Pocas cosas volverán a ser lo mismo tras la crisis del coronavirus pero seguro que los hospitales no. Mientras gestionan los últimos coletazos de esta crisis se diseña cómo serán en un futuro inmediato para atender otras olas hasta que se encuentre una vacuna. En el Hospital Clínico de Valencia empiezan ya a esbozar un plan que incluye nuevas UCI, pero también circuitos cerrados de televisión o sistemas alternativos de ventilación.

«La idea que tenemos es que el coronavirus no va a parar, que va a continuar el goteo», explica Jaime Signes-Costa, jefe de servicio de Neumología. «Así que vamos a tener una parte dedicada a estos pacientes y el resto para otras enfermedades. Creo que es lo que van a hacer todos los hospitales a la espera de una vacuna», adelanta. Pero no será sólo en las plantas especializadas desde Urgencias habrá circuitos alternativos para sospechosos de estar contagiados hasta que se aclare, junto con cámaras de vigilancia y audio.

«Es que no sabemos lo que va a pasar», admite Marisa Blasco, jefa de servicio de la UCI. «No sabemos si vamos a volver a la cumbre, si va a ser estacional o si la inmunidad va a servir un tiempo», destaca. Así que hay que prepararse para convivir. Una de las enseñanzas básicas es que hay que ampliar las UCI. «Hay que tener más capacidad, se han quedado pequeñas y eso sin operar casi nada», apunta. En este centro llegaron a duplicar las sus dieciséis plazas y a tener un plan para alcanzar las ochenta. En esa ampliación hay un servicio clave: el de anestesia. «Hay hospitales en los que las UCI las llevan directamente los anestesistas. Somos expertos en ventilación y cualquier profesional de esta rama puede atender a un paciente covid. Además, somos el servicio más grande de cualquier hospital», explica Carlos Tornero, jefe de servicio de Reanimación. Ellos se hicieron cargo de los cinco pacientes extra que llegaron a haber.

Las infraestructuras que se prepararon volverán a su uso original pero no se desharán. «Los quirófanos volverán a serlo pero ahora ya podemos tocar un botón, que la presión cambie de positivo a negativo y sacar los respiradores que ya tenemos», resume Tornero. Si para montarlo tardaron cinco días, las nuevas UCI ahora podrían estar listas en horas.

En lo peor de la crisis, tener ventiladores se convirtió en una obsesión. “Las imágenes de Italia y de Madrid nos marcaron mucho”, admite Blasco. Así que una vez pasado el colapso el mercado hay que hacerse con ellos. Pero ahora ya se sabe que hay más métodos para conseguir sacar adelante a determinados pacientes.

«Hay que tener tratamientos intensivos respiratorios fuera de las UCI porque eso ha permitido no colapsarlas. Nosotros hemos tenido sistemas de ventilación sin intubación que permiten que pasen de 24 a 48 horas para ver la evolución», explica Signes-Costa. Se trata de gafas nasales o de sistemas de ventilación con máscaras faciales. Así que eso tampoco puede faltar en el almacén.

La otra gran deficiencia en muchos centros fue la de la protección de los sanitarios, lo que obliga a crear circuitos estables de llegada de este material. «Aquí no hubo un día en el que no hubiera nada de algo pero sí la deficiencia de no saber qué íbamos a tener». «La angustia era saber si iba a llegar el material y qué iba a llegar. Un día faltaban guantes y al otro mascarillas», resume Marisa Blasco.