"Un temperamento inestable, rasgos de sentimiento de superioridad, con tendencia al engaño, la mentira y la traición y a ocultar su verdadera personalidad". Esas son algunas de las conclusiones a las que llegaron los peritos de la Guardia Civil sobre el carácter de Gabriel C. en su informe grafológico tras analizar los rasgos de la escritura del padre de los menores muertos a golpes en marzo de 2019 en Godella, quien se enfrenta a una petición de pena de 50 años de prisión por dos delitos de asesinato. Así lo reflejaron ayer los expertos en Grafología del Instituto Armado ante un jurado popular en el juicio por los crímenes de Ixchel, de cinco meses, y su hermano Amiel, de tres años y medio. Además destacaron que apreciaron en el acusado una "gran habilidad escritural" para modificar la misma con el fin de ocultar sus verdaderos rasgos de escritura.

"Los elementos gráficos de la escritura y firma del acusado sugieren un temperamento inestable, nervioso, susceptible e irritable, que sobrevalora sus razones sobre las ajenas con sentimientos de superioridad", indicaron los especialistas que analizaron el cuerpo de escritura de ambos padres previamente para compararlo con el contenido de los escritos que aparecían en las libretas intervenidas en la casa. Además, la persona autora de dicha escritura «puede mostrarse poco respetuoso y con pérdida de control de sus impulsos», añadieron.

En el caso de la escritura de María G., inimputable por el trastorno de esquizofrenia paranoide que padece, apreciaron rasgos de una persona introvertida, flexible y paciente, así como un sentimiento de abatimiento y tendencia a la sumisión. Asimismo, observaron "espontaneidad y sinceridad, no había modificaciones con su forma habitual de escribir".

Todo lo contrario que refleja el cuerpo de escritura del procesado, quien según los peritos de la Guardia Civil muestra "un control escritural impropio de una escritura real y sincera", como por ejemplo el uso de formatos distintos para una misma letra. Pero sin lugar a dudas, lo que más les llamó la atención a los responsables de dicho informe grafológico, es la habilidad del acusado para modificar su escritura y mantenerla a lo largo de diez folios intentando tapar su caligrafía real. "Es capaz de adoptar en un momento dado diferentes formas de escritura y modificar los grafismos hasta el punto de parecer distintos con la clara intención de ocultar sus rasgos de escritura", argumentaron

Pese a este desfase con los escritos dubitados que se le atribuyen —encontrados en algunas de las libretas analizadas— con una letra mucho más redondeada y menos alargada que la indubitada, los especialistas en Grafología explicaron que aunque una persona intente ocultar su escritura "siempre hay rasgos más íntimos que fluyen de forma espontánea", como la inclinación de las letras o los espacios entre palabras.

Por su parte la defensa de Gabriel trató de cuestionar la validez de dicho informe grafológico por la metodología empleada por los peritos ya que no es una enseñanza reglada y los propios expertos reconocieron que la Grafología es una pseudociencia. No obstante, los guardias civiles de la unidad central de Criminalística de Madrid que realizaron dichos informes aclararon que, aunque no es habitual que el juzgado les solicite un informe grafológico —es el cuarto en sus treinta años de experiencia— se trata de un test proyectivo válido que permite determinar "la tendencia de comportamiento" de una persona en base a su escritura.

Estos mismos especialistas realizaron una pericial caligráfica de seis libretas intervenidas en la vivienda de los acusados, y tras compararlas con las escrituras indubitadas de los dos progenitores determinaron que en todas ellas figura la letra de la madre de los niños en mayor o menor medida. Asimismo concluyen que prácticamente la totalidad de las anotaciones realizadas en el pequeño cuaderno rojo que portaba el padre en el momento de su detención corresponden a Gabriel, salvo un pequeño fragmento escrito por María. En esta libreta el padre habla sobre los supuestos abusos que sufre su hijo Amiel por parte de la "secta", y acusa a la familia materna de formar parte de la misma. Las anotaciones del diario donde se recogen las incidencias de la noche de las vigilias que hacía la pareja para supuestamente controlar que "la secta" no fuera a por los niños, también corresponden a la letra del padre.

Respecto a los informes de ADN, los peritos de la Guardia Civil fueron detallando los perfiles biológicos que hallaron en cada una de las prendas de ropa analizadas. Los investigadores encontraron restos biológicos de los menores en una chaqueta y un pantalón de chándal de María, mientras que en el jersey de Gabriel había una mezcla de perfiles de él y de su hijo, pero sin rastro de sangre alguna. En cuanto a la ropa que se encontró a remojo en un barreño las pruebas de luminol no fueron concluyentes.