¿A quién no le han dicho alguna vez que se parece mucho a tal o cual personaje famoso? ¿Que ha visto un doble de él o ella en alguna otra parte del mundo? Durante décadas, la existencia de individuos que se parecen entre sí sin que haya ningún vínculo familiar entre ellos ha estado descrito como un hecho comprobado pero anecdótico y sin justificación científica. Ahora, la cosa cambia. Un artículo publicado ayer en la revista Cell Reporters demuestra por primera vez la causa de que haya individuos idénticos o muy parecidos en diferentes partes del mundo.

«Estudiamos las imágenes de gemelos virtuales, los pasamos por programas de reconocimiento facial, estudiamos todo el material genético (el genoma, su perfil epigenético y su microbioma) y vimos que la similitud entre estos dobles es debido a que comparten partes del ADN», explica el líder de esta investigación, el doctor Manel Esteller, director del Institut de Recerca contra la Leucèmia Josep Carreres (IJC), profesor de investigación ICREA y catedrático de la UB.

Según Esteller, la aparición de dobles de una persona como si fueran fotocopias ha sido motivo de atención en las artes y la cultura popular, pero nunca antes había sido abordada desde el punto de vista científico. Para esta investigación, se recopiló el mismo material biológico de estos individuos extremadamente parecidos para ver si había una «razón objetiva» de esta similitud. «Y vimos que los dobles humanos comparten variaciones similares en su ADN, particularmente en relación con genes involucrados en la formación de la boca, nariz, ojos, barbilla y frente», añade Esteller. «Otro punto interesante es que, entre esta gente que se parece tanto, hicimos un cuestionario muy extenso y vimos que se parecen más allá de la cara, es decir que también otros aspectos físicos similares, como la altura y el peso, y de comportamiento». Este estudio abre las puertas a muchas líneas de investigación, proporcionando las bases para que, a partir del análisis de la imagen y la forma de la cara, se puedan diagnosticar enfermedades genéticas, como el alzhéimer o la diabetes, y la investigación sirve también como base para nuevas técnicas de medicina forense, ya que permite reconstruir la cara de una persona.