Temporal
Segundo día de DANA en Aragón: "Los bomberos tuvieron que sacar a mi mujer y a mis hijas por la ventana"
Los vecinos de Montalbán y La Hoz de la Vieja, en las Cuencas Mineras, y los de Villar y Herrera de los Navarros, en Campo de Daroca, seguían achicando agua y barro un día después del paso de la gota fría
Alberto Arilla
Todavía con el susto en el cuerpo, Arturo, vecino de Montalbán, localidad de las Cuencas Mineras, relata lo vivido el pasado miércoles en los peores momentos de la DANA, cuando el temporal obligó a desalojar algunas viviendas por su cercanía con el río Martín, que estaba desbocado. "Los bomberos tuvieron que sacar a mi mujer y a mis hijas por la ventana". Pese a que por la noche, tanto Arturo, que en ese momento estaba trabajando, como su familia pudieron regresar, ayer por la mañana los agentes de Sarga y algunos vecinos todavía sacaban barro de la casa.
Este es tan solo es uno de los testimonios que refleja a la perfección cómo la gota fría que unas horas antes se había cebado con Valencia. El alcalde de Montalbán, Carlos Sánchez, supervisaba todas las operaciones a lo largo de la rambla. Una de ellas, referida al domicilio de Arturo y su familia, momento en el que Sánchez reflexiona, y así lo hace saber, sobre que todavía no han podido ir a revisar los campos. Lo prioritario, se desprende de sus palabras, es el pueblo y sus vecinos, que seguía recibiendo agua desde el cielo.
A unos metros, en el portal de Santa Engracia, Julián, montalbino por antonomasia de 72 años, subraya que recuerda un suceso similar, pero "cuando era muy pequeño". "Cada 30 o 40 años se repiten estas riadas, pero son más medianas. Tan grandes como esta, muy pocas veces", señala, a la vez que observa las devastadoras imágenes que tiene ante sí: coches volcados y totalmente siniestrados, camiones que no volverán a arrancar...
Unos metros más abajo, otro vecino achica barro de su portal. De domicilio habitual en Zaragoza, no ha sido hasta esta mañana cuando ha podido ir a limpiar la que es su segunda residencia. "La casa tiene 200 años. No ha habido daños graves, pero sí hay cierto dolor moral, porque hemos perdido fotos, documentos...", lamenta. Y a la par, en otro portal cercano, un anciano retira barro de su patio con lágrimas en los ojos.
15 kilómetros más arriba, en La Hoz de la Vieja, los habitantes habían madrugado para seguir achicando el agua. Y es que, hace tan solo un día, habían amanecido con su pueblo partido en dos. Varias pasarelas desfilaron con el temporal, arrancaron tuberías y pusieron en jaque la cotidaniedad de su día a día. La alcaldesa, Laura Royo, explica que sí es posible llegar al otro lado, donde ella reside, pero hay que dar un rodeo importante y "hay mucha gente mayor".
En la memoria de todos está la última gran riada, en 2013. "Nos costaron más de medio millón de euros las reparaciones", rememora Royo. Entonces, se habilitó una nueva depuradora y se construyeron puentes adaptadopara minusválidos. Ahora, hay quien estima que, solo rehacer las pasarelas, ya costaría un 10% del total invertido hace una década.
La tragedia también ha provocado un cambio de planes para el puente. Es el caso de Samuel, originario del pueblo pero que, por trabajo, reside en Zaragoza. "Teníamos planeado ir al Pirineo, pero evidentemente tendremos que venir a limpiar la casa. Nos ayudarán algunos amigos, que vendrán con nosotros", asevera. En su caso, el garaje y el interior del domicilio alcanzaron el metro de agua, aunque no hubo que lamentar daños mayores. "Como ya ha pasado otras veces, no dejamos objetos de valor".
Mientras, los habitantes se reencuentran tras un día sin verse. Cunden las preguntas típicas. "¿Cuánta agua te ha entrado a ti?" es, sin duda, la más repetida. Ahora, lo importante es terminar de achicar el agua y el barro, tarea en la que vecinos y Protección Civil colaboraban mientras la lluvia seguía cayendo... lo que también preocupaba, ya que el cauce está dañado y la seguridad ha disminuido.
Los problemas "de siempre"
Villar de los Navarros fue otro de los pueblos más sacudidos por la DANA. Horas después, con el temporal ya amainado, el énfasis se ponía en los problemas "de siempre". Así lo explican Rafa y Juanjo, vecinos y concejales del pueblo, en referencia al paso a Azuara, colapsado. "Es el que usamos para ir a Zaragoza y es vital para los pueblos de la sierra. Lo arreglaron hace apenas 20 días por la tormenta del 30 de agosto, y ya está otra vez así", lamentan, a la vez que piden una solución definitiva a las instituciones. "Que hagan un puente, un paso a nivel o lo que sea".
Unos kilómetros atrás, se aprecia el coche que arrastró el río. En medio de la nada, descansa a la espera del peritaje correspondiente, destrozado. Ahí está el otro paso cortado, a Plenas y Moyuela. "Este es el que usamos casi todos los vecinos para ir a trabajar", dicen Juanjo y Rafa, mientras intentan medir la parte del firme dañada. "Una riada más y hunde la carretera", aseguran.
En el pueblo, la suerte, en la acepción más generosa del término, es que apenas hubo un par de viviendas afectadas. Es ahí donde Luis que, a sus 18 años nunca había visto "nada igual", explica cómo su padre, único albañil del pueblo, se ha encargado de limpiar los caminos. "De normal se puede andar por el cauce", expone, y afirma haber oído hablar de otra riada importante.
Un suceso que no vivió, ya que pasó a finales de los 90, pero que no tuvo nada que ver. Rafa y Juanjo recuerdan que "fue por una tormenta de verano, pero a los 15 o 20 minutos ya había bajado". "Esta vez, ha estado horas y horas. De normal el río apenas lleva agua y en verano se seca", apostillan, con la mirada puesta en un paseo que colindaba con el cauce y que ha quedado devastado.
De extremo a extremo
Apenas una decena de kilómetros separan Villar y Herrera, dos pueblos que comparten el apellido: De los Navarros. Es en este segundo municipio donde el río homónimo se llevó dos de las tres pasarelas que comunicaban las dos partes del pueblo, aunque los puentes de hormigón y piedra aguantaron. "Antes estábamos deseando que lloviese por la sequía. Ahora, necesitamos que pare", dice resignado el alcalde, Enrique Felices, quién todavía no es capaz de cuantificar los daños.
El agua arrancó metros de asfalto junto al río, muros de hormigón y se llevó un coche, aunque pudieron salvarlo. "Las grúas están colapsadas y aún no han podido venir para llevarlo al taller", matiza. En ese momento, dos ancianos cruzan por la única pasarela que sigue en pie. "Ha crecido el río desde hace un rato", dice una de ellas, mientras su acompañante suscribe: "Anda que no tiene faena la confederación (por la CHE)".
Otro vecino, mientras, lamenta lo vivido, aunque en su caso no ha sufrido daños directos. "Llevo 50 años viviendo aquí y nunca había visto una riada así. La gente más mayor si habla de otra gran riada, pero hace muchísimos años", concluye. Una sensación difícil de digerir, pero que da una percepción fidedigna de lo que la gota fría es capaz de hacer.
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