UNIDAD DE PARTICIPACIÓN CIUDADANA

Policías en el colegio para evitar el ciberacoso: "Un emoticono puede destruir a un niño"

CASO ABIERTO acompaña a los agentes a una charla con alumnos de 5º de Primaria en Madrid. Tratan de "aplanar la curva" del ciberbullying. Piden a los menores que no sean cómplices: "Vosotros sois los policías de este delito"

Policías en el colegio para evitar el ciberacoso: "Un emoticono puede destruir a un niño"

Caso Abierto

"Que levante la mano quien tenga teléfono móvil". Con esta pregunta arranca la charla sobre ciberacoso en la clase de 5º B del colegio Martínez Montañés, en el barrio madrileño de Moratalaz. Quince niños, de un total de 26 alumnos de 10 y 11 años, alzan el brazo, sentados frente a sus pupitres verdes, para responder a Laura, la agente de Participación Ciudadana a la que ellos llaman "profe policía".

Todos han subido, alguna vez, un vídeo a TikTok desde el móvil o la Tablet de su madre, su padre o su hermano, pero solo unos cuantos habían oído hablar del ciberbullying antes de conocer a Laura, a la oficial Lara y a sus compañeros David y José. Los cuatro forman parte de la unidad de la Policía Nacional que previene y combate el acoso escolar en los centros públicos, privados y concertados de la Comunidad madrileña que lo solicitan. No lo tienen fácil: España es el séptimo país del mundo con más menores ciberacosados, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). La policía asegura que la curva del ciberbullying no para de crecer, "hasta la curva del coronavirus se aplana, pero esta no".

A veces, algún niño se echa a llorar cuando los policías mencionan algo que les remueve. Su reacción sirve para detectar si está siendo víctima de ciberacoso

¿Sabéis qué es el bullying?, sondea Laura a los niños nada más comenzar la clase. Una cría con chándal rosa rompe el hielo desde el fondo del aula: "Es como maltratar a un compañero, pero no solo un día, varios días seguidos, y que se repita así muchas veces. Si lo haces por las redes sociales, se llama ciberbullying". Candela, como el resto de sus compañeros, lleva tres semanas familiarizándose con esta problemática gracias a las charlas del Plan Director en las que participa su colegio, aunque ninguno de ellos tiene claro qué responder cuando la policía les pregunta qué es más peligroso: el bullying o el ciberbullying. Ella los ayuda con ejemplos concretos.

Ciberbullying en TikTok

"Imaginad que tenéis que elegir entre que os bajen los pantalones delante de toda la clase o que os los bajen, lo graben en vídeo y lo suban a TikTok. ¿Qué preferís?". Los alumnos se ríen, hacen bromas, hasta que Laura señala a una niña de la primera fila y pide al grupo que piense que eso le está ocurriendo a ella o a una niña que todos conocen, con la que juegan en el recreo.

En el ciberbullying, el acoso se multiplica, se extiende muy rápido entre una multitud de personas, conocidas y desconocidas: "Si yo subo a las redes un vídeo de Esther con la ropa bajada y la insulto, no solo la estoy acosando delante de sus compañeros, sino que ese vídeo lo verá todo el colegio, su familia, la policía, alumnos de otros centros…", continúa Laura.

Las niñas ciberacosan, los niños hacen bullying

Los intentos de suicidio en menores se han multiplicado en la última década en España. Resulta difícil demostrar en los tribunales que un suicidio infantil se puede atribuir al bullying que ese niño estaba sufriendo, a pesar de que las investigaciones de la policía cada vez son más exitosas a la hora de recabar pruebas en este sentido: "La primera dificultad la encontramos en que los niños menores de 14 años que acosan gravemente a un compañero no pueden ser castigados penalmente", afirma la oficial Lara.

El 70 por ciento de los ciberacosadores son chicas: "los datos dicen que las niñas son más de ponerse detrás de una pantalla a insultar, no les gusta mancharse las manos", explica la agente Laura durante la charla. En el caso del bullying, hay más chicos que agreden físicamente a otros compañeros.

Acoso 24 x 7

La policía adapta su mensaje a la jerga preadolescente de los alumnos de once años: "la víctima del ciberacoso no solo lo pasa mal el tiempo que está en el colegio, sino que sufre 24 x 7 (24 horas, los 7 días de la semana), no descansa. ¿Os imagináis lo que es eso? ¿Que vuestra compañera aguante mi acoso durante las clases, y luego llegue a su casa, que es su zona de confort, y yo la siga insultando en TikTok o Instagram, incluso durante las vacaciones de Navidad? Ella ya no estaría tranquila ni siquiera en su casa". Un niño la interrumpe: "es como una ola, una pesadilla".

Los policías de Participación Ciudadana están atentos a las reacciones de los niños durante la charla. A veces, les ha ocurrido en alguna ocasión, los críos se echan a llorar cuando ellos mencionan algo que les remueve. Su reacción aporta pistas al tutor de la situación del menor y, en ocasiones, ha servido como pista a la policía para ayudar a niños que estaban siendo víctimas de ciberacoso y otros delitos.

Prevenir e intervenir: si los agentes detectan que algún menor tiene problemas, activan el protocolo policial.

Si los agentes detectan que algún menor tiene problemas, activan el protocolo policial. / CASO ABIERTO

"Por eso vamos varios policías a las charlas. Mientras uno de nosotros habla, los demás pueden percatarse de lo que ocurre entre los alumnos. Si detectamos que uno tiene problemas, uno de nosotros sale de clase con el menor para hablar más tranquilos. También hablamos con el jefe de estudios y con el director. Si el caso se confirma, entonces interviene la Policía Judicial", explica la oficial Lara.

Tiranos anónimos

Los policías se topan, cada vez más, con estudiantes "modositos, con comportamiento ejemplar" en el colegio, que sin embargo son potenciales acosadores en cuanto tienen un móvil o una Tablet en las manos: "bajo el paraguas del anonimato que permiten las redes, un adolescente responsable puede convertirse en un tirano".

De eso les advierte también Laura a los alumnos del Martínez Montañés: "imaginad que para humillar a vuestra amiga en las redes yo me escondo utilizando un nick, me hago llamar 'flor-verde-del-campo' y en mi foto de perfil pongo un perrito. Ella no sabría quién soy y eso la agobiaría más. Si yo soy la mala de 5ºB del Martínez Montañés y le estoy haciendo la vida imposible, ella puede intentar evitarme en las clases. Pero si 'flor-verde-del-campo' le escribe en Instagram: 'cuando salgas del colegio, cuidadito, que te voy a pegar una paliza que te vas a enterar', vuestra compañera estará muy nerviosa y asustada cuando salga de clase, mirando para todos lados, por si alguien se acerca y le hace algo".

La policía también les hace ponerse en el lugar de ese ciberacosador anónimo. Laura coloca dos estuches grandes delante de la cara de una niña que se sienta en primera fila y pregunta a sus compañeros: "¿Si yo coloco una pantalla entre vuestra amiga y yo y empiezo a acosarla, ella me ve? No, pero yo tampoco la veo a ella. La estoy insultando, amenazando, y no veo sus sentimientos, por lo que puedo seguir haciéndolo. Ahora, si yo le miro a la cara y compruebo que se está poniendo un poco triste, que está llorando, como también tengo corazoncito, a lo mejor puedo parar, a lo mejor me doy cuenta de que me he pasado".

Bajo el anonimato que permiten las redes, un adolescente ejemplar puede convertirse en ciberacosador.

Bajo el anonimato que permiten las redes, un adolescente ejemplar puede convertirse en ciberacosador. / CASO ABIERTO

Testigos silenciosos

Los especialistas que llevan años combatiendo la lacra del ciberacoso también tratan de impedir que los críos se conviertan en testigos silenciosos del acosador: "Un emoticono puede destruir a un niño. Recuerdo a una niña de 13 años más hundida por los likes que sus compañeros habían dado a los comentarios de su acosadora que por los propios insultos. La niña había abierto su perfil de Instagram y se había encontrado con decenas de caritas sonrientes, de emojis riendo junto a una caricatura de ella dibujada por su acosadora", cuenta el agente David.

"¿Qué debéis hacer si sabéis que vuestro amigo está acosando a otro compañero? Si en lugar de animarle o reírle la gracia, le decís: 'esto no me gusta, no está bien', quizá se lo replantee. Con las palabras adecuadas podéis evitar que vuestros amigos sufran, podéis frenar este delito. Si sube vídeos ofensivos y tiene muchos likes, seguirá ciberacosando porque hay mucha gente a la que le gusta. Y hoy os puede hacer mucha gracia, pero mañana vosotros podéis ser los protagonistas de sus vídeos", advierte Laura a los niños.

La "profe policía" Laura acaba metiéndose a los alumnos de 5ºB en el bolsillo cuando concluye: "Vosotros sois los policías de este delito, tenéis la llave para cortar el ciberbullying, para cerrar la puerta al ciberacoso. Ya sois mayores y sabéis pensar. Si lo veis, denunciadlo. Si lo sufrís, nunca toméis una decisión, así a lo loco, de no contarlo a vuestros padres, a vuestros profesores o la policía. Estamos para ayudaros".

Niños con 5.000 seguidores en TikTok

Cada año, los policías de Participación Ciudadana se ven obligados a extender los cursos de prevención en colegios a críos más pequeños, porque cada vez se inician antes en las nuevas tecnologías. "Lo ideal sería que los padres no dieran un teléfono a sus hijos hasta, como mínimo, los 14 años; y lo deseable es que intentaran retrasar ese momento hasta los 16", aconseja la oficial Lara.

Cuando un niño empieza a usar internet por primera vez, debe hacerlo "en el salón de casa o donde estés sus padres, no encerrado en su habitación. Y, si charla con otros amiguitos, que lo haga con altavoces y no con auriculares o cascos, de ese modo los adultos pueden tener cierto control sobre lo que ocurre al otro lado de sus pantallas", añade.

Aunque, para esta policía, lo más óptimo sería: "que en una misma clase, los padres de aquellos alumnos que quieran retrasar el momento de darles un móvil, se pongan de acuerdo para mantenerse firmes en esa decisión. De este modo, no habrá un niño que se sienta el bicho raro del grupo por no tener teléfono mientras todos sus compañeros ya disponen de uno".

Los datos que la Policía recaba en sus visitas a centros escolares son alarmantes: "hace unos días, en otro colegio madrileño, una cría de diez años que todavía lleva llaveros de Disney colgando de su mochila, nos confesó que tenía 5.000 seguidores en TikTok", recuerda David. Otra niña de la misma clase contó a su tutora, tras una charla sobre grooming, que tenía "novio por internet", llevaba meses hablando con quien ella pensaba que era un chico de su edad, al que había conocido por una plataforma de juegos online, Roblox.