Tomatina 2024
Buñol se tiñe de rojo con la Tomatina
Más de 20.000 personas se han disparado 120.000 kilos de tomate en un auténtico Mar rojo
Joan Palací Miralles
Una vez el reloj ha marcado las 12 del mediodía, ha volado el primer tomate en las calles de Buñol. La tradicional batalla de la Tomatina había empezado. El ejército formado por participantes de todo el mundo, se contaba por millares y compartían un mismo objetivo: pasarlo bien y disfrutar de la jornada. Y es que a diestro y siniestro se han disparado tomates contagiándose con la risa y exaltación. Poco a poco las calles se han convertido en un hervidero de alegría que se tiñó del característico color rojo de la hortaliza.
Minutos antes de estallar la 'guerra' los asistentes se han ido congregando alrededor de la Plaza del Pueblo, entre la Calle de San Luis y la del Cid. Allí estaba esperándoles el tradicional juego del 'palo jabón', en el cual los más valientes han tratado de escalar un poste vertical de madera enjabonado que tenía un jamón en el extremo superior. Una tarea de paciencia y maña, pero que ha resultado imposible. Nadie ha logado bajarlo. Las pirámides humanas que se formaban para tratar de sostener a los escaladores no han sido eficaces para alcanzar la paleta, y se han resbalado una infinidad de veces.
Una fiesta inmesrsa en un Mar rojo
Con el disparo inicial de la carrasca se dispuso la 77 edición de la mundialmente conocida, "tomato fight". Los más de 20.000 asistentes dispararon por doquier los más de 120.000 kilos de tomates de variedad pera que tenían como munición y conquistaron el interior de la ciudad. En tan solo una hora, los seis camiones que proveían el cargamento -pura logística tomatera-, han suministrado toda la artillería a los participantes, y las calles de Buñol se han transformado en un auténtico mar rojo. Donde el caudal aumentaba por las descargas de agua que hacían los vecinos con cubos desde los balcones. Así, sin tapujos, la gente bailaba, cantaba y reía mientras se remojaba entre olas de tomate.
Desde el comienzo de la mañana, ya se empezaba a notar el júbilo en Buñol. El recorrido (la Calle de San Luis y la Calle del Cid) se iba llenando poco a poco de quienes a lo largo del día se convertirían en soldados de la fiesta. La Tomatina se ha internacionalizado, asisten personas de todo el mundo: Reino Unido, India, Estados Unidos, Japón y decenas de países más. Si el municipio cuenta con 9.800 habitantes, durante la celebración de la Tomatina concentra a más de 30.000 personas. De las cuales 22.000 han participado en el evento.
Durante los primeros minutos después del ‘tomatazo’ de salida aún se podían distinguir los adoquines de la calle, pero enseguida han quedado cubiertos por el zumo recién exprimido. En el ambiente la indumentaria ha sido digna de una batalla, con buena armadura: bañador, gafas de natación o de buceo, y escarpines o cangrejeras, además de una clásica camiseta blanca.
Evitar que daños mayores por el tomate era de suma importancia, y tanto las personas como los edificios estaban protegidos hasta los dientes. Las fachadas de las casas colgaban grandes lonas para no contagiarse con la salsa, y la mayoría de quienes han acudido a la Tomatina de Buñol lo han hecho con camisetas blancas. Pero nada se ha salvado de llevarse una buena mancha. Y se ha podido observar cómo tanto las calles como la misma ropa de los asistentes ha absorbido el color rojizo de los tomates que se han arrojado.
Los camiones han llegado con sorpresas
El desarrollo de la batalla ha puesto la amistad y alegría a los niveles. Pues los camiones han llegado cargados de sorpresas, ya que por primera vez podían subir personas no buñoleras. Y la vanguardia de la 'gran batalla' han tenido como tripulantes del primer remolque a Carlos Mazón, presidente de la Generalitat, Vicente Mompó, presidente de la Diputació de Valencia, Nuria Montes, consellera de Innovación e Industria, Virginia Sáenz, alcaldesa de Buñol y el síndic del PP, Juanfran Pérez Llorca. Quienes iban acompañados de vecinos y vecinas de Buñol.
La Tomatina 2024 ha sido un auténtico clamor. Ha acogido a personas de todo el mundo. China, Estados Unidos, Australia, Canada, Japón, India, Reino Unido, Huelva y Burriana se han unido en Buñol en la guerra más amable, alegre y esperada del año. Un acontecimiento al que todos han llegado impolutos, pero que se han vuelto colorados a base de tomatazos. Un souvenir asegurado.
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