El uso de mascarillas es obligatorio desde hoy mismo en espacios cerrados y abiertos cuando no se pueda garantizar una distancia mínima de dos metros para los mayores de seis años y recomendable para los niños de entre 3 y 5 años. Así lo dicta una orden del Ministerio de Sanidad publicada ayer en el BOE, que deja exentas de la obligación a las personas con alguna dificultad respiratoria que pueda verse agravada por su utilización, así como para quienes esté contraindicado por motivos de salud o discapacidad.

No llevarla puesta cuando la situación lo requiere puede conllevar una multa. De hecho, Interior ya ha dado instrucciones a los agentes de las fuerzas y cuerpos de seguridad para que informen a los ciudadanos de la obligatoriedad de esta medida, pudiendo multar a aquellos que no atiendan a este requerimiento.

En cuanto a las excepciones, la orden aclara que, al margen de las personas con problemas respiratorios, otras afecciones en la salud o alteraciones en la conducta, quedarán exentos quienes desarrollen actividades en las que, por la propia naturaleza de estas, resulte incompatible el uso de la mascarilla. Por ejemplo, la ingesta de alimentos y bebidas. También al hacer deporte, aunque el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, pidió «ser razonables» y llevar una mascarilla preparada para usarla al acabar la actividad. Por último, se exime a las personas que aludan a causas de fuerza mayor o a una situación de necesidad.

Las autoridades sanitarias advierten de que las mejores protecciones contra el coronavirus son respetar la distancia social y mantener una higiene correcta, especialmente de manos. Sin embargo, en espacios cerrados y con elevada densidad de personas, la mascarilla es un buen muro contra las gotas mucosalivares. Toser con la mascarilla puesta, por ejemplo, puede reducir la distancia a la que llegan los flujos en más de la mitad. Esta prenda sirve para protegerse a uno mismo y, sobre todo, a los demás.

¿CUÁL NECESITO? / Según Sanidad, a las personas sanas les basta con utilizar mascarillas higiénicas, que son las que se pueden comprar, por ejemplo, en los supermercados. En cambio, quienes tengan síntomas o hayan dado positivo en covid-19 deberían emplear las quirúrgicas, muy parecidas de aspecto a las primeras pero más reforzadas y cuya venta solo se reserva a las farmacias. El precio máximo de cada unidad, fijado por el Gobierno en abril, es de 96 céntimos. En cuanto a las mascarillas del tipo N95, FFP2 o similares, la OMS subraya que deberían reservarse a los profesionales sanitarios que atienden a pacientes con coronavirus.

Simón defendió ayer que no se dictara esta obligatoriedad en el pico de la pandemia: «Éramos muy prudentes al hacer recomendaciones que no se podían aplicar», dijo. También subrayó que existía un «problema importante» para acceder al mercado.