Tiene 80 años y, con un par de bastones, se mantiene en pie para leer el manifiesto en favor del modelo escolar en Catalunya. "Yo jamás pude estudiar en catalán, no quiero que nuestra lengua pase a la historia", dice Conchita. "Si seguimos así, los niños acabarán estudiando el catalán como una lengua muerta, yo quiero que siga viva", explica Txell, madre de Pol y Jan que ha venido desde Vilafranca del Penedès para participar en la marcha. Javi, junto a su pareja y sus dos hijas, también apoya la protesta. "Si no fuera por la inmersión, yo no hablaría catalán", defiende. Como ellos, cientos de personas han marchado por las calles de Barcelona en contra de la sentencia judicial que obliga a las escuelas en Catalunya a hacer el 25% de las clases en castellano. También han estado presentes los padres de una de las clases que ya lleva días aplicando la medida: la clase de P5 de la escuela Turó del Drac de Canet de Mar.

"Realmente la inmersión lingüística es un éxito, ¿porqué se tiene que romper? No puede ser que los jueces decidan nuestra política lingüística", se queja Álvar Espí, junto a un grupo de amigos en la plaza Tetuán, diez minutos antes de que empiece la protesta organizada por la plataforma Som Escola. "Yo he tenido que cantar el cara el sol, iba a la escuela rancia, franquista, en castellano... empiezan arrebatándonos el catalán por cuatro votos fuera de Catalunya y ya sabemos como acaba esto", insiste Xavier Gómez.

Una de las que ha renunciado a ir al 'esplai' este sábado es Xènia, una niña de 10 años de Vilafranca del Penedès. "Voy a la escuela Estalella. Mi bisabuelo estudiaba allí y hace muchos años le prohibieron estudiar en catalán. No quiero que esto vuelva a pasar", cuenta la niña. "Es que en en el patio, en la tele, en los videojuegos, en youtube... todo está en castellano", añade Pol, que estudia sexto de primaria. "Cuando juego con los amigos a los videojuegos y hablo castellano mi madre siempre me corrige", añade. Txell, su madre, lo confirma: "el catalán es nuestra identidad, si perdemos terreno en las escuelas, si nuestros hijos no lo hablan... será una lengua muerta".

Ramon Tomás, arquitecto jubilado de 76 años, lo ha vivido en sus carnes. "Yo aprendí el catalán a los 35 años, jamás lo estudié en la escuela, estaba prohibido", cuenta. Vicenç tampoco pudo. Es maestro jubilado, tras 20 años dando clases en la primaria y 20 más en la secundaria. "Pedagógicamente la inmersión es un éxito. El problema es que no se aplica bien. Ni los inspectores hacen para que los profesores no cambien de lengua, ni bajan las ratios, ni contratan más docentes..." se queja.

La escuela de la polémica

También ha asistido a la marcha la asociación de padres de la escuela Turó del Drac de Canet de Mar. "Nos ha removido y nos ha sobrepasado toda esta lucha política... yo soy hija de padres andaluces, mi pareja es sudamericano... en casa hablamos en castellano y nos gusta que mi hija aprenda el catalán en la escuela", explica la presidenta del Ampa, Mónica Ruz. "Lo que queremos defender es el proyecto lingüístico de la escuela que decidimos entre toda la comunidad educativa. Y si alguien quiere cambiarlo que venga y lo proponga", dice. " Se han dicho auténticas barbaridades que no son ciertas. Nosotros queremos una escuela pública, catalana y laica para nuestros hijos, por esto les apuntamos al Turó del Drac", explica Núria, una de las madres de la clase de P5 dónde ya se está aplicando esta ratio del 25%.

Desde la marquesina de un autobús, y con su hija entre los hombros, Javi aplaude a los protestantes. Nacido en 1977, cuenta que fue a la primera escuela de Mollet del Vallès (Vallès Occidental) dónde se aplicó la inmersión. "Mis padres son de Toledo, con toda mi familia hablo en castellano. Si no fuera por el cole, no hablaría catalán. Estoy aquí, para que mis hijos tengan también este derecho", sostiene. Mientras tanto, en la marcha, se oyen cánticos en favor de la independencia. "Sinceramente, hoy no era el día", se queja Javi. A Oriol, en cambio, no le parece mal. "Es una lucha compartida... el Estado quiere acabar con nuestra identidad. Yo creo que si no hablara catalán no habría aprendido tan rápido el inglés, el francés, el italiano", sostiene este médico de 28 años que ha vivido en Italia, Francia, Estados Unidos y Canadá.

La protesta llega a su fin. Ibhahima persiste en el paseo Lluis Companys junto a Marta Ferrer, su profesora de catalán en la escuela de adultos. "Yo llegué desde Senegal hace cuatro años, no tengo papeles. Y creo que es muy importante aprender el catalán", dice el chico, que hace un año ha dejado de trabajar en el top manta. "En Senegal hablamos seis lenguas distintas pero en las escuelas sólo se habla francés, me gusta que aquí podamos aprender el catalán", añade. Ferrer se lo mira orgullosa. "La protesta de hoy está bien. Pero deberíamos preguntarnos... ¿Qué haces tú para salvar el catalán?".