Hace quince días poco antes de trasladarme al circuito de Motorland (Alcañiz, Aragón), estuvimos hablando de nuestras cosas en la habitación 115 del cuarto piso del Clinic de Barcelona. Lo de siempre, ya saben, trabajo, familia y, tratándose de Kike, motos, carreras y, cómo no, Marc Márquez, su último ídolo, lo que antes representaba para él su amigo del alma Manolo Santana. “Tienes que pedirle un autógrafo a Marc, me haría mucha ilusión”, llegó a decirme, mientras creía que acabaría curándose o, como poco, pudiendo volver a casa.

“¿Un autógrafo?, no, no, le grabo un video”, llegó a sugerirme Márquez cuando se lo pedi. No, no, Marc, me ha pedido un autógrafo y con eso es suficiente. Y Marc escribió “Kike, saldremos de esta todos juntos. Fuerza! Gas!”, sobre una fotografía suya, plegado en una curva.

“Te traigo un regalo”, le dije al día siguiente de la carrera, que también ganó Márquez. “La firma de Marc”, me dijo, sentado junto a su cama, seguro de que había cumplido su deseo. Cogió la foto con sus dos manos, la besó y me dijo, sin rubor ni vergüenza, “yo, Emilio, era igual de rápido que Marc”.

Lo cierto es que el tío Kike Pérez de Rozas Sáenz de Tejada, que nos ha dejado a los 88 años, era un enorme fotógrafo, tremendo amante del deporte y de la fotografía deportiva, loco por los coches y, sobre todo, las motos. Y, sí, también fue un gran aprendiz de piloto de carreras, de subidas en cuesta y demás divertimentos de su época. Poco le importaba que fuese una Montesa Impala o una Bultaco Metralla, él lo que quería era ir en moto y correr.

COCHES Y MOTOS, SU CAPRICHO

Hermano de papá Carlos, que nos dejó con solo 70 años, y de Manolo, que aún da guerra con 94 y que ahora está destrozado, desolado, Kike fue, digámoslo de alguna manera, el moderno de los tres Pérez de Rozas Sáenz de Tejada, el más lujoso de todos, en todo. Es decir, el que vivía más la vida intrépida, guapa, vistosa.

Siempre iba impecable, no paraba de cambiarse de coche (fue él quien tuvo el primer Mini Cooper con cambio de luces en un botón junto al embrague, aquel descapotable Facel Vega…) y, sobre todo, fue él quien quiso comprarse y meter en ‘La Ronda’, ya saben el piso-despacho-laboratorio de los Pérez de Rozas, en la Ronda Universidad, 23 3º 2ª, la primera cámara japonesa.

Papá, que solo trabajaba con Leica, peleó mucho para que Kike no metiese en casa “esa cámara que, seguro, tiene un japonés dentro que hace las fotos”. Papá se refería, cómo no, a la Canon y/o Nikon, las cámaras que, a partir de aquel momento en que compartieron armarios y estanterías con las míticas Leica y la impresionante Hasselblad de papá (“el Rolls Royce de las máquinas, Emilio”, decía), formaron parte de la vida de Kike “porque son más ágiles, más rápidas, más modernas”.

LOS TRES MOSQUETEROS

Kike, que formaba parte de la firma única, insustituible, intocable Pérez de Rozas (nunca nadie supo quien hizo aquella o esta foto, ¡nunca!, pues ‘La Ronda’ era Fuenteovejuna; ellos, los tres mosqueteros y el abuelo Pérez de Rozas Masdeu, el fundador de la saga, ‘D’Artagnan’), nunca discutía, jamás se peleaba con papá o con Manolo, que siempre, siempre, buscaban o la perfección o el acaloramiento porque aquella o esta fotografía había sido mal editada. Ellos, los tres, juntos, inseparables trabajaban, de sol a sol, los 365 días del año, jamás hicieron fiesta, para ‘La Vanguardia’, ‘La Solidaridad Nacional, ‘La Prensa’ y un montón de medioa. Ellos, los tres, fueron los ojos eternos de la agencia Efe, que siempre dio un eco mundial a su exquisito y periodístico material.

Nos ha dejado un señor. Un señor de la fotografía, un apasionado de la vida y alguien que convirtió su cámara en el objeto ideal para mirar, ver, inmortalizar y disfrutar de la vida a través de su visor. Kike ya está con su ‘nena’, su esposa Mamen, que se fue antes que él. Hemos perdido al predecesor de Marc Márquez, ya ven. Un tipo muy atrevido, en casi todo.

El Tanatorio de Les Corts acogerá la capilla ardiente a partir de este lunes a las 13.00 horas y el funeral será, el próximo martes, a las 10.30 horas.