La prueba del ADN ha demostrado que los restos óseos hallados el pasado 23 de julio en el puerto de la Glera, entre España y Francia, son de la montañera inglesa Esther Dingley, que había desaparecido en noviembre del 2020, cuando realizaba una ruta circular por el pico de la Salvaguarda. Además, la familia de la infortunada montañera, de 37 años, ha confirmado desde Londres que, efectivamente, los huesos hallados, entre ellos un cráneo con restos de cabellera, pertenecen a la excursionista.

El análisis del ADN ha sido realizado en un laboratorio de Toulouse tras su hallazgo por un senderista español el pasado 23 de julio. Su estudio ha sido competencia de las autoridades francesas debido a que el paraje del hallazgo se encuentra en la vertiente norte de la cordillera, en territorio galo. Los huesos fueron entregados inicialmente al Pelotón de la Gendarmería de Alta Montaña de Bagnères-de-Luchon y luego a la Gendarmería de Saint-Gaudens.

La investigación sigue abierta

Esther Dingley, de quien los responsables de montaña galos creen que no tenía mucha experiencia en montaña, echó a andar en Benasque, tras aparcar su autocaravana, una mañana de noviembre del pasado año. Iba sola y, en principio, se dirigía a realizar una ruta circular, aunque ese extremo no se ha podido determinar con claridad. Efectivos de la Guardia Civil y de la Gendarmería, a ambos lados de la frontera, la buscaron denodadamente durante varios días hasta que llegaron las primeras nevadas y la búsqueda se reactivó la pasada primavera, sin resultado.

Ahora la investigación sigue abierta dado que se trata todavía de localizar otros restos, así como la mochila y el equipamiento, que no han aparecido. Se cree que los animales han podido desplazar los huesos de un lugar a otro, por lo que no han aparecido todos en un mismo lugar.