La gratuita agresión que sufrió un inspector de la Jefatura Superior de Policía de Aragón en el interior de un autobús urbano de Zaragoza durante las pasadas Fiestas del Pilar no fue un delito de odio. Así lo acaba de señalar la magistrada que instruye el caso, quien considera que el atacante, Bilal M., deberá sentarse en el banquillo como presunto autor de un delito de lesiones y otro de atentado contra agentes de la autoridad.

La jueza titular del Juzgado de Instrucción número 6 de Zaragoza rechaza añadir el odio que había solicitado inicialmente la abogada del sindicato policial SUP, María Pilar Sangorrín, con el que elevaba la petición de condena hasta los 12 años de prisión. El letrado de Jupol, Marco Antonio Navarro, solicita seis años de privación de libertad. La Fiscalía todavía no ha presentado su escrito de acusación.

La magistrada afirma que en la actuación de Bilal M., un marroquí que vivía en España de forma irregular y que tenía en vigor una orden de prohibición de acceso al Espacio Schengen acordada por las autoridades noruegas, no se observa el delito de odio. «No se observa un ataque al diferente como expresión de una intolerancia incompatible con la convivencia», señala en un auto en el que reflexiona que "absolutamente todos los delitos de esa naturaleza implicarían también la comisión de un delito de odio, es decir, los agresores de los agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, expresarían su odio hacia ellos agrediéndoles". Además, añade que "la realidad es otra y está próxima al desprecio total que algunos ciudadanos muestran hacia cualquier principio de autoridad con independencia de quien lo represente en cada momento y circunstancia".

Concluye, a modo de resumen, que en la causa no aparece el más mínimo indicio de que el investigado actuara movido por ese tipo de sentimientos hacia dicho colectivo sino, como se ha dicho, por su voluntad consciente de enfrentarse al principio de autoridad que en ese momento representaba aquel, impartiéndole ordenes concretas que se negaba a cumplir y quizá también por su intención clara de evitar una posible e inminente detención.

Bilal M. será juzgado por unos hechos que se remontan a las 04.30 horas del 17 de octubre del pasado año en el interior de un autobús urbano de la línea 32. Allí coincidieron los dos. Entonces, según la investigación policial, el agente pidió al acusado hasta en dos ocasiones que hiciera uso de la mascarilla, respondiendo este con expresiones tales como "vete a tomar por culo" o "vete a la mierda". Ante ello, el inspector sacó su placa y carnet profesional y le pidió una tercera vez que se pusiera el tapabocas. La reacción fue agresiva, comenzando a grabar con su teléfono móvil y gritando al inspector expresiones como: "Pégame, pégame ahora".

De repente, tomó impulso desde las barras del autobús próximas a él y de forma inopinada propinó al policía nacional una fuerte patada en el pecho que provocó que cayera de espaldas sobre unos asientos que se encontraban detrás. Sin poder defenderse le propinó varios puñetazos en el rostro para, seguidamente, huir del lugar de los hechos. Fue detenido en Alicante el 25 de octubre.

Como consecuencia, le rompió el menisco, le fracturó el hueso malar, le provocó un traumatismo facial y una úlcera corneal.