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DANA de Valencia: las 10 lecciones que deja la catástrofe

Repaso a los grandes errores cometidos en la gestión de la histórica riada de este otoño

Repaso a los grandes errores cometidos en la gestión de la histórica riada de este otoño.

Repaso a los grandes errores cometidos en la gestión de la histórica riada de este otoño. / EPC

Juan Fernández, Mara López y Daniel G. Sastre

La riada que ha padecido Valencia este otoño pasará a la historia por su magnitud y número de víctimas, y también por haber sacado a la luz una lista de carencias y errores en su gestión que deberán ser subsanadas de cara al futuro.

Convertida en objeto de controversia política, la tragedia ha dejado a la vista que las autoridades erraron al desoír los avisos meteorológicos, que estos debieron llegar más nítidos a la población y que las labores de socorro debieron ser más ágiles y rápidas.

1. Una respuesta demasiado lenta

Si algo hay claro a los 13 días del paso de la DANA por Valencia es que la respuesta a la emergencia fue muy lenta, antes, durante y después de la catástrofe. Se avisó demasiado tarde a la población de la peligrosidad de la tormenta, pero se actuó también tarde cuando se empezó a vislumbrar la tragedia.

Las distintas administraciones se han sacudido responsabilidades con otra riada de acusaciones mutuas sobre quién debía hacer qué en cada momento, mientras miles de afectados se sentían desamparados ante la falta de medios para desescombrar calles, buscar a sus desparecidos y recuperar a sus muertos.

La respuesta del Ejército tardó en hacerse visible mientras se sucedían a velocidad de vértigo las imágenes de poblaciones enteras comidas por el barro e incomunicadas haciendo frente al desastre con recursos precarios e insuficientes.

Si bien al día siguiente a la tormenta, el miércoles, se desplegaron en algunas de las zonas afectadas 1.000 militares de la UME, no fue hasta el sábado cuando el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ordenó el envío de otros 5.000 soldados. Una demora que plantea si las distintas administraciones no supieron ver la magnitud de la tragedia o hubo problemas de coordinación entre gobiernos. El cruce de acusaciones entre la Generalitat y el Ejecutivo central ha alimentado esto último. 

Escombros en una calle de Paiporta, a 6 de noviembre de 2024, en Paiporta, Valencia (Comunidad Valenciana).

Escombros en una calle de Paiporta, a 6 de noviembre de 2024, en Paiporta, Valencia (Comunidad Valenciana). / Europa Press

2. Técnicos enfrentados a políticos

Los comprensibles intentos por saber qué pasó en las horas cruciales del martes 29 de octubre han evidenciado la importancia de que los políticos, que son los que toman las decisiones, tengan muy en cuenta las indicaciones de los técnicos. Más en situaciones límite, cuando unos minutos pueden marcar diferencias en el número final de víctimas.

La Aemet puso a varias zonas de la Comunidad Valenciana en alerta roja desde primera hora de la mañana. Y los avisos de la Confederación Hidrográfica del Júcar sobre el aumento del caudal del barranco del Poyo, el que acabó provocando el mayor número de víctimas, empezaron a llegar a partir de las 12 de la mañana. Es verdad que después descendió el caudal, pero cuando se comprobó que la situación se había descontrolado, a las 18:43 h., el aviso de la Generalitat valenciana a los ciudadanos no llegó hasta casi 90 minutos después. El presidente Carlos Mazón llegó más de dos horas tarde a la reunión de coordinación de las emergencias desde donde debía enviarse ese mensaje a la población. 

El jueves, la consellera de Justicia e Interior, Salomé Pradas, responsable de las emergencias, admitió que no supo hasta las 20:15 h. que se podían enviar alarmas generales a los móviles de los ciudadanos. Se lo dijo, según reconoció, un técnico que sí sabía que el sistema llevaba un año operativo en la Comunidad Valenciana.

La consellera de Justicia y máxima responsable de Emergencias de la Generalitat Valenciana, Salomé Pradas.

La consellera de Justicia y máxima responsable de Emergencias de la Generalitat Valenciana, Salomé Pradas. / Archivo

3. Comunicación meteorológica deficiente

Una semana antes de la inundación del 29 de octubre, la inminente llegada a la Península de un embolsamiento de aire frío –la famosa DANA, antiguamente conocida como 'gota fría'–que provocaría un escenario excepcional de lluvias intensas sobre el litoral mediterráneo era la comidilla en foros de aficionados a la meteorología. Según pasaban los días, se hablaba cada vez con más insistencia del tema en los perfiles en redes sociales ligados a la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) y otras agencias meteorológicas, y en el fin de semana los partes meteorológicos de los noticiarios advirtieron del peligro que se avecinaba. "Es obvio que todo ese esfuerzo de comunicación fue insuficiente. Demasiada gente no sabía lo que se le venía encima", reconoce Rubén del Campo, meteorólogo y portavoz de Aemet.

Cómo mejorar esa comunicación es una de las tareas pendientes que deja la DANA de 2024. "Tendremos que explorar nuevos sistemas, estar presentes en otros canales y concienciar más a la población de lo importante que es la información meteorológica", asume Del Campo.

Una semana antes de la tragedia, los modelos matemáticos preveían un patrón atmosférico "calcado" al de la Pantanada de Tous de 1982. "Aquella riada cambió la historia de la meteorología en España, a partir de entonces se mejoraron los sistemas de prevención y de información. La de ahora debe suponer un nuevo salto en la comunicación de este tipo de situaciones", concluye el meteorólogo.

Aviso de nivel rojo de la AEMET el día 29 de octubre de 2024.

Aviso de nivel rojo de la AEMET el día 29 de octubre de 2024. / Archivo

4. Falló el sistema de alerta

En medio de tanto bulo y tanta información interesada como ha dejado a su paso la riada, parece haber consenso general en un dato: la alerta que sonó en los móviles de miles de valencianos a las 20:14 h. del pasado 29 de octubre pidiéndoles que permanecieran en sus casas llegó demasiado tarde. La desastrosa gestión del sistema de aviso a la población ha propulsado un intenso debate sobre quién debe gobernarlo. En Estados Unidos, por ejemplo es el servicio meteorológico el que da la orden de confinar en situaciones ambientales severas. 

"Los meteorólogos somos expertos en la atmósfera, no en gestionar emergencias", disiente Rubén del Campo, de Aemet. En su opinión, son los responsables de protección civil, "que conocen las particularidades de cada terreno", los que deben traducir los avisos de los meteorólogos en órdenes concretas a la población.

También se ha discutido sobre la conveniencia de introducir un nuevo color –¿tal vez negro?– en los niveles de alerta. "Sería complicar un sistema que es bastante claro. El nivel rojo ya es suficientemente excepcional, ese color solo aparece en uno de cada 400 avisos que lanzamos cada año e implica que no podemos llevar una vida normal. Pero esta vez no se le hizo caso", advierte el meteorólogo.

Alerta enviada a los móviles de los valencianos el 29 de octubre.

Alerta enviada a los móviles de los valencianos el 29 de octubre. / Archivo

5. Falta cultura de prevención de desastres

Alertados por la enorme cantidad de agua que corría por las calles, la primera reacción de muchos vecinos afectados por la DANA de Valencia fue bajar a los garajes a sacar los coches ante el temor de que los sótanos se inundaran y sus vehículos se vieran dañados. Algunos lograron sacarlos y acabaron arroyados en plena calle, otros fallecieron en el intento en los garajes, pero todos cometieron un error fatal que va contra cualquier protocolo de actuación ante una emergencia por inundación: prohibido acudir a zonas bajas e inundables, urgente subir a espacios altos alejados del agua. 

Entre otras muchas carencias, esta DANA ha sacado a la luz la nula cultura de prevención de desastres naturales que hay en nuestro país. A pesar de vivir en un territorio expuesto a inclemencias meteorológicas extremas por nuestra situación geográfica, los protocolos de actuación ante esas situaciones brillan por su ausencia o, al menos, no son de dominio público. Ni en los colegios se explica a los menores qué se debe hacer en una riada, ni hay campañas divulgativas en los medios, ni se llevan a cabo simulacros para entrenar a la población ante estas eventualidades, como se hace en otros países. 

Si esa información formara parte del bagaje cultural de la sociedad, como las normas de urbanidad, todo el mundo sabría que no se debe cruzar una riera si hay riesgo de que el coche se inunde, que hay que huir del vehículo si el agua cubre las ruedas y que jamás se debe bajar a un garaje en plena riada.

Daños de la Dana en Sedaví Horta Sud, Valencia.

Daños de la Dana en Sedaví Horta Sud, Valencia. / Jm Lopez | LEV

6. Urge tomar conciencia del cambio climático

Desde que hace cuatro décadas se empezara a hablar de las anomalías que empezaba a manifestar el clima, todos los modelos científicos han ido coincidiendo en una misma predicción para la cuenca mediterránea: avanzamos hacia un escenario marcado por veranos más calurosos, inviernos más tibios y sequías más prolongadas, en el que los fenómenos extremos serán cada vez más frecuentes. El tiempo parece estar dando la razón a esas proyecciones. 

La DANA de Valencia ha extendido la duda de si su virulencia puede estar relacionada con el cambio climático. No mienten quienes recuerdan que el litoral mediterráneo siempre fue propenso a los episodios de lluvias intensas, pero obvian que el Mediterráneo está hoy dos grados más caliente de lo habitual y que no se recuerdan DANAs tan persistentes como esta –10 días después de la riada seguía sobre la Península–, ni tan intensas: la estación de Turís batió el 29 de octubre el récord de lluvia medida en España: 772 litros en 24 horas y 185 en una hora. 

Estos días se han publicado varios estudios científicos que prueban que el cambio climático multiplica por dos la posibilidad de que se den DANAs catastróficas en nuestro país. "El cambio climático va por delante y su intensidad cada vez es mayor. Esto requiere una respuesta más rápida, adaptativa y a largo plazo", clamaba esta semana en X Natalia Alonso Cano, jefa de la Oficina Regional para la Reducción de Riesgos de Desastres de Naciones Unidas.

Los efectos de la DANA en la carretera A-334.

Los efectos de la DANA en la carretera A-334. / Europa Press

7. La inundación de bulos

Los bulos han formado parte consustancial a la tragedia de Valencia casi desde el primer minuto. ¿Quién no oyó hablar ese martes fatídico de una providencial actuación urbanística ni más ni menos que de Francisco Franco que logró evitar décadas antes de la DANA que se produjera más muertes? Desde ese momento, no han parado de lanzarse alertas inverosímiles que, en una situación ya de por sí inédita, contribuían a sembrar la confusión. Es evidente, además, que detrás de muchas de ellas había una intención política.

El embuste que tuvo más éxito con diferencia fue el que cifraba en cientos o miles de cuerpos los que se iban a encontrar en el parking del centro comercial Bonaire, anegado hasta el borde, una vez que se consiguiera desaguar. Las redes sociales –cuya omnipresencia ha sido clave en la propagación de estos bulos– iban llenas de mensajes, incluso de audio, de gente que sabía de primera mano que los buzos de la UME habían bajado y habían encontrado decenas de cadáveres. "Aquello es un cementerio", repetía un usuario tras otro. Pero cuando por fin se pudo entrar, allí no había ningún muerto, por suerte.

Otra mentira que corrió mucho en los últimos días fue la de que la ropa que está siendo enviada a Valencia desde el resto de España está acabando en un contenedor, cuando en realidad esas prendas son las que han tirado a la basura, por inservibles, los ciudadanos de los pueblos más afectados. Basta ver que el eurodiputado ultra Alvise Pérez fue uno de los que propagó el bulo en primera persona para intuir sus intenciones.

Diversos mensajes con contenido falso sobre la DANA que han circulado a lo largo de la jornada.

Diversos mensajes con contenido falso sobre la DANA que han circulado a lo largo de la jornada. / El Periódico

8. Solidaridad desbocada

La riada de agua ha traído consigo una riada de solidaridad que también ha desbordado Valencia. Miles de voluntarios con cubos, botas de agua, palas y fregonas se movilizaron desde un primer momento, poniendo incluso en dificultades los desplazamientos de los equipos de emergencia oficiales y la entrada de maquinaria pesada en los pueblos afectados. 

Junto a este movimiento civil, miles de toneladas de alimentos y productos continúan llegando a Valencia desde toda España. La Generalitat empezó con un centro logístico para canalizar toda esta ayuda pero ahora ya son 13. Todo el operativo está coordinado por la comunidad autónoma, la Diputación de Valencia, Emergencias, Protección Civil, Policía Nacional y Guardia Civil.

Las oenegés ponen en gran valor a este movimiento solidario. Raquel Checa, responsable del programa Desigualdad Cero de Oxfam Intermón, destaca sobre todo "la lección que están dando los jóvenes". Sin embargo, subraya que la respuesta a esta "crisis climática" ha de venir, sobre todo, del estado, y subraya que "esto no es un sprint, sino una carrera de fondo". Checa cuenta, además, que las necesidades en una emergencia como esta van cambiando cada día y aconseja canalizar las ayudas "hacia donaciones económicas a organizaciones de la confianza de cada uno".

Situación en Valencia tras las inundaciones causadas por la DANA.

Situación en Valencia tras las inundaciones causadas por la DANA. / EFE / Ana Escobar

9. Urbanismo en zonas inundables

La Comunitat Valenciana, una llanura con la desembocadura de un río y surcada por barrancos y rieras que llevan el agua al Mediterráneo o a la Albufera, tiene un 12% de su territorio catalogado como inundable. En esas zonas viven 600.000 personas y nada ha impedido que, pese a desgracias anteriores y a su largo historial de lluvias torrenciales, con el paso de los años se haya seguido construyendo junto a estos cauces sin apenas controles administrativos

En 1957, se desbordó el río Turia en la ciudad de Valencia, un episodio conocido como La gran Riada. Se construyó entonces un nuevo cauce del río, para que este rodease la ciudad en vez de cruzarla. En 1982, en el desbordamiento de la presa de Tous, La Pantaná, murieron 31 personas.  

Ahora, lo que se ha desbordado ha sido el barranco del Poyo, una cuenca con una extensión de 470 kilómetros cuadrados que se inicia en Cheste y Chiva y desemboca en la Albufera. En su recorrido, que normalmente está seco, atraviesa el centro de varios pueblos, pero con la furia la DANA se convirtió en una autopista de agua que desde el interior iba cogiendo cada vez más fuerza, inundando poblaciones donde no llovía o llovía muy poco.

Los expertos han explicado que las rieras y barrancos no actúan igual que los ríos con las crecidas. Los cauces mojados de los ríos van regulando el caudal, pero en estos cauces secos el suelo es impermeable y no traga. En lugares con pocas construcciones, el agua se extiende por los lados sin encontrar límites y su fuerza se diluye al extenderse. En lugares de más densidad urbanística, el cauce, al crecer, encuentra barreras que actúan como presas que se desbordan. Geólogos e ingenieros advierten contra esa temeridad urbanística y abogan por "renaturalizar": convertir las riberas de los cauces fluviales en espacios naturales.

Vista aérea de las inundaciones causadas en Paiporta, en Valencia, a causa de las fuertes lluvias causadas por la DANA la semana pasada.

Vista aérea de las inundaciones causadas en Paiporta, en Valencia, a causa de las fuertes lluvias causadas por la DANA la semana pasada. / EFE

10. Desafección política disparada

Si la desafección con respecto a los políticos pudiera medirse, existen pocas dudas de que habría batido todos los récords con la gestión del desastre de Valencia. Hubo al menos una pista muy clara de ese malestar: la tensión con la que se vivió, el pasado domingo, la visita de los Reyes, Pedro Sánchez y Carlos Mazón a Paiporta, una de las zonas más castigadas por el temporal. Todos salieron manchados de barro, y el presidente del Gobierno se llevó además una agresión física, presuntamente ejecutada por sicarios de la ultraderecha, que han mojado pan como nunca en la desesperación ciudadana.

Pero, al margen de ese episodio, el espectáculo que han ofrecido los políticos ha sido poco edificante. Detrás de cada intervención pública de miembros de la Generalitat y del Gobierno podía apreciarse muy claramente la voluntad de sacudirse culpas. Mazón, cuyo retraso a la hora de alertar a la población cuesta mucho de entender, trató de culpar a la UME y a todo el que no dependiera de la Generalitat, mientras veía como perdía minuto a minuto la confianza del presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. 

A Sánchez, sus adversarios le han acusado de partidista por vincular la aprobación de las ayudas a los perjudicados por la DANA con la aprobación de los Presupuestos. La sensación general es que los partidos son incapaces de olvidarse de las próximas elecciones ni siquiera tras una tragedia que ha provocado más de 200 muertes.

Vecinos de Paiporta increpan a las autoridades durante la visita real de este domingo.

Vecinos de Paiporta increpan a las autoridades durante la visita real de este domingo. / Ana Escobar EFE

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