Veinte años y un día de cárcel es la condena impuesta a José Manuel Sánchez Merino, el camarero gijonés de 51 años responsable del asesinato a puñaladas de su expareja Lorena Dacuña en febrero de 2020 en el barrio de La Calzada. La presidenta de la sección octava de la Audiencia Provincial, y en base a las conclusiones del jurado popular emitidas la pasada semana tras cinco días de juicio, le atribuye el delito de asesinato con las agravantes de desprecio de género y parentesco y le impone además cinco años de libertad vigilada, tal y como solicitó el Ministerio Fiscal tras amoldar sus conclusiones a la jurisprudencia del Tribunal Supremo para este tipo de casos. Esa libertad vigilada, señala la magistrada, implicará que Sánchez Merino deberá "estar siempre localizable mediante aparatos electrónicos; comunicar inmediatamente ,en el plazo y por el medio que se establezca, cualquier cambio de domicilio o lugar de residencia; prohibición de aproximación a 500 metros del hermano de la víctima, Francisco José Dacuña Fernández y la esposa e hija de éste, así como prohibición de comunicación con dichas personas por cualquier medio; prohibición de residir en el territorio de la comunidad autónoma no del Principado de Asturias". El fallo judicial, que puede ser recurrido ante el Tribunal Superior de Justicia de Asturias, fija el pago de una indemnización de 60.000 euros en beneficio del hermano de la víctima.

Los veinte años de cárcel fue la petición que defendieron tanto el Ministerio Fiscal como la Abogacía del Estado. Una suma a la que se adhirió también la defensa toda vez que en la primera sesión Sánchez Merino reconoció el crimen y relató los acontecimientos de aquella madrugada con todo tipo de detalles. En cambio, tanto la acusación particular como la popular, ejercida por la Asociación Abogadas para la Igualdad, trataron de elevar el tiempo de privación de libertad hasta los 25 años, unas pretensiones que se hacían difíciles después de que los miembros del jurado popular rechazasen que en el asesinato existiese ensañamiento, pues "no existen pruebas de que el acusado quisiera causar un extraordinario y desmedido dolor en la víctima". La magistrada opta por los 20 años, además, al entender que "el acusado ha colaborado con la Administración de Justicia reconociendo no solo el hecho de haber matado a Lorena sino también todos los hechos que configuran la calificación del delito de asesinato y las agravantes invocadas por las acusaciones".

En base al acta del jurado, la sentencia considera como hechos probados que José Manuel Sánchez Merino mantuvo durante unos 8 años una relación sentimental con Lorena Dacuña, llegando a convivir juntos en el domicilio de ella, en la calle Callao. La relación cesó en el mes de noviembre del año 2019, no habiendo aceptado José Manuel la ruptura, el cual siempre mantuvo una actitud celosa y controladora respecto de Lorena, tanto durante la relación como también al acabar esta. El día 2 de febrero de 2020, después de concluir su jornada laboral en la sidrería de la calle Luis Braille de Gijón donde trabajaba, sobre la una de la madrugada, Sánchez Merino se dirigió a su domicilio de la calle San Luis, número 21, de Gijón a coger dinero y un cuchillo, que introdujo en una mochila, abandonando a continuación el mismo. Como José Manuel llevaba tiempo queriendo averiguar si su expareja sentimental mantenía una relación sentimental con otra persona, sobre las cinco horas del día 2 de febrero de 2020, se dirigió hasta un karaoke del barrio de La Calzada, ya que unos amigos le habían dicho que ella solía ir por allí. Una vez en el establecimiento vio a Lorena Dacuña con otro hombre, por lo que esperó a que ambos salieran del local, y una vez fuera, le siguió hasta el domicilio de Lorena Dacuña, sito en la calle Callao. Ya en el inmueble, y después de que Dacuña y su acompañante entraran en el portal, el camarero gijonés accedió también al mismo, pues la puerta quedó medio abierta, pero sin que ellos se percataran de su presencia, y se escondió en las escaleras del rellano, el de Lorena Dacuña, mientras ellos subían por el ascensor. Cuando Lorena abrió la puerta de casa, José Manuel les empujó, cayendo Lorena al suelo y ,al tiempo que le gritaba repetidamente que "era una puta", Sánchez Merino sacó el cuchillo que llevaba en su mochila, que se rompió sin saber cómo, por lo que se fue a la cocina a por otro, momento que aprovechó el hombre que acompañaba a Lorena para irse corriendo del domicilio , cogiendo en la huida la mochila de la que José Manuel había sacado el cuchillo , mochila que apareció horas más tarde en la calle Daniel Serra.

Tras marcharse el portugués, Sánchez Merino salió de la cocina con otro cuchillo y se dirigió hacia Lorena, que intentó zafarse de él metiéndose en una de las habitaciones de la vivienda, pero accediendo José Manuel acto seguido y ,con ánimo de matarla, comenzó a acuchillarla, sin que Lorena pudiera evitarlo ni defenderse, siendo atacada por su agresor cuando se encontraba de pie delante de la cama, llegando a caer sobre la misma, donde aquel continuó apuñalándola hasta en trece ocasiones, causándole la muerte, concluye la sentencia. 

Sánchez Merino lleva en prisión preventiva desde su arresto tras el asesinato. El último día de juicio decidió usar su última palabra y, aunque volvió a confesar haber matado a la gijonesa, insistió en que debía ser juzgado "con la verdad". "Quiero que me crucifiquéis con la verdad, pero no con mentiras ni con el guion estudiado que han traído los testigos. Todos contaban lo mismo palabra por palabra", aseguró. Señaló también que la fallecido era "muy buena persona", pero negó ser un "controlador". "Soy culpable, no lo niego, pero no la controlaba. Trabajaba de camarero, no tenía tiempo", razonó. Terminó su intervención señalando: "Pido disculpas a la familia y a toda la sociedad, lo digo sinceramente. Solo me queda cumplir por lo que he hecho".