Los exámenes para acceder a la Universidad, que este 2023, dependiendo de la comunidad autónoma, arrancan el 5, el 6, el 7, el 12 o el 13 de junio, tendrán un formato idéntico al anterior a la aprobación de la última reforma educativa. El motivo de esta decisión es la convocatoria de las elecciones generales anticipadas que el Gobierno ha fijado el próximo 23 de julio. Con un posible cambio en el Ejecutivo español, el Ministerio de Educación consideró más razonable que la aprobación del futuro real decreto de la nueva Ebau esté en manos del Gobierno que salga elegido en las urnas.

La tramitación del borrador se enviará al Consejo de Estado pero no pasará al Consejo de Ministros que debía celebrarse en junio para que los profesores y los alumnos tuvieran con antelación el modelo que se seguirá a partir de 2024. Algunas voces argumentan ya que los estudiantes que cursarán 2º de bachillerato este año tendrán desventaja en la próxima Ebau (la antigua Selectividad).

María Capellán, presidenta de Ceapa, la principal confederación de asociaciones de madres y padres de alumnos en España, ha criticado que se juegue con el futuro de los estudiantes, denunciando la "incertidumbre" y los "cambios de leyes y gobiernos". "No se puede consentir que la educación sea un arma arrojadiza" entre partidos, y lamenta no poder tener un "año tranquilo". Tampoco el CSIF, el sindicato mayoritario de la administración pública, ha reaccionado con agrado ante la decisión de Educación, criticando la "inestabilidad de nuestro sistema".

La falta de información sobre el modelo de la prueba de acceso a la universidad de 2024 provocará que los alumnos escojan sus ramas y optativas sin conocer su ponderación en la Ebau, es decir, el peso que tendrá cada asignatura en la nota final.

La aplicación de la Lomloe (la última ley educativa aprobada, también conocida como Ley Celaá) arrancó ya en 2021, pero se ha planteado una introducción escalonada que, en el caso de la Ebau, concluiría en el curso 27/28.

La nueva EBAU, más incógnitas que certezas

Para el curso 2023-2024 iba a haber muchos más cambios en estos exámenes, ya que se tendrían que adaptar a los nuevos currículos de enseñanzas mínimas aprobados por el Ministerio de Educación y Formación Profesional. Sin embargo, los alumnos se enfrentarán a las pruebas con el modelo "tradicional" anterior a la aprobación de la última reforma educativa. Es un escenario muy distinto del que vivirán los jóvenes del curso 2024, que hoy por hoy es de máxima incertidumbre. Por ejemplo, se planteaba que los estudiantes escogieran entre Historia de España e Historia de la Filosofía. La ley también propugna una evaluación más centrada en la aplicación práctica de los conocimientos que en una memorización pura, lo que plantea desafíos a la hora de diseñar los exámenes que, por ahora, no se sabe cómo se resolverán.

Formato del examen

Las pruebas conservarán, pues, el formato que han mantenido los últimos tres años, diseñado originalmente con el condicionamiento al que obligaba la pandemia de coronavirus. Para compensar unos cursos, principalmente de Bachillerato, en los que ha habido restricciones e incomodidades en el aula, los exámenes han tendido a ser más sencillos que en años anteriores.

Tras la prueba piloto que se llevó a cabo el pasado marzo, a la que se invitó a todas las comunidades (las gobernadas por el PP declinaron participar), la idea era armonizar la Ebau a partir de 2024, algo que ahora podría quedarse en el tintero si el Gobierno cambia de manos tras los comicios.

Por tanto, las materias que se evaluarán "versarán sobre las materias generales del bloque de asignaturas troncales de 2º de Bachillerato de la modalidad elegida para la prueba y, en su caso, de la materia Lengua Cooficial y Literatura". Además, "el alumnado que quiera mejorar su nota podrá examinarse de, al menos, dos materias de opción del bloque de asignaturas troncales".

Las pruebas, en las que se evaluará independientemente cada materia, tendrán "una única propuesta de examen" y los alumnos dispondrán de 90  minutos para completarlas. El periodo de descanso entre exámenes nunca será inferior a los 30 minutos. Las preguntas "se contextualizarán en entornos próximos a la vida del alumnado: Situaciones personales, familiares, escolares y sociales" y serán "abiertas y semiabiertas", requiriendo "pensamiento crítico, reflexión y madurez". Además, podrán ser de opción múltiple.