Iglesia
El Vaticano disuelve por "secta abusiva" el grupo ultracatólico Sodalicio, acusado de agresiones sexuales, castigos extremos y lavado de dinero
El decreto firmado este lunes pone fin a esta comunidad de origen peruano con conexiones con la ultraderecha europea y americana

El fundador del grupo ultracatólico Sodalicio, Fernando Figari. / El Periódico

"El Sodalicio debía ser clausurado, ya que es una vergüenza para cualquier país, y en especial el Perú". El llamamiento provino tiempo atrás de Mario Vargas Llosa, después de haber leído un libro sobre el grupo de laicos y sacerdotes católicos fundado por Luis Fernando Figari en 1971 y que es acusado de haber realizado abusos físicos, sexuales y psicológicos contra sus integrantes, en su mayoría menores. Las palabras del escritor adquieren por estas horas un tono profético. Parecen dichas en presente. Este lunes, el Vaticano ha disuelto el Sodalicio de Vida Cristiana con la firma de un decreto en presencia de Simona Bramilla, prefecta del Dicasterio para Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica.
La salida del Papa Francisco del hospital, el pasado 23 de marzo, después de una larga convalecencia, diluyó la posibilidad de que la orden que afectaba a esa comunidad, acusada de haber tejido un entramado de empresas pantalla para blanquear dinero y conectada con organizaciones de ultraderecha de Europa y EEUU, no se acabara materializando.
Impulso con Juan Pablo II
Figari, de 77 años, quiso forjar una micro sociedad de vida célibe y obediente al extremo. Para el Vaticano se ha tratado de una "secta abusiva" que impartía castigos extremos y que tuvo un impulso tentacular más allá de su país, extendiéndose por la región y hasta Estados Unidos. Inspirada en la Falange española, el Sodalicio cobró impulso a partir de la llegada de Juan Pablo II. Los especialistas aseguran que llegó a contar con unos 20.000 miembros.
El proyecto sectario de Figari tiene semejanzas a los Legionarios de Cristo que había fundado el mexicano Marcial Maciel. La orden de su disolución es consecuencia de las numerosas denuncias e investigaciones de los últimos años que fueron debidamente investigadas por la Santa Sede. La suerte de la comunidad estaba echada desde el momento en que el Pontífice aprobó en setiembre pasado la expulsión de varios de los 'sodálites' después de comprobarse el ejercicio "sádico" del poder que ejercían.
La voz de las víctimas
Las víctimas comenzaron a tomar la palabra a medida que se crearon las condiciones para no sufrir represalias. José Ugaz es un abogado que representa a varias de ellas, y asegura que los tiempos de reparación acaban de comenzar.
La sociedad peruana leyó con espanto 'Mitad monjes, mitad soldados', el libro de Pedro Salinas y Paola Ugaz sobre el Sodalicio donde unas 30 personas cuentan sus experiencias en el infierno creado por Figari. Vargas Llosa fue uno de esos lectores sorprendidos. "Qué estupendos periodistas son estos, como algunos otros latinoamericanos, que, sin apartarse de los límites de la investigación, han sido capaces de desafiar a los poderosos y abusadores que todavía medran en los países menos desarrollados. Se los debe premiar por su coraje y su responsabilidad". Salinas avanzó por la misma senda investigativa con 'La verdad nos hizo libres', una crónica en la que le da la voz a otras de las personas abusadas.
Aversión al Papa
El caso del Sodalicio no solo tiene resonancia por sus hechos de corrupción puertas adentro, sino por los modos de intervención hacia afuera, en los que se relaciona con el espectro de la derecha y ultraderecha, unidos por una misma aversión a Francisco. Sus críticas confluían con las del presidente argentino, Javier Milei, quien suele despreciar públicamente conceptos como la justicia social, y el vicepresidente norteamericano J. D. Vance, un católico 'anti-woke' hasta la médula que ha polemizado con Jorge Bergoglio por la cuestión migratoria.
Las decisiones que ha tomado Francisco en relación con la Iglesia católica peruana en los últimos meses provocan profundo impacto en la feligresía. Antes de los 'sodálites' le había llegado el turno a Juan Luis Cipriani, primer cardenal del Opus Dei y arzobispo de Lima durante dos décadas, denunciado por actos de pederastia. El caso de abuso sexual de un menor se remonta a 1983.
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