Adiós a un periodista ilustrado y un apasionado melómano

Guillermo García-Alcalde, un músico enamorado del periodismo

Es difícil encontrar un artículo o un discurso suyo en los que no mostrara su interés por lo futuro, más que por lo presente o lo pasado

Guillermo García-Alcalde presenta a Santiago Carrillo en una conferencia en el Club Prensa Canaria, hoy Club La Provincia.

Guillermo García-Alcalde presenta a Santiago Carrillo en una conferencia en el Club Prensa Canaria, hoy Club La Provincia. / LA PROVINCIA / DLP

Jesús Montesdeoca

«No es exacto decir que hice periódicos. Los periódicos me hicieron a mí». Con esta frase el periodista Guillermo García-Alcalde, que acaba de morir en Las Palmas de Gran Canaria, concluyó en 2016 un artículo sobre sus recuerdos de medio siglo en LA PROVINCIA. La libertad de expresión y la búsqueda de la verdad, perseguir la objetividad y la independencia por encima de otras coyunturas, más el día a día de la profesión periodística, fueron los ingredientes que modelaron su pensamiento y su ideología. Eso es lo que revelan sus escritos y también las declaraciones de quienes le acompañaron en sus proyectos.

Se aprecian dos constantes en sus reflexiones personales y en su trabajo como periodista y editor. La primera, mirar siempre hacia el futuro, abrirse hacia las nuevas ideas y las modernas tecnologías. La otra, apasionarse con cada nueva aventura y contagiar a los que estaban alrededor, ya fuera en el periodismo, la empresa, la música o cualquier otra manifestación artística.

Es difícil encontrar un artículo o un discurso suyo en los que no mostrara su interés por lo futuro, más que por lo presente o lo pasado. Como es habitual en la tarea periodística, lo único que importa es lo que se va a publicar mañana. «En un medio que está en la calle -escribía en 2011- todo es joven por definición, puesto que la vida se radicaliza en lapsos de 24 horas, desde que aparece una edición hasta que la siguiente sale de la máquina; difícilmente encontraremos en productos tan elaborados como el cotidiano de prensa un criterio de vida tan efímero». Sin embargo, sostenía que «nacer y morir a ese ritmo y con tal frecuencia no es agotador, como pudiera parecer, sino todo lo contrario, inagotablemente regenerador».

«Por eso -añadía- y porque siempre andamos enredados en lo que interesa mañana, a los periodistas nos cuesta echar la vista atrás. El ayer es carne de hemeroteca, muy respetable y sin duda fundamental para sortear las flaquezas de la memoria. Fuera de eso, el ayer ya no está ni se le espera; es un ente de razón que sobrevive en algún pliegue neuronal o en un ángulo perdido de la hélice genética».

Sus inquietudes intelectuales se encaminaron desde muy joven hacia el periodismo y el uso de la palabra como bien supremo, como recordaba siempre al evocar sus primeros pasos en la profesión, en los duros tiempos en que la libertad de expresión estaba cercenada por la dictadura.

Empezar de cero y aprender de la vida

Pensaba que un informador vocacional debía empezar casi desde cero e ir aprendiendo de la vida y del trabajo de los compañeros. Así lo hizo él desde el año 1962, reconocía con orgullo, primero como «colaborador chusquero, emocionado al ver en letra impresa las pequeñas croniquillas enviadas por correo» al periódico de su región, La Voz de Asturias.

Aunque su pasión era el piano, ver publicadas sus críticas musicales le animaron a estudiar la carrera y a convertirse en periodista profesional. Tuvo buenos maestros en la universidad y en las redacciones por donde recaló, personas que buscaban cualquier resquicio para sortear la censura del régimen franquista.

Uno de los que más influyó en su pensamiento en aquellos primeros años fue José Luis Martínez Albertos, el que le trajo por primera vez a Las Palmas de Gran Canaria para poner en marcha, en diciembre de 1966, la segunda etapa de LA PROVINCIA, que había desaparecido de los quioscos tras la Guerra Civil.

Martínez Albertos montó la primera redacción de este periódico con informadores locales, la mayoría procedentes del Diario de Las Palmas, la otra cabecera de la empresa Editorial Prensa Canaria, y con jóvenes recién salidos de las escuelas oficiales de periodismo de la Península. Aquellos primeros meses en Canarias fueron fundamentales en la formación de García-Alcalde y recordaba así aquella etapa: «Aquel primer director, inolvidable por su saber y su integridad moral, me enseñó el oficio, persuadiéndome del valor del equipo por encima del lucimiento personal; y nos transmitió a todos una ética profesional sostenida en toda circunstancia».

Fueron tiempos complicados porque la censura se cebó con el nuevo periódico de la mañana, competencia de los medios de comunicación del régimen. Se sucedieron los expedientes gubernativos, nueve en total, y hasta un secuestro de la tirada. Aquellas sanciones, decía García-Alcalde, fueron «una advertencia nada indirecta de que íbamos por el mal camino en la interpretación de la famosa Ley Fraga, acaso muy aperturista en pleno franquismo pero tan parecida a la libertad como un huevo a una castaña». Aunque la empresa pedía prudencia, pero no ponía una mordaza, aquellos jóvenes le cogieron el gusto a descifrar la Ley Fraga según su propio criterio y «no había palo que los llevara al buen camino».

Martínez Albertos renunció a los seis meses para luego convertirse en uno de los primeros catedráticos de Ciencias de la Información, autor de manuales de redacción que fueron referentes obligados para varias generaciones de profesionales. Pocos meses después, García-Alcalde también tuvo que volver a la Península para hacer el servicio militar, que había evitado hasta ese momento con varias solicitudes de prórroga.

Martínez Albertos también guarda buenos recuerdos de aquella época en que coincidió con García-Alcalde. En 2006, con motivo del 40 aniversario de la segunda etapa del periódico, rememoró aquella aventura: «LA PROVINCIA despertó de un largo sueño el 18 de diciembre de 1966 y volvió a la lucha diaria para recuperar el tiempo perdido. Fue un periódico progresista y atrevido, siempre dispuesto a atender el intocable derecho de los ciudadanos a recibir una información veraz, es decir, una información técnicamente correcta y viva». A su juicio, con la impronta de García-Alcalde «fue siempre un periódico pionero, lo fue en la España del régimen franquista y lo es en la España democrática y libre».

Regreso a Gran Canaria

García-Alcalde volvió a Gran Canaria en 1972, ya como director de LA PROVINCIA, y empezó a trasladar a sus páginas todas esas inquietudes, aunque cada paso por la objetividad informativa y la independencia empresarial era un calvario. En los cinco años previos, entre su precipitada salida hacia la mili y su regreso, se sucedieron tres directores: Joaquín Muniain, José Vilchez Criado y Juan Francisco Sardaña Fabián. Fue este último quien lo estabilizó entre 1968 y 1972, aunque Matías Vega Guerra llegó a plantearse la posibilidad de cerrar el periódico «por las penurias y la zozobra económica de los primeros años», relató Francisco Cansino en su obra 25 años de periodismo en Gran Canaria.

Cansino, recordado periodista que investigó aquella etapa, dejó escrito en su libro que García-Alcalde y su equipo «supieron conectar con la sociedad grancanaria y hacer de su medio de comunicación un vehículo en el que se reflejaban los problemas de esa nueva sociedad nacida tras la etapa de emigración del campo y las islas no capitalinas hacia Las Palmas de Gran Canaria, en primer término, y del boom turístico de la capital, después».

Esa sociedad que vivía «constantes y profundos cambios», resaltó Cansino, «necesitaba de medios de comunicación y de unos profesionales de la información que fueran capaces de reflejar los problemas que sufrían día a día los ciudadanos de Canarias, pero, de manera especial, los problemas de las generaciones nacidas a mediados de los años cuarenta y principios de los cincuenta, que tenían una forma muy diferente de ver las relaciones políticas y sociales en una sociedad que seguía anclada en el franquismo político y sociológico».

Con 31 años, lo que le convirtió en el director de periódico más joven de España, García-Alcalde se puso al frente del diario y vivió en primera linea los últimos estertores de la dictadura y los primeros años de la transición. En ese tiempo se aprobó el Régimen Económico y Fiscal (REF) de Canarias, se inició el movimiento ciudadano para crear la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), murió el almirante Carrero Blanco en un atentado de ETA, empezaron las emisiones independentistas del Mpaiac de Antonio Cubillo desde Argel, se produjo el secuestro y desaparición del empresario Eufemiano Fuentes, la marcha verde organizada por Marruecos precipitó la salida de España del Sahara Occidental y abrió un conflicto geoestratégico que aún no se ha cerrado, murió Franco (García-Alcalde confesó que esa madrugada se descorchó champán en la redacción mientras se confeccionaba la noticia), fue coronado el Rey Juan Carlos I, se legalizaron los partidos políticos y se celebraron las primeras elecciones libres en España.

Para sorpresa de todos, fue destituido a los cinco años. Aunque nunca le explicaron los motivos, él siempre sospechó que estuvo relacionado con el fracaso de la derecha franquista, encarnada por Alianza Popular, en esos comicios preconstituciones de 1977. Al rememorar aquellos días, comentó años después: «LA PROVINCIA ya era líder de prensa en Canarias y todo parecía ir muy bien. Ciertamente, no bailábamos al son de ninguno de los partidos nacidos tras la muerte de Franco, celosos como éramos de un pluralismo fundamental en la estructura del nuevo Estado. Pese a tan desconcertante fin de etapa, aquellos cinco año en la dirección del periódico -la única que desempeñé- marcarían fecundamente el resto de mis responsabilidades profesionales».

La etapa más apasionante de su vida, junto a Moll

El siguiente hito que marcó la trayectoria laboral e intelectual de García-Alcalde ocurrió el 6 de diciembre de 1978. Ese día se promulgó la Constitución Española, pero también se concretó la entrada de Javier Moll de Miguel en Editorial Prensa Canaria, como copropietario y principal ejecutivo.

«Ahí empezó la etapa más apasionante y vertiginosa de mi vida. Javier Moll lo cambió todo, poniendo a LA PROVINCIA en punta tecnológica; no pasaba un día sin una idea nueva, y los contenidos cabalgaron sin descanso hacia la modernidad, liberados de las últimas nubes de la dictadura en el proceso pluralista y democrático que transformaba todo el país», contó.

Ya como directivo de la empresa, y junto a Juan Ignacio Jiménez Mesa, García-Alcalde ayudó a Javier Moll en la transformación de Editorial Prensa Canaria hasta convertirse en la gran empresa de comunicación que es hoy en día. En la isla, eso incluyó crear la emisora Radio Canarias, abrir el Club Prensa como foro de debate en febrero de 1980 y estrechar las relaciones con el mundo del arte, la educación o la ciencia.

Es decir, poniendo los dos periódicos y los demás medios de la empresa a disposición de los artistas y de los jóvenes creadores, así como de los múltiples colectivos políticos, económicos, sociales, culturales, vecinales o deportivos que emergieron en los primeros años de la democracia.

Esa era la forma de lograr la pluralidad informativa por la que tanto se había batallado en la dictadura. El Club Prensa ha sido desde entonces una tribuna abierta a todas las ideas y tendencias políticas, así como escenario de debates electorales en cada nueva cita con las urnas. Por sus instalaciones en la calle León y Castillo han pasado los principales protagonistas de la vida política española y canaria de los últimos 40 años, de todo el arco parlamentario y también de grupos minoritarios que nunca han tenido otra plataforma mejor para lanzar sus mensajes. Hasta el líder independentista Antonio Cubillo tuvo oportunidad de exponer sus propuestas a su vuelta de Argelia.

García-Alcalde también acudía a otros foros. Fue un acontecimiento, en 1981, cuando presentó a Santiago Carrillo en un cena-coloquio organizada por el Partido Comunista en el restaurante Hermanos Rogelio, una señal de que la editorial no renunciaba a la pluralidad política pese a las presiones de los últimos representantes del franquismo en las Islas.

«El concepto central del pensamiento editorial»

A esa apertura de ideas se unió lo que García-Alcalde llamaba «el concepto central del pensamiento editorial» de Javier Moll, el periodismo de proximidad, que privilegia el interés regional de la noticia sobre el nacional. «Hemos recorrido un largo camino de autognosis, por emplear el concepto orteguiano, pasando sucesivas fases de reencuentro con nuestra consciencia profesional en la mejor respuesta posible a la función que nos atañe y el respeto a la libertad crítica de la audiencia», comentaba. A su juicio, «la universalidad informativa y de servicios será tanto más eficaz cuanto mejor dimane del periodismo de proximidad, que intenta hacer suyo el principio de personalizar las masas».

Ejemplo de esa filosofía es el papel que jugó el periódico en el nacimiento de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). García-Alcalde recordaba en uno de sus artículos sobre esa etapa que «fue en la famosa asamblea del Gabinete Literario donde ciudadanos como el doctor Juan Díaz, presidente del Museo Canario, y otros como Carlos Bosch Millares, Luis Jorge Ramírez o Nicolás Díaz-Saavedra formularon un verdadero corpus reivindicativo que, incesantemente propagado y potenciado por la megafonía impresa de LA PROVINCIA, sin tapujos ni medias tintas, dio salida a la ‘larga marcha’ que, pasando por encima del Colegio Universitario y de la Universidad Politécnica creada para tapar bocas, dobló el codo de los implacables monopolistas tinerfeños en las manifestaciones de 1982 y 1988, participadas por miles de grancanarios, hasta que Lorenzo Olarte firmó, como presidente del Gobierno de Canarias, el decreto de la Universidad plena». Para García-Alcalde, los primeros años de aquella movilización deberían permanecer en la memoria de los grancanarios como «nervio de un periodismo volcado en la más constructiva beligerancia».

Crítico de arte y amigo de artistas

De ese apoyo constante a la cultura no solo dan fe sus aportaciones a la promoción de la música clásica y el ballet, en todas sus facetas, sino al resto de disciplinas artísticas. En 2017 recibió el Premio Lola Massieu, otorgado por la Asociación Islas Canarias de Artistas Visuales (AICAV), y en su discurso de agradecimiento reflejó algunas de sus vivencias e inquietudes en ese campo durante el medio siglo que vivió en Gran Canaria.

«Si mis amigos escultores y pintores han convenido en darme este galardón es por mi voluntad desigualmente lograda, pero constante, de desarrollar un periodismo cultural a lo largo de mi vida activa desde que, en 1972, asumí la dirección de LA PROVINCIA, entre otras cosas, por la voluntad de entender el núcleo más íntimo de la creación musical y de la visual», resaltó al recibir el reconocimiento de manos de Martín Chirino (fallecido en 2019), Leopoldo Emperador y Manolo González.

«Mis amigos artistas aquí en Canarias», continuó, «han propiciado generosamente mi proximidad con el impulso y los significados de su obra; les debo las experiencias más esclarecedoras. Martín Chirino, el primero de los escultores españoles y uno de los grandes del mundo, ha querido llevarme a los consejos de administración y ser asesor del CAAM, por él fundado y dirigido en su primera década, una década prodigiosa en la que vimos repetirse el nombre y la obra de la institución en los libros y publicaciones culturales más respetadas del orbe de la cultura».

Manolo González, vicepresidente de AICAV, subrayó en ese acto que García-Alcalde apoyó con entusiasmo en la creación del suplemento semanal Cultura de LA PROVINCIA, en el que desde 1989 han tenido cabida textos, entrevistas y reseñas de artistas visuales, críticos de arte y exposiciones. También abrió en 1979 la Galería de Arte del Club Prensa Canaria (hoy Club La Provincia), donde centenares de artistas jóvenes han expuesto sus creaciones en las últimas cuatro décadas.

«Su firma en la crítica de música, danza y artes plásticas ya es clásica en este medio y en numerosos catálogos de arte. Desde su posición en el grupo editorial ha favorecido y cuidado de dar recorrido en los medios de difusión pública a su alcance, a la actividad de los artistas canarios, y del arte en Canarias, con extensas publicaciones en las que se ha cubierto exposiciones de artistas individuales, colectivas y la programación de los centros de arte, más allá del obligado y necesario espacio cultural de cualquier medio de comunicación. Generoso, ha sido gran estímulo para tantos creadores, que han encontrado en él un provocador acicate, un revulsivo intelectual. Ha dedicado tanta atención a artistas consolidados y proyectos institucionales, grandes y menores, como cuidado a los artistas emergentes, convencido de la importancia que todo tiene para el devenir de la cultura en Canarias», relató el escultor de El Tritón.

Académico y jurado del Premio Príncipe de Asturias de las Artes

Esa estrecha relación con el mundo de cultura tuvo otras recompensas, como ser miembro de la Real Academia Canaria de Bellas Artes de San Miguel Arcángel; de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid; miembro fundador y socio de honor de Promuscan; presidente de la Asociación Wagneriana de Canarias, o jurado del Premio Príncipe de Asturias de las Artes.

La literatura fue otro de los campos que cultivó, bien promocionando a los escritores isleños, jóvenes o consagrados, o implicándose directamente en el análisis de sus obras. Fue gran amigo de autores reconocidos como Justo Jorge Padrón, Manuel Padorno, Luis León Barreto, Lázaro Santana, Juan Cruz o Eduardo Padorno, pero también se le podía ver en primera fila en cualquier presentación de un libro de escritores noveles.

«La palabra y, por extensión, el lenguaje, es un universo que siempre moviliza mi curiosidad y dirige mis opiniones sobre cualquier clase de escritura, literaria o no. La ciencia lingüística descubre y clarifica los conceptos designados con palabras y se constituye en herramienta básica del conocimiento. El conocer abre caminos al saber, y a través de ellos llegamos al fenómeno de identificación de la palabra y el pensamiento», confesaba en un trabajo publicado en 2014 en la revista Nexo, titulado El método crítico de un lingüista, a propósito del filólogo rumano Dan Munteanu Colán, afincado primero en Oviedo y ahora en Gran Canaria.

También realizó un estudio sobre la obra sobre el escritor grancanario Tomás Morales, que plasmó en una de sus últimas conferencias, en noviembre de 2021, en la Fundación Martín Chirino del Castillo de La Luz. Bajo el título de Tomás Morales y la llama alejandrina, reivindicó al poeta originario de Moya como uno de los principales exponentes del Modernismo en España.

El propio García-Alcalde deja una amplia colección de libros sobre comunicación, arte o literatura, unos como único autor, algunos como prologuista, y los demás en colaboración con otros escritores o periodistas. Se trata de títulos como Leopoldo Emperador 1990-2003; Descubriendo a Chejov; Homenaje a Lothar Siemens; Falcón Sanabria, compositor; Papeles Sueltos; El Jardín Perfumado; Reo de yoismo; En un extraño país; Realidad o ficción; o Episodios Regionales.

Uno de esos libros, el que mejor refleja en el título su filosofía de vida y de trabajo, lo publicó en 1986 y lo tituló Libre paso al día de mañana.