LA VIDA CONTIGO

La vuelta de los infiernos de los Crocs: el zapato del amor-odio resurge a lo grande

El 'milagro pandémico' y su cambio estructural han hecho que registraran 3.600 millones de dólares de ingresos netos en 2022

Doogie Lish Sandtiger, con sus cientos de pares de Crocs.

Doogie Lish Sandtiger, con sus cientos de pares de Crocs. / Cedida

María G. San Narciso

Los crocs, esos zuecos con aspecto de zapatillas con agujeros, aparecieron en el 2001 para convertirse en los zapatos que más amor-odio han desprendido entre los consumidores. Son cómodas, ideales para jornadas de trabajo de pie largas, pero con un diseño diferente que ha dejado miles de memes en la red. Su historia en estos más de veinte años ha sido como una montaña rusa, pero la pandemia les ha puesto en la cima de la cuesta.

En los últimos meses, cada vez hay más personas que utilizan sus crocs (con y sin calcetines) más allá de sus lugares de trabajo. Lleva años siendo común verlos puestos en personal de cocina, de limpieza, hospitales o farmacias. Pero el zueco se convirtió en un elemento básico del armario para consumidores que buscaban comodidad durante su estilo de vida pandémico. A tenor de las últimas cifras publicadas por la compañía parece que, por el momento, la fiebre continúa.

Las crocs customizadas.

Las crocs customizadas. / CROCS

Le pasó a Jaime, un chico almeriense que desde hace unos meses está detrás de la cuenta de Instagram 'People wearing crocs', donde captura imágenes callejeras de estos zapatos. Explica que durante la pandemia empezó a ponerse unas de estas sandalias que tenía viejas a modo de zapatilla para estar por casa. "Se adaptaron por completo y no me las quitaba. A medida que las medidas de seguridad fueron siendo más laxas, fui atreviéndome a pasear con ellas por la calle. Compré unas más nuevas y customizables con jibbitz (pins de distintas formas y colores que se colocan en sus zuecos o sandalias). Al final, pasé todo el verano con ellas puestas", relata. En su opinión, las crocs tienen algo que cree que valoramos mucho tras la pandemia, que es "la comodidad pero sin dejar de lado el estilo y el rollo". "Por eso son un calzado tan único", afirma.

Éxito en bolsa

Como él hay miles y miles de personas en todo el mundo. Desde 2019, las ventas anuales de la empresa han aumentado un 200%. Crocs reportó ingresos en el cuarto trimestre de 2020 de 945,2 millones de dólares (unos 873 millones de euros), lo que supuso un aumento del 61,1% con respecto al mismo período del año anterior. Para el año fiscal completo, los ingresos netos fueron de 3.600 millones de dólares (3.324 en euros), un aumento de más del 53% con respecto a 2021 y todo un récord para la empresa. "Prevemos otro año récord en 2023 con un crecimiento que se espera que esté liderado por las sandalias y el mercado internacional para la marca Crocs, y una mayor penetración en el mercado estadounidense para HeyDude", apuntaba el CEO de la empresa, Andrew Rees.

Crocs adquirió el pasado año HeyDude, una marca italiana de calzado informal, tras un acuerdo multimillonario que no convenció a todos los inversores, pero que de momento parece estar dando resultados de ventas, como pronosticaba Rees, quien mantiene como objetivo ingresar 5.000 millones de dólares en 2026. Desde febrero hasta diciembre de 2022, estos ingresos sumaron más de 840 millones de euros.

La vuelta de los infiernos de los Crocs: el zapato del amor-odio resurge a lo grande.

La vuelta de los infiernos de los Crocs: el zapato del amor-odio resurge a lo grande.

Todo ese optimismo se ha contagiado en la bolsa. Las acciones de Crocs se han disparado por encima del 160% desde enero de 2020. Si ese mes las acciones rondaban los 40 dólares (unos 37 euros), algo menos en febrero, en la última semana han superado los 115 dólares (106 euros).

Una historia de idas y venidas

Pero no todo ha sido un camino de rosas. La historia de estos zapatos se remonta a 2001. Poco a poco, fueron ganando popularidad entre los consumidores. En 2007 llegaron a vender 50 millones de pares. Pero con la crisis económica de 2008, un mercado que estaba algo saturado con el producto, y las miles de imitaciones que había en todo el mundo, la empresa se precipitó al vacío. En solo un año había pasado de los 200 millones de dólares en ganancias a los 200 millones de dólares en pérdidas. Ni siquiera el fichaje de varios famosos para promocionar sus zuecos y sandalias, como el actor John Cena o la actriz Drew Barrymore, dio resultados. Muchos lo dieron casi por muerto.

Sus ingresos netos alcanzaron los 3.600 millones de dólares el último año fiscal

En 2013, el gigante de las inversiones Blackstone puso 200 millones de dólares en el negocio a cambio de acciones preferentes. A partir de ese momento dio comienzo el proceso de reestructuración. Cerraron cientos de tiendas en todo el mundo y sus fábricas, ubicadas en México y en Italia, para reducir costes y dejar la producción en manos de terceros. También eliminaron algunos de los modelos de zapatos con menos ventas y apostaron todo por su básico: la sandalia de resina de colores que todos tenemos en la mente.

Público joven

Parte de esa reestructuración tuvo lugar bajo el mando de Andrew Rees, quien tomó el mando de la dirección ejecutiva en 2017, tres años después de entrar en la empresa. Con él se han potenciado las campañas de comunicación y de marketing. Hemos visto con las crocs puestas a Bad Bunny, Justin Bieber y Rosalía (y hasta al ex presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, aunque lo más probable s que él no fuera parte de ningún plan). Tienen 1,6 millones de seguidores en Instagram, más de 920.000 en TikTok y 165.000 en Twitter, lo que indica que su estrategia está funcionando para llegar a la población joven.

"Crocs ha hecho unas campañas brutales durante los últimos años, y apuestan mucho por el marketing en redes sociales y colaborando con artistas y creadores de contenido un poco más underground y no tan mainstream. Así ha conseguido hacer que la mente del consumidor pase a pensar que la crocs son un zapato cómodo para sanitarios, a un calzado con estilo propio", asegura Jaime. "A mí me encanta lo cómodas que son y que las puedes personalizar mucho con pins y cosas. Hay gente que se ha quedado mirándomelas, pero nunca me han dicho nada", apunta María, una chica de Valladolid que las combina con calcetines.

Doogie Lish Sandtiger, un hombre de Connecticut (Estados Unidos), está alimentando el hashtag #CrocsWorldRecord que, de momento, parece que lo gana él. En el exacto momento en que este periódico se ha puesto en contacto con él, tenía la llamativa cantidad de 2.103 pares de Crocs. "[La cantidad] cambia casi todos los días porque siempre estoy comprando y a la caza de nuevas Crocs, especialmente aquellas súper raras, de edición limitadas y pares que ya han sido retirados", asegura.

Anónimos y famosos seguirán dándole publicidad con hashtags y fotografías en las que se ponen estas sandalias que se sienten como zapatillas pero que no dejan de ser unos de los zapatos más llamativos del mercado. Tener estilo, pero estando cómodo, es la fórmula para que las ventas se mantengan y que esa montaña rusa se mantenga en lo alto. Otra vez.