Las muertes derivadas de la pandemia de covid-19 no solo tienen que ver con el número de personas que perdieron la vida tras contraer el virus. También se trata de aquellos que fallecieron por las consecuencias indirectas de la crisis sanitaria, económica y social que entre febrero y mayo inundó el mundo en forma de una primera gran oleada. En este periodo, España fue el país europeo que experimentó más exceso de mortalidad. Un nuevo análisis de los decesos registrados durante estos meses señala un incremento del 38% en las muertes registradas en el país; el más elevado de toda Europa.

Estas son las conclusiones que se desprenden de un estudio internacional publicado este mismo miércoles en la revista 'Nature Medicine', en el que se analizan los registros de fallecidos (por todas las causas) entre febrero y mayo en 21 países (19 europeos, además de Australia y Nueva Zelanda). La investigación tomó los datos semanales de fallecidos en estos lugares desde el año 2010 hasta mediados de febrero del 2020 y, a partir de ahí, crearon un modelo para pronosticar las muertes esperadas este año (si la pandemia de covid-19 no hubiera puesto el mundo patas arriba). Esta cifra fue comparada después con las muertes reales reportadas durante este periodo para estimar así el exceso de muertes derivadas del contexto.

Los resultados apuntan a hasta 206.000 muertes adicionales derivadas de la primera ola. Es decir, 206.000 vidas que, si no fuera por la pandemia, no se deberían haber perdido. España, Inglaterra y Gales destacan como los territorios con el mayor exceso de mortalidad registrada en este periodo. En España, los datos oficiales hablan de 43.000 muertes más de las esperadas entre el 13 de marzo y el 22 de mayo; de las cuales solo 27.000 se pueden atribuir directamente al covid-19.

Efectos adversos de la pandemia, más allá del virus

Ahora, la gran pregunta es; ¿a qué se debe este exceso de muertes no atribuibles al virus? Los investigadores hablan de atención médica negada (o atrasada) debido a la saturación del sistema sanitario durante este periodo (en la que se incluye la falta de atención a los pacientes crónicos y los retrasos en los diagnósticos). De pérdida de empleo e ingresos. Interrupción de las redes de apoyo social. Del aumento de autolesiones, accidentes domésticos y violencia dentro de los hogares. De los efectos derivados de los cambios en el consumo de alimentos, alcohol y drogas. De una infinidad de factores que nada tienen que ver directamente con el virus pero que, de una manera u otra, han marcado la realidad de este 2020.

¿Si el virus es el mismo, por qué hay países con más exceso de mortalidad que otros? Los investigadores responsables de este trabajo reconocen que, más allá de los datos analizados, no pueden proporcionar una explicación clara a este fenómeno. Las diferencias en la mortalidad registrada durante la primera ola podrían deberse a un abanico de factores que nada tienen que ver con la biología del virus. Empezando, por ejemplo, por las características de las poblaciones afectadas (en cuanto a envejecimiento, prevalencia de enfermedades crónicas y factores de riesgo). A la gestión política a la pandemia. Y a la preparación del sistema sanitario, entre otros.

LA ESPERANZA DE VIDA PERDIDA EN ESPAÑA

Varios investigadores contactados por este diario coinciden en que señalar los resultados arrojados en este estudio como "sólidos" y "esclarecedores". Vista en perspectiva, la situación de España no sale bien parada ni con los países de su entorno ni en el panorama internacional. Pero para entender a fondo todos los errores cometidos durante la primera ola de la pandemia, los expertos señalan que harán falta más investigaciones centradas en la idiosincrasia española.

"Este estudio de 'Nature Medicine' arroja algunas conclusiones demoledoras. Con los datos en la mano, los investigadores destacan que solo con las características de la población no se puede explicar que algunos países tengan más exceso de mortalidad que otros. Ahí entran en juego factores sociales y ambientales como el estado de la vivienda, la inversión en sanidad, la capacidad de aplicar medidas (y que la población las cumpla)", argumenta el epidemiólogo Javier del Águila, experto independiente a esta investigación.

"En el caso de España hay que tener en cuenta que la pandemia impactó de manera diferente según la comunidad autónoma. La situación registrada en Madrid, que en su día fue la autonomía más afectada, no se puede comparar con la de Canarias, Baleares y Galicia, por ejemplo", explica Sergi Trias-Llimós, investigador del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Un estudio (preliminar) liderado por este científico apunta a que, de hecho, la primera ola de la pandemia rebajó la esperanza de vida de los españoles de manera desigual. Los hombres perdieron 2,7 años de media y las mujeres de la capital, hasta 2. Este mismo indicador, extrapolado a la media de los españoles, menguaría un 0,8 la media de años de vida en el país.