Un pederasta condenado a cinco años y medio de prisión por abusos a su hijastra ha solicitado, nada más salir de la cárcel, que se modifique el régimen de visitas que tiene con su hijo, suspendido obviamente durante su tiempo en prisión, pese a que la condena no solo incluía el encarcelamiento, sino también, entre otras cosas, la pena de "inhabilitación especial para cualquier profesión u oficio, sea o no retribuido, que conlleve contacto regular y directo con menores de edad por un tiempo de ocho años y seis meses".

Pese a ello, la jueza de Familia que lleva el caso ha admitido la demanda paterna, aunque no ha otorgado aún ese régimen de visitas hasta disponer de informes profesionales. Para ello, ha ordenado que sea el equipo psicosocial del Instituto de Medicina Legal (IML) de la Safor, formado por un psicólogo y una trabajadora social, quienes se entrevisten con el menor y con los padres para que "dictamine sobre la pertinencia de decretar un régimen de visitas entre el menor y su padre y la forma de llevarse a cabo a juicio de los especialistas".

Los abusos, tal como recoge la sentencia firme cuya parte de prisión ya ha cumplido el pederasta, se produjeron cuando la víctima tenía 10 años. La misma edad que tiene ahora el niño sobre el que pide las visitas, que incluyen las noches.

La jueza de Gandia ordena un informe forense, con entrevista al menor, de 10 años, y la madre se opone a que pase por ello

La sentencia, dictada en marzo de 2017, recoge que los abusos se produjeron entre el verano de 2015 y abril de 2016. En ese momento, vivían en la casa el condenado, su mujer, dos hijas de ella –la que sufrió los abusos y una hermana de esta– y el hijo común de ambos, que en ese momento tenía entre 4 y 5 años. Explica el fallo que el más tarde condenado "aprovechando que la madre no estaba en casa, entraba en la habitación de la niña por la noche y le tocaba la vagina por debajo de la ropa. En otras ocasiones, desnudaba a la niña de cintura para abajo, desnudándose él también, acercándole el pene erecto sin llegar a penetrarla. Esto ocurría normalmente los fines de semana" y durante al menos diez meses. Como consecuencia de esos ataques sexuales, la pequeña "ha precisado terapia psicológica debido a la interferencia de los abusos en su desarrollo psicosexual".

La madre se opone a dejarlo a solas con su hijo

Así las cosas, la madre ha alegado en el proceso civil oponiéndose de plano a la pretensión del padre, esgrimiendo, precisamente, la prohibición que le impide acercarse a menores durante ocho años y medio. 

La condena incluía una orden de protección sobre la niña que le impide acercarse a ella durante 10 años, pero nada dice de la otra hermana de la víctima ni de su hermanastro e hijo del demandante. La razón es habitual en el ordenamiento jurídico español: porque la única víctima documentada es la primera niña.

Sin embargo, la madre de los tres vive con "absoluta angustia" todo el proceso y ve "injusto" que ahora su hijo de 10 años deba pasar por el tormento de ser explorado por psicólogos y trabajadores sociales cuando la propia sentencia ya recoge que su exmarido no puede acercarse a menores. Eso sí, ese tipo de limitaciones a los pederastas solo valen para la vertiente laboral, sin tener en cuenta que pueden tener a su alcance menores en otros ámbitos, desde el social al familiar.

"Tengo miedo a que vuelva a pasar lo mismo"

La madre está aterrorizada esperando la decisión final de la jueza porque "tengo miedo de que vuelva a pasar lo mismo". Sigue angustiada por lo que le sucedió a su hija. Se culpa de tardar meses en darse cuenta. "No me lo podía creer y sigo sin entenderlo, era mi marido y conocía a mi hija desde los tres años".

Durante el tiempo de prisión, la jueza autorizó al padre para que llamase a su hijo por teléfono desde la cárcel. Hace dos años dejó de hacerlo sin más, pero nada más salir de la cárcel, en octubre pasado, su primera acción ha sido pedir el régimen de visitas, igual a la de cualquier pareja separada: fines de semana alternos, la mitad de las vacaciones y dos días entre semana. Con pernocta incluida.

La condena no está cumplida al completo 

El abogado de la madre esgrime. además, que el padre no ha terminado de saldar sus deudas con la Justicia, ya que aún debe terminar los cuatro años de libertad vigilada que comenzaron el 10 de octubre, cuando salió de la cárcel. Además, obviamente, del alejamiento por 10 años de su víctima y de la prohibición durante ocho años y medio de trabajar con menores.