MIGRACIONES

El retorno de los cerebros que migraron para encontrar trabajo y que vuelven a España por motivos personales: "Nos tiran nuestras raíces"

Parte de quienes partieron al extranjero por necesidad vuelven con currículums mejorados y más opciones de encontrar trabajo en España, pero lo hacen por cuestiones familiares

"Nació mi sobrino y lo conocí a los tres o cuatro meses porque no podía viajar desde Londres. Me pregunté si quería perderme eso o estar más cerca de mi familia", dice Leticia Romaniega

Ana Enríquez y Rodrigo Muñoz, sevillanos, se mudaron a París y Tianjín (China) volvieron a España.

Ana Enríquez y Rodrigo Muñoz, sevillanos, se mudaron a París y Tianjín (China) volvieron a España. / J. JIMÉNEZ/CEDIDA

Madrid

Vivieron una salida al mercado laboral complicada, muy complicada. En España, los profesionales cualificados no tenían hueco y muchos decidieron probar suerte en el extranjero. Ana Enríquez y Rodrigo Muñoz, sevillanos, y Leticia Romaniega, madrileña, se mudaron después de la crisis financiera de 2008 a París, Tianjín (China) y Londres, respectivamente. Todos han regresado, después de su aventura fuera de España, a su país de origen y la razón no reside en una mejora sustancial de las condiciones que ofrecen las empresas de sus sectores, sino en la necesidad de atender responsabilidades familiares o en la voluntad de estar cerca de su casa.

Ana Enríquez estudió la carrera de Arquitectura, que forma a profesionales para un sector que resultó "muy golpeado por la crisis de 2008", afirma al otro lado del teléfono, en Sevilla. "Bajó mucho la carga de trabajo y no había manera de desarrollar una carrera profesional porque no había oportunidades" y es por ello que aprovechó que no tenía cargas familiares y que estaba acostumbrada a moverse en otros países para lanzarse. Con la perspectiva que dan 14 años en París, Enríquez asegura que fue "un poco huida hacia adelante, apareció una oportunidad y no me lo pensé mucho, porque la situación me empujó a hacerlo". 

Encontró una beca de prácticas y se marchó a finales de 2010. "En principio, eran seis meses y era un entorno internacional multilingüe que me motivaba muchísimo a seguir y me esforcé para quedarme de forma permanente. Al final, me ofrecieron un contrato y me quedé en Francia 12 años, hasta 2020", momento en el que empezó a teletrabajar desde España. Con el fin de los confinamientos, iba y volvía a París, hasta que en 2022 se volvió a establecer en Sevilla por la enfermedad de un familiar cercano y dejó su casa y su trabajo de Francia.

A Leticia Romaniega, que estudió Empresariales, le ocurrió algo totalmente diferente: se marchó cuando tenía trabajo en Madrid y regresó dejando su empleo de Londres. Ella, por sus necesidades familiares, llevaba estudiando y trabajando desde los 15 años y se encontró a los 25 con una posición de Area Manager para una compañía de telecomunicaciones que veía que le iba a hacer estancarse. "Tenía un buen puesto y me gustaba lo que hacía, pero no me sentía completamente satisfecha o segura de que era ahí donde quería estar, así que me vi con casa, perro e hipoteca", recuerda. Siempre había tenido el anhelo de vivir un tiempo en el extranjero y, después de "darle vueltas... no muchas tampoco", cogió un avión a Londres.

El estilo de vida de España se echa de menos"

Leticia Romaniega

— Project Manager y Business Developer 'freelance'

"No tenía ninguna ambición específica de irme con un puesto de trabajo concreto, fui realista. Quería ir allí, tener esa experiencia y empecé a trabajar en una tienda de Hugo Boss. Estuve algo más de dos años, surgió una oportunidad en la oficina y empecé a trabajar en Head Office y estuve con ellos todo el tiempo que pasé en Reino Unido", de 2009 a 2018. Leticia, que llegó "siendo una niña y me hice mujer allí", se dio cuenta de que añoraba a su familia cuando su hermano y su cuñada, a los que está "muy unida", le comunicaron que iba a ser tía. "Yo estaba en un periodo en Hugo Boss en el que tenía una sobrecarga de trabajo brutal y bastante responsabilidad, por lo que podía viajar lo justo. Nació mi sobrino y lo conocí a los tres o cuatro meses. Me pregunté si quería perderme eso o estar más cerca de mi familia". Y, por supuesto, "el estilo de vida de España se echa de menos".

Volver a las raíces

Por su parte, Rodrigo Muñoz presenta una experiencia excepcional. Él terminó su grado en Traducción en la Universidad Autónoma de Barcelona en 1989. Tiene ahora 61 años y no emprendió su aventura en el extranjero hasta los 52. Había pasado un cuarto de siglo trabajando en una empresa de reparación de maquinaria pesada para petroquímicas y, cuando lo dejó, volvió a la traducción. Entró a un máster en la Universidad de Sevilla que se impartía en inglés y en español, y allí se encontró con compañeros llegados de China.

Rodrigo Muñoz imparte una clase en Tianjín (China).

Rodrigo Muñoz imparte una clase en Tianjín (China). / CEDIDA

"Yo dije: '¿Qué coño hacen estos aquí, en Sevilla? ¿Qué pasa, son súper dotados, están locos?'. A partir de ese momento, empecé a tener curiosidad por China y una antigua compañera me sugirió que probase suerte allí, porque había una universidad en la que buscaban gente", explica. Finalmente, no entró en ese centro, sino en la Universidad de Nankai, en Tianjín, cerca de Pekín, en 2015. Durante los dos primeros primeros años, desarrolló un puesto de lector, hasta que a los 54 consiguió sacar adelante su doctorado y entró a un grupo de investigación como lector.

El 9 de enero de 2020, por las vacaciones del Año Nuevo Chino, volvió a España de vacaciones y el brote de Wuhan que llevó al gobierno chino a cerrar las fronteras, dejó a Rodrigo sin posibilidades de volver al país en el que había dejado todos sus documentos de investigación. En esta coyuntura, comenzó a dar clases en línea a través de la UNIR y de la Universidad Francisco de Vitoria. Esos trabajos los fue manteniendo cuando pudo entrar de nuevo en China y se inició la etapa en la que ya se planteó que tenía que retornar a España: "Tienes que ser un poco más serio, porque en China a los profesores extranjeros nos llaman 'monos blancos'. Es algo que queda muy bonito, pero, en una nación en la que antes de la pandemia sólo el 0,7% de los ciudadanos venían de fuera, no te valoran demasiado porque eres un posible enemigo", señala.

 Este sevillano, de familia canaria, que vivió ocho años en China y que ahora reside en Madrid, dice experimentar un "shock cultural inverso", alguien que es de todas esas partes pero de ninguna por completo, y que percibe todos los detalles de la idiosincrasia de cada lugar. Había cosas de España que no podía trasladar a China y se planteó si su "futuro ideal" estaba allí o aquí. Se decantó entonces por sus orígenes. "Tiran las raíces, es algo inevitable", sostiene, "porque yo siempre digo que no puedo ser más otra cosa más que español, y un español lo que hace es volver a España. Aquí estoy mejor, tanto a nivel profesional como a nivel personal".

Una fuga de cerebros por crisis

Las experiencias de Ana, Leticia y Rodrigo no son únicas. Las empresas se están encontrando con este tipo de perfiles cualificados que se trasladaron al extranjero para encontrar trabajo y que por razones personales y familiares deciden volver a su tierra. La consultora tecnológica Paradigma Digital, para la que Leticia Romaniega está haciendo un proceso de selección, se encuentra buscando directores de proyecto con buen nivel de inglés y experiencia profesional.

A Marta Gómez, su responsable de People, le sorprende que "posiciones como estas llegan con ganas de volver a España". "Nosotros a esa gente la estamos valorando y nos enriquece esta visión diferente", asegura. También lo percibe así Rodrigo, que se ha dado cuenta de que las empresas se fijan más "en mi experiencia del tiempo que he estado en China" que en las acreditaciones de títulos que presenta.

Las fugas de cerebros son cíclicas, la de 2008 se repitió con la siguiente recesión, la de la pandemia. Cada crisis viene acompañada de una escapada de talento desde España hacia otros países. De acuerdo con un informe de la Fundación BBVA-Ivie publicado a finales del año pasado, la población española que emigraba en 2021 ya alcanzaba las cotas que se dieron en 2009. La Fundación cifraba el valor del capital humano perdido en 2022 en unos 154.800 millones de euros, lo que suponía un 40% más que en 2019.

Lecciones del regreso a España

A Leticia Romaniega le gustaría que se implementase en España "el valor que en Londres le dan al talento sobre los títulos". "En mi vida laboral me he encontrado a gente que tenía titulaciones varias y no tenía sentido común. A la gente se le cierran puertas por no tener una titulación, que lo entiendo en un puesto técnico, pero no siempre es indispensable y no se confía tanto en el talento como en Reino Unido", dice esta Project Manager y Business Developer freelance, que coincidió en la tienda de Hugo Boss en la capital británica con "un chico que no hablaba inglés, pero tenía tanto interés que empezó en el almacén y acabó en el departamento financiero".

Los salarios se han estancado y no han evolucionado, han ido incluso a la baja"

Ana Enríquez

— Arquitecta

La situación en España de cada uno de los sectores en los que han discurrido estos tres profesionales han cambiado en los años que han permanecido fuera en cuestiones de conciliación. "Antes de irme, no salía del estudio antes de las ocho de la tarde, como muy pronto, y ahora cuesta encontrar gente en la oficina a las seis de la tarde. Es una ventaja enorme, pero en Francia daban por hecho ese derecho a tener una vida fuera del trabajo", dice Ana Enríquez. No ha variado tanto en cuanto al dinero: "Los salarios se han estancado y no han evolucionado, han ido incluso a la baja".

Rodrigo Muñoz reconoce que su futuro profesional hipotético hubiese sido "mucho más negativo" si no hubiese emprendido el camino hacia China. Su mundo, el académico, es especialmente despiadado en cuanto a condiciones laborales. La universidad española valora (e incluso obliga en el caso de los investigadores) las experiencias internacionales, que un profesional "conozca otros matices de la disciplina, que mire otros puntos de vista, que se encuentren en otras situaciones en las que no esté tan protegido".

Ana Enríquez se ha dado cuenta de que, salvo en ciertas empresas que tienen en España ámbitos de trabajos más internacionales, las compañías buscan a quienes llegan con experiencias en el extranjero para "mandarnos fuera, pero yo acabo de volver, me quiero quedar un ratito". "España sigue siendo un país aparte, muy aislado del resto de Europa y centrado en sí mismo. Se nos saca poco provecho a los que venimos de fuera", zanja esta arquitecta.

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