Entre gritos de "somos libres" y "victoria de Cristo", los cinco menores detenidos por la presunta violación a dos niñas de 12 y 13 años en una casa abandonada de Burjassot (Valencia), tal como adelantó en exclusiva Levante-EMV, medio que, al igual que este diario, pertenece al grupo editorial Prensa Ibérica, quedaron ayer en libertad vigilada, simplemente con una medida de alejamiento de 200 metros y prohibición de comunicación respecto de sus víctimas.

Tras un sorprendente cambio de los acontecimientos, que pilló por sorpresa tanto a los familiares de los investigados como a sus propios letrados, a quienes ya les habían notificado verbalmente que cuatro de ellos se iban internos a un centro en régimen cerrado y solo uno quedaba libre, como había solicitado la Fiscalía de Menores, la titular del Juzgado de Menores número dos de València hizo un quiebro y, haciendo caso omiso a la solicitud de la fiscal, acordó la libertad vigilada de los cinco jóvenes, tres de ellos de 16 años, otro de 15 y otro más de 17.

Aunque reconoce que existen "factores de riesgo", la jueza considera que "no es el momento procesal para adoptar una medida cautelar tan gravosa" como es el internamiento en régimen cerrado de los menores detenidos. Asimismo, aunque en los autos de libertad no cuestiona abiertamente la credibilidad de las víctimas, la jueza sí que hace referencia a cuestiones aportadas por los letrados de la defensa como las "contradicciones aparentes" de las niñas o "unos mensajes de Whatsapp", que deberán ser analizados en una fase más avanzada.

Así, pese a que "racionalmente" aprecia indicios del delito cometido, la jueza valora también la situación social y educativa de los presuntos agresores, a los que califica de "ociosos" y bajo un "estilo educativo familia laxo y permitido", con "baja interiorización de las normas". Como si ello les eximiera de responsabilidad o fuera una circunstancia atenuante, y apunta a unas medidas de seguimiento educativo.

Inicialmente solo iba a quedar en libertad el menor de 16 años que reconoció haber tenido sexo, según él consentido, con la niña de 13 años. Según alegó ante la Fiscalía de Menores, tras mantener relaciones sexuales con ella de forma voluntaria, según refrenda el testimonio de la otra víctima, éste se marchó de la casa abandonada y no presenció la presunta violación grupal.

El mayor de los arrestados, de 17 años, se limitó a responder a las preguntas de su letrado asegurando que no mantuvo relaciones sin consentimiento o por la fuerza con ninguna de las dos. Mientras que los otros tres menores detenidos, dos de 16 y uno de 15, coincidieron en su alegato negando haber estado presentes en la citada casa abandonada de Burjassot. Uno de ellos incluso adelantó que iba a aportar unas fotografías que demuestran que estaba en un local de comida rápida de un centro comercial a la hora en la que se produjeron los hechos el pasado lunes, aunque no ha llegado a entregarlas.

Tampoco se alude en los autos al dictamen de la médico forense que exploró a las dos menores y que certificó la existencia de señales compatibles con sendas agresiones sexuales.

Varias dotaciones de la Unidad de Intervención Policial (UIP) de la Policía Nacional permanecieron desde el mediodía controlando los alrededores del juzgado de guardia de València para evitar altercados entre los familiares de los detenidos, con el ánimo muy crispado contra los medios de comunicación allí congregados, después de que tiraran al suelo una de las cámaras de televisión.

Salvo algunos gritos e insultos aislados contra la policía y la prensa, cuando los familiares iban recibiendo la noticia de que la jueza iba a adoptar el internamiento de su familiar, la tarde transcurrió sin incidentes. Los gestos cambiaron de golpe a las diez de la noche y dieron paso al júbilo y los abrazos con los menores detenidos conforme iban saliendo en libertad. La noticia cayó como un jarro de agua fría sobre los familiares de las víctimas.