Cuando nos preguntamos si nos conocemos a nosotros mismos, la respuesta que parece más obvia dar es que sí. Si profundizamos realmente en lo que es el verdadero autoconocimiento, vemos que la respuesta afirmativa podría cambiar, especialmente cuando respondemos a cómo somos en base a nuestra profesión o nuestros roles en la sociedad. Conocerse va mucho más allá de eso y se relaciona de forma directa con la autoestima, con nuestra autoimagen y la valoración que creemos merecer.

Nuestras emociones, nuestras fortalezas personales o nuestros valores se encuentran dentro de nosotros mismos con un acceso que debería ser fácil, pero no suele ser así, ya que nos planteamos este tipo de cuestiones. No sabemos cómo funcionan nuestros sentimientos ni a qué reaccionan, qué nos guía o sobre qué nos apoyamos en los malos momentos. Ese desconocimiento nos hace no potenciarlo y, por tanto, permitir que nuestra autoestima pueda verse dañada.

MIRAR ADENTRO

La imagen que construimos sobre nosotros mismos es subjetiva y basada más en las opiniones o los juicios de los demás que en lo que realmente somos. Lo que nuestra familia nos ha dicho de pequeños sobre nuestro comportamiento, el desempeño escolar que los profesores nos reflejaban o malas experiencias en pareja nos crean algo que puede alejarse mucho de la realidad. Por tanto, esa construcción también irá relacionada con la autoestima, dañándola y creando relaciones negativas con otros y con nosotros mismos.

Uno de los pilares que hay que trabajar en la autoestima es el autoconocimiento. Sin él, la autoestima siempre dependerá de la valoración externa y podrá oscilar tanto como oscilen nuestras relaciones y nuestra experiencia.

Las siguientes pautas están dirigidas a que trabajemos el conocimiento de nosotros mismos:

1. Fortalezas

Las fortalezas personales son un conjunto de 24 habilidades con las que todos contamos, diferenciándose en el grado en el que aparecen en cada uno. La creatividad, una de esas 24 fortalezas, puede encontrase muy presente en la vida de una persona, pero muy ausente en la vida de otra. Conocer esas fortalezas nos ayuda a encajarlas en nuestra vida normal y potenciar ciertos aspectos. Se pueden aplicar en el trabajo o en la familia, pero también con la pareja o con uno mismo.

2. Emociones

Cada persona vive con una serie de emociones más presentes que otras. Esto se debe a una mala regulación muy habitual a nivel social, aunque no tanto en los niños. Por ejemplo, la rabia que aparece en múltiples ocasiones puede ser solo real en unas pocas situaciones, y en otras donde debería aparecer la tristeza o el miedo, sigue apareciendo dicha rabia. Conocer cuáles aparecen más a menudo y cuáles están ausentes nos ayuda a alcanzar un mayor equilibrio.

3. Valores

Los valores son la guía que define nuestra vida, pero no solo de forma individual, ya que existen valores personales, familiares, sociales, incluso nacionales. Y en esa gran dimensión podemos encontrarnos con que nuestros propios valores no encajen con los de nuestros amigos o los de la sociedad general. En lugar de escucharnos, intentamos encajar. Colocamos como algo necesario formar una familia o tener un trabajo cuando nuestros valores podrían ir más hacia la cooperación o la vida sin pareja. Conocer nuestros valores nos permite escuchar nuestras necesidades reales y alinearnos con ellas.

Nuestra vida y nuestras relaciones se sustentan en multitud de áreas que pueden encontrase muy diferenciadas. Sin embargo, en todas esas áreas nos encontramos el común denominador de nosotros mismos y nuestra autoestima, basada en el conocimiento de nuestras emociones, nuestros valores o nuestras fortalezas, y saber que están ahí, cuáles son y cómo potenciarlo nos ayudará a estar mejor con nosotros mismos.

* Ángel Rull, psicólogo.