Francisco Javier Méndez hizo historia hace seis años al conseguir que la Iglesia y su “verdugo”, el cura y ex párroco de Tábara José Manuel Ramos Gordón, reconocieran los abusos sexuales sufridos por él y su hermano (fallecido) cuando era unos niños y estudiaban en el Seminario menor de La Bañeza. Aquel daño le ha flagelado toda la vida. En 2014 decidió contarle al Papa en una carta lo que les pasó. Solo, Javier emprendió una lucha que animó a otras víctimas. Hoy el debate sobre el drama de los abusos en el seno de la Iglesia ha llegado al Parlamento y a la Moncloa. Javier es claro: “han pasado cosas, pero no se ha conseguido nada”.

Como un goteo incesante afloran las denuncias de personas que sufrieron abusos siendo niños por parte de sacerdotes. El últimos testimonio, del escritor Alejandro Palomas, ha provocado la reacción del propio presidente del Gobierno. Cuándo usted dio el paso de denunciar hace ocho años esto era impensable, ¿qué sensaciones le vienen?

He pensado que ya va siendo hora y que la denuncia de Alejandro Palomas en este momento es muy positiva. Cuando determinados partidos políticos han presentado esa propuesta de investigación en el Congreso, indudablemente el testimonio de una persona de relevancia le da mas fuerza.

"Hay una parte de esa sociedad que por ignorancia, temor o lo que sea, sigue defendiendo esa postura oscurantista de la Iglesia"

Su lucha comenzó en 2014, cuando contó en una carta al Papa los abusos sufridos por usted y su hermano. En todos estos años han pasado muchas cosas.

Sí, han pasado muchas cosas y no ha pasado nada. Algunas víctimas hemos luchado y hemos tocado las puertas que consideramos oportunas pero no ha habido respuesta acorde con la gravedad de lo que nos pasó. Y si la ha habido alguna vez, pues han sido buenas palabras, palabras vacías y mentiras.

Su denuncia en el Vaticano promovió la apertura de una investigación y una sentencia pionera, aunque por la levedad de la condena se sintiera burlado. Pero no ha parado, sigue buscando justicia. ¿Por qué?

Como he dicho varias veces, por mi hermano (ya fallecido), por los niños y porque dije que si tomaba decisión de denunciar iba a ir hasta las últimas consecuencias. Tengo que cumplir lo que digo. Nunca he pensado en dejarlo, me cuesta, he pasado momentos muy complicados pero debo seguir y, al fin y al cabo, si se cierra una puerta se abre otra. Además siempre me han enseñado, y yo lo sé, que la verdad es muy poderosa. Creo que eso es suficiente motivo para seguir luchando por la verdad y la justicia.

"He pagado un alto coste personal por denuncia. No dormir, estar ido, perder el apetito, llorar, patalear, venirme abajo muchas veces"

¿Ha pagado un coste personal por todo este empeño?

Claro que sí, muy grande. De no dormir, de estar ido, perder el apetito, llorar, patalear, venirme abajo muchas veces. He pagado un coste personal alto, por supuesto.

A parte de la sentencia, donde el cura abusador reconoce los abusos que cometió, su denuncia desencadenó decisiones en el seno de la Iglesia totalmente inéditas, como la creación de la comisión antipederastia o protocolos y oficinas para la protección de menores y presentación de denuncias por abusos ¿Todo eso ha servido de algo?

Como no se ha dejado de protestar y de pedir justicia, y como en los últimos tiempos, gracias a los medios de comunicación, muchas víctimas se han animado a denunciar, pues la Iglesia ha tenido que hacer algo a respecto. Y qué han hecho, pues negar siempre. Se tiran la pelota unos a otros. Los obispados que si la responsabilidad a la Conferencia Episcopal, ésta dice que no se puede meter en las competencias de los obispados. Abrieron esas oficinas porque el Papa lo ordenó, pero en España el 99% de esas delegaciones son para encubrir y para que se deje a los obispos en paz. Porque así ellos no tienen que recibir a víctimas ni intervenir en nada. El propio obispo actual de Astorga, cuando le pedí audiencia después de tomar posesión, me recondujo a esa oficina. No quiere ni verme, no quiere mirarme a la cara. Eso está escrito, así de sencillo. Y eso ha sido para seguir ocultando. Estas delegaciones lo que intentan es embaucar a las víctimas, que sean sumisas, que no vayan a los medios, que no denuncien. Para eso las han creado, para seguir encubriendo.

"Las delegaciones creadas lo que intentan es embaucar a las víctimas, que sean sumisas, que no vayan a los medios, que no denuncien"

En otros países europeos, se han creado comisiones independientes para investigar los abusos, pero en España la Iglesia se sigue resistiendo.

La Iglesia alemana y la francesa también se han resistido y la portuguesa, pero al final dieron el paso porque a lo mejor de una vez por todas han comprendido que hay que hacer las cosas bien. En España la Iglesia sigue teniendo mucho poder, muchos tentáculos, son muy prepotentes. Los obispos en España, en general, son muy retrógrados y conservadores. Se les llena la boca pidiendo perdón, pero no van más allá. Lo que intentan es que pase el tiempo, que esto se quede en nada y ya está. No quieren hacerse responsables de lo que han hecho, tanto los abusadores y los encubridores de entonces como los que lo siguen ocultando ahora. Que también tienen responsabilidad, porque pertenecen a esa institución. Los que puedan hacer algo ahora, intentar esclarecer unos delitos tan execrables y no lo hagan, son igual de encubridores que los que encubrieron y cometieron los abusos.

En muchos casos han pasado 30, 40 o 50 años, y eso alimenta el argumento de “por qué ahora, que hubieran denunciado antes”.

En la sociedad en España sí que hay ciertos sectores que no lo entienden. Hay una parte de esa sociedad que por ignorancia, temor o lo que sea, siguen defendiendo esa postura oscurantista de la Iglesia. Pero la gente normal de la sociedad yo creo que nos entiende.

Su caso “explotó” tras esa pionera carta al Papa y esa “ridícula sentencia”, como la calificó del Obispado de Astorga. Ha llegado a prestar declaración en una Comisaría de Policía, su denuncia acabó en un Juzgado, que lo archivó por prescripción. ¿Le queda algo por hacer para que por fin se haga justicia?

Sí, yo he tocado todas las puertas, incluso he pedido auxilio a los poderes públicos y a mi no me ha atendido nadie, no me ha llamado ningún político ni nadie para echar una mano, nadie. Y sobre la denuncia de lo que nos hicieron a mi hermano y a mi, como otras muchas víctimas, esos abusos sexuales, físicos, psicológicos se cometieron en una España democrática (1988-89). Me he sentido abandonado por la Iglesia y por el Estado, y sí he denunciado. Mi hermano con 13 años pidió auxilio y yo con cuarenta y pico me presenté a prestar declaración en la Policía Nacional. Luego llegan las leyes y te chocas con el muro de la prescripción, los casos no se pueden juzgar. Que no digan que yo no he pedido justicia, pero no les interesa abrir los mecanismos para que se haga esa justicia.

"El delito contra mi hermano y contra mi se cometó durante la España democrática (1988-89) y nadie me ha echado una mano"

Es evidente que hay una diferencia hay entre 2014, cuando usted estaba prácticamete solo en esta lucha, y 2021.

También es cierto que los medios de comunicación tampoco se hacían mucho eco del tema, últimamente se habla más. Y para que la sociedad se conciencie tiene que saber que eso ha ocurrido, que muchos niños y niñas sufrieron abusos sexuales por parte de religiosos en los que confiaban. Creo que los medios de comunicación habéis hecho una labor muy importante.

Siempre ha dicho que cuando se abusa de un niño, como fue su caso y el de su hermano, el daño es irreparable, pero de alguna manera buscan un resarcimiento. ¿Para las víctimas en que se traduce esa reparación?

Por supuesto que tanto lo que se ha vivido como la revictimización secundaria es irreparable, no se puede pagar con nada, está claro. Y desgraciadamente cuando ocurren estas cosas la justicia ya no actúa porque los delitos han prescrito, los abusadores, si aún viven, salen indemnes. Entonces el daño solo se puede reparar económicamente y es de lo que no quiere hablar la Iglesia, aunque a mi en su momento sí me pusieron una cantidad que luego negaron. A las víctimas se nos ha denostado, de hecho el protocolo de la Conferencia Episcopal ponía que había que tener cuidado porque había víctimas que denunciaban por dinero. Bueno, empezando así el protocolo, directamente deja muy claro a quién le interesa el dinero; a ellos. Todo esto está ocurriendo en la jerarquía eclesiástica porque no quieren hacerse cargo de las víctimas, no quieren responsabilizarse ni indemnizarlas.

"Si las cosas se hacen bien, indudablemente que eso alivia. Cuando tienes una herida no es lo mismo que intenten curártela a que te echen vinagre o sal"

Su caso es singular fundamentalmente porque hay un reconocimiento de los hechos, tanto por parte del abusador como de la Iglesia. Pero a nivel general evita dimensionar el alcance de los abusos sexuales.

La Iglesia reconoce los casos sobre los que no pueden decir que no, porque la reiteración de denuncias los hace evidentes. Pero a nivel general el volumen de víctimas y de abusadores sí lo niegan, dicen que no existe. Por eso queremos que haya una investigación independiente. Ni las víctimas ni la Conferencia Episcopal sino personas totalmente independientes. ¿Qué miedo hay a eso?. Se hartan de decir que vamos a mirar al futuro, hacer espacios seguros para los niños y qué pasa con tantos menores que fueron abandonados a su suerte. Lo que ocurrió en el pasado ellos ya lo saben, pero podrían aprender muchas cosas de las víctimas si las escucharan y para combatir en el futuro lo que nos pasó a nosotros. Pero no tienen ninguna intención de hacerse cargo del pasado y del futuro tampoco. Lo he dicho más veces, si mañana se comete un crimen contra un niño, como puedan lo van a ocultar, que nadie tenga duda. Siguen pensado que esa es la política correcta, tapar y lavar los trapos sucios en casa. No tengo ninguna esperanza en que vayan a cambiar de posición. Solo son palabras.

"Cuando escuchas nuevos testimonios, como el de Alejandro Palomas te revuelves por dentro, no duermes, se te quitan las ganas de comer, sigue siendo un daño infinito"

¿En todo este tiempo ha encontrado alguna palabra de aliento desde dentro de la Iglesia, algún motivo de comprensión?

No, sinceramente sí he tenido alguna respuesta pero analizándola detenidamente y con toda la honestidad no me convence, no me llena, no me sirve, es para cubrir el expediente y ya está. A mi lo que me han hecho es daño toda la vida, siempre, han intentado librarse de mi.

Cuando se hacen públicos testimonios como el reciente de Alejandro Palomas, ¿que siente?

Te revuelves por dentro, no duermes, se te quitan las ganas de comer, sigue siendo daño infinito. Por supuesto que si la Iglesia lo hiciera de otra manera y viéramos sinceridad por intentar solucionarlo, las víctimas somos muy generosas, seguramente nos confirmaríamos con poco. Pero es que no quieren ese poco, no quieren saber absolutamente nada de nosotros.

Si su caso hubiera sido reparado como le dijeron durante el proceso, abriría un melón de imprevisibles consecuencias, ¿es la causa del muro levantado?

Estoy convencido de que esa es la causa. Saben que siempre que llueve escampa y así van aguantando. Claro, indemnizar o atender bien a una o dos víctimas es animar a las demás y ellos lo saben. Entonces, cuando peor traten a las víctimas mejor. Así no se abre el melón, no se derriba ese muro de contención que ellos saben que si se rompe se ahogan. Pero creo que algún día tiene que llegar la justicia. Estoy convencido, esa es mi lucha.

"Queremos que haya una investigación independiente, ni las víctimas ni la Conferencia Episcopal, ¿qué miedo hay a ello?

¿Qué espera del presidente del Gobierno, y la comisión que se pretende abrir en el congreso?

Hay unos partidos que quieren esa comisión, ahora se ha unido también Ciudadanos, pues solo queda el PSOE; del PP y de Vox qué vamos a esperar. Lo último que quiero es que esto se politice pero está claro que la postura de determinados partidos es seguir tapando unos crímenes, allá ellos con su conciencia.

¿Javier cuándo se quedará tranquilo, algún día descansará?

No me quedaré tranquilo nunca porque el daño ha sido inmenso. Pero si ves apoyo y ayuda y se abre esa investigación independiente, si las cosas se hacen bien, indudablemente que eso alivia. Cuando tienes una herida no es lo mismo que intenten curártela a que te echen vinagre o sal, que es lo que recibimos. Todo el mundo sabe lo que pasa con una herida, solo se les pide eso, alivio. Porque curar es imposible.

¿Sabe algo de su expediente?

Absolutamente nada, y lo he pedido de todas las maneras posibles. No quieren dármelo, no quieren explicarme quién intervino, quién declaró. Ocultar y que esto se pase, que se muera el abusador, que se mueran los que intervinieron en el proceso, que me muera yo y ya está. Es a lo que aspiran.