Se llama Jacinta Fernández Simón, nacida en Torre de Don Miguel, en pleno corazón de la Sierra de Gata, pero lleva viviendo en Cáceres más de 50 años. Hoy Jacinta se ha convertido en una de las grandes protagonistas del XXV Congreso de la Empresa Nacional celebrado en el Palacio de Congresos, edificio al que llegó antes de las nueve de la mañana para cumplir su sueño: estrechar la mano del Rey Felipe VI.

Primero lo intentó guardando cola entre los invitados, pero como no tenía acreditación, su intención se tornó en infructuosa. Sin embargo, imbatible al desaliento, no lo dio todo por perdido. Se dio cuenta de que el Mercedes de la Casa Real que había traído al monarca hasta aquí había aparcado al final del inmueble, justo delante de los accesos a los garajes. Vio a policías, unas vallas, algunos curiosos... Y en esa zona se plantó la buena de Jacinta, que estoicamente aguantó más de dos horas. Se puso la primera de una pequeña fila de fans y en torno a las doce del mediodía, al fin, salió Su Majestad, vestido con traje gris, camisa de rayas celestes y blancas y corbata discretamente estampada.

Jacinta, vecina de Cáceres. LORENZO CORDERO

'¡Majestad, Majestad, un saludo!', gritaban Jacinta y los allí reunidos. Parecía que el Rey, acompañado por el alcalde y el presidente de la Junta iba a subir directamente en el automóvil. Pero no. ¿Cómo le iba a hacer ese feo a Jacinta? Así que Don Felipe, raudo, se saltó el protocolo y le estrechó la mano a su fan número 1. Al unísono, todos los demás decían '¡Viva el Rey!', '¡Qué guapo!', '¡Qué bien lo está haciendo usted y la Reina!', o 'Dele besos a las infantas'.

Jacinta acabó recalando en Cáceres porque su marido era policía nacional y lo trasladaron de Madrid. Vive en la plaza de Italia y tiene cuatro hijos. "Nunca, nunca, había saludado al Rey, ni a su padre tampoco, pero ahora he pensado que hasta que no lo saludara no me iba de aquí", cuenta Jacinta minutos después de haberle dicho a Felipe: "No quería morirme sin saludarle". "Le he dado las manos dos veces, y se la he besado y todo", narra emocionada mientras se confiesa monárquica.

¿Y cómo siente ahora? "Uy, una felicidad muy grande. He cumplido mi sueño, tengo 77 años y ya me puedo morir tranquila, me puedo morir cuando quiera, que ya he visto al Rey de cerca".

Un Rey que, por cierto, durante el desayuno que se ofreció en el Palacio de Congresos tomó solo un café con leche, servido por el catering San Jorge, y por el mismo camarero que hace unos años también le sirvió café en una visita del monarca a la Facultad de Derecho. "Es un tío majísimo", dijo este trabajador que prefirió no decir su nombre. Hizo bien: hoy todo el protagonismo es para Jacinta.