se produjo el crimen ellos estaban en Vilamarxant en casa de su abuela.
Ropa, perfumes y minerales
El grupo de Homicidios de la Guardia Civil ya tenía bajo investigación a los ahora acusados cuando se produjo dicha confesión. De hecho, la misma mañana del 28 de junio los procesados trataron de extraer dinero de la cuenta de su víctima en un cajero del centro comercial Gran Turia, aunque no lo lograron al desconocer el número pin. Durante todo el mes de agosto madre e hija también efectuaron compras en páginas web de ropa, minerales y perfumes, así como en Aliexpress, con la tarjeta del fallecido. De igual modo contrataron los servicios de una empresa de agua embotellada, según ellos mismos han reconocido, aunque insistiendo en todo momento en que seguían indicaciones de Luis Marcos, quien tampoco dudó en utilizar la misma para pagar 4,75 euros en un estanco de la calle San Vicente de València e intentó comprar lotería en Córdoba.
En concepto de responsabilidad civil la Fiscalía pide que los acusados indemnicen a los hermanos del fallecido con 90.000 euros y paguen los 1.960 euros que se gastaron haciendo uso de la tarjeta de la víctima.
Acorralada por las preguntas de la fiscal
La misma versión que su novio ha mantenido Laura M., que tenía 18 años cuando se produjo el crimen. Cuando recibió el wasap de su madre pidiéndole que acudieran a València la joven afirma que “presentía que algo había pasado pero no tan grave”.
La acusada reconoce que es su novio quien propuso ir a Gestalgar, porque él había hecho allí un curso de senderismo, aunque asegura que en ese momento no sabían el contenido de la caja. “Hay veces que es mejor no preguntar”. Sin embargo, ante las preguntas de la fiscal, a la joven se le escapa que fue días antes cuando lo propuso su novio, no la madrugada en la que acudieron a deshacerse del cadáver, lo que probaría que había un plan preconcebido.
Ambos jóvenes aseguran que Alan se quedó en el coche (tanto en València como luego en el paraje de Gestalgar) y fue ella quien subió a la casa, pero que no llegó a ver a su madre ni habló con ella, que simplemente ayudó a Luis Marcos a bajar la caja sin saber qué había en su interior ni hacer preguntas por miedo.
Tras lo sucedido, y sin llegar a hablar de ello con su propio novio, ambos se marcharon de viaje. Primero dice que se fueron a Montanejos, aunque acto seguido tras ser repreguntada admite que se fueron a un pueblo de Francia. “Fue subir y bajar”, apunta.
Una plaga de chinches
De los cuatro acusados ha sido Pilar C. E., a la que Luis Marcos señala como la autora material del asesinato, quien se ha mantenido al margen de todo, tratando de hacer creer al jurado que era víctima de malos tratos por parte de su pareja y que no se enteró de nada porque estaba tumbada en la cama adormecida tras tomar somníferos por el dolor que tenía de la quimioterapia por un cáncer de mama. Pese a que es un hecho que nadie discute que en la vivienda que compartía con su hija y Alfredo este último fue descuartizado, la acusada ha insistido en que ella no sabía que estaba muerto hasta más de una semana después, aunque no ha podido concretar el día exacto en el que se enteró del crimen y las circunstancias en las que se lo contó su hija. Así, reconoce que contrataron a una empresa para fumigar la casa porque sufrían de una plaga de chinches, que hasta hora no había relatado. Incluso para justificar que no viera ni una gota de sangre en el inmueble introduce que debido a esta plaga había pequeños restos de sangre en las paredes que, según ella, dejaban las chinches.
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