Hace 20 años, la actriz Sílvia Munt (Barcelona, 1957) decidió ser "más libre". Se puso al otro lado de las cámaras y se sintió "feliz" escribiendo y dirigiendo cine y teatro. Nombre propio (y con mayúsculas) del mundo de la cultura, la realizadora recuerda perfectamente la impotencia de sentarse con su guión delante de un comité de selección formado por varones que ninguneaban su texto y su mirada de mujer. Hoy las cosas han cambiado. Pero la lucha sigue.

Cuando presentó 'Pretextos', su debut como realizadora de una película (2008), realizó un chat en un diario. La segunda pregunta que recibió fue "¿qué regalo preferirías de parte de una admirador, unos bombones, unas rosas o unas braguitas?". Hoy, por suerte, sería impensable algo así.Impensable. En los últimos años ha habido un salto cualitativo y cuantitativo en la toma de conciencia de lo que había sido una injusticia histórica. Hoy las mujeres y los hombres, aunque algunos menos, son conscientes. El techo de cristal se ha roto y ahora es impensable escuchar ciertas cosas. Aunque yo muchas de ellas me las tomo con humor. Hay que ir hacia delante y no dejar pasar ni una. Pero siempre hay que ponerle sentido del humor a los catetos.

Usted, a ese lector, le contestó que preferiría cualquier otro regalo. Chocolate, por ejemplo.

Es lo que más me gusta.

En ese misma entrevista, alguien le preguntaba por sus directores favoritos. Entre otros, nombró a Woody Allen. ¿Hoy lo haría? Allen, como Roman Polanski y como muchos escritores, poetas y directores, han tenido un trato con la mujer digamos no aceptable. Pero se tendría que valorar dos cosas. Una de ellas es el talento profesional. Otra cosa es si me apetecería trabajar con ellos. De todos modos, a mí ya me hartaba Allen. Me cansaba su obsesión por el enamoramiento con una joven. Me da pereza ese tema, no me aporta nada. El paso del tiempo es jodido, pero tienes que espabilar.

¿Quiénes son las heroínas reales del #MeToo? La alfombra roja de Hollywood ha servido mucho y ha convertido en noticia de primera página lo que antes se ocultaba en la cuarta. Weinstein y todos los que han caído tenían que caer de una vez por todas. Eso ha sido bueno. Pero es verdad que las heroínas son muchas y están en muchos lugares. El otro día me puso la carne de gallina una madre mejicana que gritaba porque habían asesinado a su hija y nadie había hecho nada. ¿Heroínas? Un montón en cada rincón del planeta. Porque se sigue matando y violando a mujeres. El #MeToo ha hecho que una palabra que recuerda a un atributo masculino, la conquista (a pesar del conquistado), haya pasado a estar en el sitio en el que tenía que estar. De conquistar nada. En todo caso, uno seduce y con la aquiescencia del otro.

Su carrera en cine, teatro y televisión es apabullante. Con 28 años tenía una compañía y se arruinó, con una deuda de 30 millones de pesetas. Pero continuó.Sí, me di cuenta de que podía servir para muchas cositas, pero no para las finanzas.

A lo largo de toda su trayectoria habrá tenido que superar muchas etiquetas y prejuicios, no solo por ser mujer sino también actriz.Con el primer corto que dirigí me sentí libre y feliz. Empecé a trabajar con equipos formados, sobre todo, por varones. Jamás tuve ningún problema. He tenido colaboradores y amigos que me han defendido y apoyado. Hablo del equipo técnico y artístico. Pero es verdad que en el momento que presentas un guion que es la mirada de una mujer respecto a la vida, sobre todo al principio, tuve que asumir que en los comités de selección había un recochineo por parte de intelectuales que veían la mirada de una mujer. Qué impotencia. Ellos pensaban que el mundo se miraba solo a través de sus ojos masculinos. Eso sí que costó mucho derribarlo, unos diez años. Ahora hay más mujeres en los comités, más directoras, más guionistas. Esos hombres estaban acostumbrados a ningunear la mirada femenina. También los había que la valoraban. Los varones se están poniendo las pilas a marchas forzadas. A veces también la mujer porque la educación ancestral de décadas y décadas estaba muy arraigada. Tengo tres hijas y una de ellas me preguntó el otro día por que no llevaba mi apellido primero.

No se podía. La norma cambió en 2017. Ni se podía ni se pensaba. No eras consciente. A pesar de todo, la mujer en España siempre ha sido revolucionaria y valiente. Mira las cartas de Emilia Pardo Bazán a Galdós. Olé tus cojones.

¿Le molesta la etiqueta de cine femenino? Sí, mucho. ¿Y el cine masculino? ¿Y el cine gay? Todo es lo mismo, cine. Somos seres humanos con distintas maneras de ver la vida, dejemos de poner etiquetas.

En la industria cultural las cosas han cambiado. Pero ¿y en la sociedad? ¿está la mujer empoderada? En lo que va de año la violencia machista se ha cobrado 13 víctimas. Ese empoderamiento femenino, que ha costado sangre, sudor y lágrimas, tiene dos reacciones. Una favorable, que es el hombre inteligente que tiene seguridad en sí mismo y está entendiendo lo que pasa. Otra reacción es la inseguridad de algunos varones, que no saben dónde están ni cual es su rol. Son analfabetos, en el sentido de que no ven más allá, y les da rabia. Tanto que van a la guerra de una forma ciega.

Cuando escucha a actores y actrices jóvenes eso de "ni machismo ni feminismo sino igualdad", ¿qué piensa? La justicia social, la sanidad pública y la educación pública tienen que ser para todos, ¿verdad? Pues entonces somos feministas. Si una persona cree que el ser humano se merece lo mismo, todos somos feministas. Si eres buena persona, es imposible no ser feminista. Si tú crees que hay ciudadanos de dos clases, entonces dilo.