Una secta que les perseguía y que abusaba de los niños. Esa es la idea que le “inculcó” el padre de los niños asesinados en Godella (Valencia) a su pareja, según el testimonio de la madre, quien se encuentra prestando declaración ante un jurado popular. La acusada ha relatado que era víctima de malos tratos por parte de Gabriel, quien le agredía a ella y a su hijo Amiel, y cree que esas ideas sobre la secta que le hizo creer eran para tapar su violencia. “Me despertaba con moretones y me decía que había sido la secta”, recuerda la mujer.

María G. M. padece una esquizofrenia paranoide y no era supuestamente consciente de sus actos cuando se produjeron los crímenes, ya que según los informes psiquiátrico forenses, la madrugada del 14 de marzo de 2019 sufrió un brote agudo de su enfermedad. Por ello y al ser inimputable penalmente, la Fiscalía pide su absolución por una eximente completa de trastorno mental y solicita una medida de internamiento en un centro de tratamiento por un plazo máximo de 25 años.

María asegura que Gabriel se autodenominaba como Jesucristo reencarnado y que le decía que ella era su María Magdalena y que por eso les atacaban por las noches, porque “nuestra genética era importante”, ha argumentado la madre de los niños.

La acusada, que ahora está estabilizada gracias a la medicación, reconoce que “era ingenua y creía en las conspiraciones”, a la vez que ha remarcado la trascendencia que tenía para ella todo lo que le decía el padre de sus hijos. “Creía en Gabriel sobre todas las cosas”, ha afirmado María, quien reconoce que incluso se dirigía a él en alguna ocasión llamándole “Dios”.

"Creía en Gabriel sobre todas las cosas" -reconoce la madre de los niños quien alguna vez se dirigió a él como "Dios"

La procesada reconoce que sí hacían vigilias por las noches para protegerse de la supuesta secta. “Decía que venían a sustraernos material genético y a pincharnos hormonas”, relata María sobre lo que le hacía creer el acusado. “Me aseguraba que corríamos peligro de muerte por todo lo que sabíamos”.

Sobre las diez y media u once de la noche del 13 de marzo de 2019 María asegura que se fue a dormir después de fumarse un porro con Gabriel, y que éste se quedó despierto ya que esa noche le tocaba a él hacer la guardia. Según la versión que ha mantenido hoy en el juicio, se despertó desorientada al sentir a la perra en la cama y cuando salió fuera de la casa se encontró los cuerpos sin vida de Ixchel y Amiel. “Tenía tan presente que nos querían matar que pensé que la secta los había matado”, ha argumentado. Reconoce que los enterró porque no podía dejarlos así y luego se fue a buscar a Gabriel para escapar antes de que los mataran a ellos también.

María reconoce que cuando entró en la casa Gabriel ya estaba despierto y le preguntó dónde estaban los niños, relato que en este sentido sí coinciden con lo manifestado por el acusado. Admite que le contestó que estaban en casa de su madre, porque en ese momento pensó que él también formaba parte de la secta, aunque cuando se dirigieron para allá recordó que su madre también estaría muerta porque Gabriel habría realizado un par de días antes un ritual satánico para acabar con la vida de su suegra.

Ahora que gracias a la medicación ya ha asumido que toda esa idea de la secta era una creencia irreal que Gabriel le había ido inculcando, María cree que su pareja “lo tenía todo planeado, iba a matarnos a los tres”.