Los antivacunas, aquellos que se oponen radicalmente al uso de cualquier tipo de medicamento diseñado para proteger a los más pequeños de enfermedades, siguen siendo hoy en día un movimiento minoritario. Los anti algunas vacunas, en cambio, surgen ahora como la principal amenaza con la que se ataca la validez de la vacunación sistemática. Los defensores de esta corriente, a diferencia de sus homólogos un tanto más radicales, ‘tan solo’ reniegan de la eficacia de determinadas vacunas, como la de la gripe, el papiloma humano, la triple vírica (sarampión, rubéola y paperas) o la de la hepatitis. Y, a partir de aquí, siembran la duda sobre todas las demás herramientas del sistema sanitario.

Liderados por gurús, curanderos y médicos de dudosa reputación asociados al mundo de las seudoterapias, los anti algunas-vacunas repiten como un mantra que determinadas inmunizaciones no tan solo nos producen ningún beneficio (como es el caso de la del papiloma), sino que además pueden inducir a determinadas enfermedades (como con la triple vírica y el autismo, cuya relación fue desmentida en 1998). "Las vacunas son los medicamentos más seguros de los que disponemos actualmente y dentro de la comunidad científica no hay nadie con dos dedos de frente que lo ponga en duda", aclara Pedro Alsina Mier, divulgador científico y experto en vacunas. "El problema está en que, por lo que parece, sobre vacunas y fútbol todo el mundo puede opinar. Y es aquí cuando empiezan a salir gurús por todos lados atacando la validez de algunos de estos preparados con argumentos falaces. A partir de entonces se genera un debate inexistente, muchas veces amplificado por los medios de comunicación y las redes sociales, sobre la eficacia de las vacunas", añade el experto.

"Los críticos de las vacunas juegan con el hecho de que actualmente en lugares como España la inmunización de grupo es tan alta que normalmente no pasa nada. Pero claro, no pasa nada hasta que pasa. Y si seguimos dándole bola al discurso de estos gurús, podemos exponernos a un brote de enfermedades que ya deberían estar erradicadas", zanja Alsina.

LA EVIDENCIA CIENTÍFICA SE POSICIONA

El discurso de los anti algunas vacunas parece, en un primer momento, algo más moderado que el de los opositores absolutos a este preparado. Argumentan que, por ejemplo, la vacuna del papiloma humano, incluida en el calendario vacunal como obligatoria solo para las niñas y opcional para los niños, no está fundamentada; que la triple vírica desencadena el autismo; que las vacunas llevan mercurio tóxico o cantidades peligrosas de timerosal, un conservante. En ocasiones, el debate alcanza tales extremos que los gurús antivacunas defienden su postura argumentando que "hay vacunas hechas con el ADN de fetos abortados". En todos estos casos, recuerdan los expertos, las informaciones no tan solo son falsas sino que, además, han sido desmentidas. El problema está en que una vez lanzado el bulo, es muy difícil frenarlo.

La evidencia científica a favor de la vacunación es aplastante. Todos los estudios realizados hasta la fecha apuntan a la misma conclusión: las vacunas han evitado la muerte de millones de niños en el mundo. Exactamente - pormenoriza la también pediatra Lucía Galán en su libro ‘Lo mejor de nuestras vidas’ - han salvado 1.500 millones de vidas. No inmunizar a los críos es, en su opinión, "un grave acto de irresponsabilidad" que les expone a padecer más de una decena de enfermedades mortales. Aún así, las dudas sobre la efectividad de estos medicamentos, sin embargo, parece que ya ha calado en la sociedad. O, por lo menos, en parte de esta. El pediatra Bilbao recuerda que el 6% de los españoles no creen que las vacunas sean importantes para sus hijos, según revela 'The Vaccine Confidence Project' en su informe de 2016. Un porcentaje algo mayor, en torno al 8%, no está de acuerdo con la frase "las vacunas son seguras". Y un 7% niega que las vacunas siquiera sean efectivas.

La pediatra Galán -por cuya consulta han pasado familias antivacunas y otras que optan por inmunizar y después dejan de hacerlo- recuerda que la vacuna frente a la difteria, el tétanos y la tosferina pueden provocar en uno de cada millón de niños vacunados una encefalitis (leve en la mayoría de los casos). Sin embargo, sufrir cualquiera de las tres enfermedades por no estar vacunado puede ocasionar la muerte en uno de cada 200 niños y producir encefalitis (muchas veces grave) en uno de cada 20. El debate sobre la utilidad de las vacunas, por lo tanto, quedaría zanjado tan solo a partir de estos datos.

Información veraz y contrastada

Una pediatra de un centro de salud de Madrid, cuya identidad prefiere no desvelar, confirma que no es infrecuente que los padres y las madres muestren recelos ante algunas vacunas incluidas en el calendario de sus hijos e hijas. Especialmente con la de la hepatits y la del papiloma humano. "Vacunarse no es obligatorio en España, así que lo único que podemos hacer desde la medicina es dar toda la información. Persuadirles con datos y estudios científicos. Y cada vez que vienen a consulta preguntar si ya han cambiado de opinión", explica la doctora. En este sentido, tal y como explicó el doctor Roi Piñeiro en una entrevista a EL PERIÓDICO, el rol de los profesionales sanitarios también consiste en comunicarse con las familias de una forma eficaz para llegar a las personas que tengan dudas y, a partir de ahí, aclararlas.

El problema de las familias antivacunas o anti-algunas vacunas es de tal envergadura que la Sociedad de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria debatió en 2017 la necesidad de que los médicos hagan firmar a los padres que reniegan de la inmunización (ya sea de todas o de algunas) un documento titulado ‘Consentimiento informado de rechazo de vacunación’. En ese documento -añadido a la cartilla médica infantil- se explica que los progenitores han sido informados de las consecuencias de no ser inmunizados y asumen el riesgo. También incluye un listado de vacunas para que se subrayen las que no han sido inyectadas al menor. El escrito asegura que los padres pueden cambiar de opinión en el futuro y hacer todas las consultas al personal médico y de enfermería.

El doctor Bilbao concluye que la mejor medida que hay para combatir a los anti algunas vacunas es la información veraz y contrastada científicamente. "A través de las redes sociales hoy circula mucha información falsa y el poder de algunos personajes mediáticos hace que estas opiniones se difundan de manera rápida. Tampoco ayuda la falta de homogeneización en la aplicación de pautas vacunales por parte de los diferentes países y comunidades autónomas. Pero este es un defecto que debemos combatir con una buena información científica, sin dogmatizar, empatizando con la gente y generando credibilidad", añade.