"Al principio eran solo fotos de mi rostro, después en pijama, en ropa interior, hasta llegar a pedírmelas desnuda. Sabía que yo tenía 16 años, pero no era un obstáculo para él". El gurú de Patricia Aguilar, Félix Steven Manrique, obligó a la joven a grabar vídeos de "alto contenido sexual" como parte de su "proceso espiritual". Así lo ha denunciado la chica ante la Policía Nacional, dos meses después de ser rescatada por la policía peruana y su padre en la selva de San Martín de Pangoa. Este periódico ha tenido acceso a su declaración en la comisaría de Elche (Alicante), la ciudad en la que ha vuelto a vivir junto a su familia. Allí acudió la joven, que ahora tiene 19 años, el pasado 20 de septiembre y pidió cambiar la manifestación que hizo en Perú tras ser liberada, ya que entonces "continuaba manipulada y tenía miedo a represalias por parte del gurú", en prisión por trata de personas.

Durante once horas, Patricia relató a una mujer policía cómo el autoproclamado Príncipe Gurdjieff la fue "sometiendo" desde que la conoció en un grupo de Facebook, cuando ella tenía 16 años y buscaba respuestas a la muerte de su tío en un foro esotérico. "Me dijo que podía ayudarme. Empezó pidiéndome que realizara vídeos para Youtube con contenidos apocalípticos, esoterismo... Me ocupaba la mayor parte del día y de la noche, llegando a afectarme en el instituto, ya que tenía que faltar a clase porque me ponía fecha límite para terminarlos", aseguró la joven, que explicó cómo Manrique, 16 años mayor que ella, la hacía despertarse "cada dos horas" para hacer esos trabajos y llegó a recomendar a Patricia que dejara de tomar su mediación para la cardiopatía que padece porque, le decía, "era la causante del cansancio".

Le pidió que fingiera ser modelo

Entre las tareas que el gurú imponía a Patricia mientras su relación fue virtual, también estaba contactar con otras menores de edad para captarlas hacia él, según declaró la chica: "Steven me pidió que me creara una cuenta de Facebook y me hiciera pasar por una modelo de 22 años para contactar con las chicas que él me iba diciendo y ayudarlas a seguir avanzando en la iniciación". Así, bajo la amenaza de que "solo siguiendo sus instrucciones podríamos salvarnos mi familia y yo", Patricia envió mensajes a tres chicas que, como ella, eran menores de edad: dos peruanas y una española: "Con la española, me dijo que debía ganarme su confianza para pedirle fotos y vídeos de contenido sexual similares a los que yo le había enviado con la excusa de que yo, a raíz de hacerlos, había tenido un cambio espiritual que también le ocurriría a ella".

Un año y medio después de conocer por internet a Manrique, cuando Patricia se marchó de la casa de sus padres para encontrarse con él en Perú, el "control" que su "líder espiritual" tenía sobre ella era ya "absoluto": "Debía informarle en todo momento de la ropa que llevaba, del lugar donde me encontraba, lo que comía e incluso sobre mi menstruación", declaró la joven. Añadió que, cuando se quejaba a Manrique, este la vejaba con frases como: "la mujer perfecta sería muda" o "Dios me ha mandado un atajo de inútiles".

En su declaración ante la policía, que ratificó ante la jueza de Elche, Patricia explica cómo, tras instalarse en Perú, en enero de 2016, las exigencias de Manrique aumentaron: "Fuimos a su casa, donde dejé las maletas, el dinero que él me hizo cogerle a mi padre antes de marcharme como parte de mi preparación para ir con él a Perú (7.800 euros) y la documentación que me había pedido en España para contraer matrimonio. A partir de ese momento, no volví a tener acceso ni al dinero ni a la documentación".

Inyección anticonceptiva

Ese día, el gurú la trasladó a un hotel de Lima: "yo había aceptado que tener un hijo con él era necesario para la salvación, por lo que accedí a mantener relaciones sexuales. Sin embargo, al día siguiente me puso una inyección diciéndome que se trataba de un anticonceptivo y que así lo habían pedido los maestros espirituales. Me sentí mareada al instante y tuve irregularidades con mi menstruación en los meses siguientes". A partir de entonces, Patricia relata constantes traslados de domicilio hasta terminar en el zulo de la selva donde fue rescatada por su padre, Alberto, y la policía peruana año y medio después de su desaparición.

Cuando llegó a Perú, Patricia tuvo que instalarse con otras dos "esposas" peruanas de Manrique y los cuatro niños que había tenido con ellas, un grupo que el gurú dominaba a su antojo: "nos obligaba a tomar ayahuasca tanto a las mujeres como a algunos de los menores (…) Como parte de las creencias espirituales de Steven estaba el ayuno, así que los adultos y los niñas mayores de ocho años estábamos 24 horas sin comer. Durante el ayuno, solo consumíamos hojas de coca que él nos ofrecía con la excusa de que así se nos pasaría el hambre". Según la joven, estas condiciones empeoraron durante su estancia en la selva, donde "solo contábamos con plátanos y piña y, en ocasiones, algo de arroz, careciendo de agua corriente, luz, camas y baño".

La joven española detalló a la policía los castigos físicos a los que Manrique la sometía si le desobedecía, incluso cuando ya esperaba un bebé del gurú: "Me golpeaba, en ocasiones me daba bofetones o me castigaba con un látigo, estando incluso ya embarazada, siendo durante la gestación cuando más golpes he recibido".

Lo mismo ocurría con las otras dos mujeres y los niños, según apunta Patricia: "Steven golpeaba a sus hijos, unas veces con la mano, otras con una correa o un látigo. Sobre todo, pegaba a su hijo de cuatro años. En dos ocasiones también presencié cómo trató de asfixiar a una de las mujeres. A la otra mujer llegó a fracturarle un palo de madera en las piernas. Aquel día la obligó a dormir en la calle".

Según su declaración, "todo ocurría en presencia de los menores", que, al igual que ella y las otras mujeres, fueron "maltratados física y psicológicamente" por el líder del grupo, que pasaba la mayor parte del día "tumbado, durmiendo y meditando", mientras dos de sus "esposas" trabajaban doce horas diarias y Patricia cuidaba de todos los niños.

Intentó escapar

Patricia, que también denuncia haber sufrido abusos sexuales por parte de su captor, intentó escapar, sin éxito: "le dije que me iba a marchar a la comisaría para dar cuenta de las continuas agresiones y amenazas que estábamos sufriendo. Entonces, trató de cogerme del cuello y me amenazó con que si me iba le haría daño a los niños, así que decidí quedarme", declaró. La chica intentó mediar con el gurú: "Cada vez que yo le daba más importancia a los niños, él respondía: la vida de los niños no me importa".

La española denuncia que Manrique también la privó de asistencia médica durante el embarazo, poniendo en peligro su vida y la de su bebé, una niña nacida el pasado 28 de mayo. Entonces, Patricia ya vivía aislada, cuidando sola de los niños en la selva. De hecho, según su declaración, Steven impidió que recibiera ayuda en el parto "diciéndoles a los niños que cuando mi bebé naciese iban a querer matarlo, por lo que no debían dejar que se acercase nadie". El nacimiento de su última hija tampoco provocó un cambio en Manrique, según ha declarado Patricia: "Tras dar a luz, sufrí depresión y le pedí a Steven que no me dejara sola, pero hizo caso omiso alegando que donde él vivía tenia cama, agua y luz y que no pensaba quedarse".

Centrada ahora en su hija, que ya tiene cuatro meses, y en recuperarse con ayuda psicológica, Patricia teme por su seguridad y la de su familia. Por eso, concluye su declaración con un aviso a las autoridades peruanas y españolas: "Steven es una persona muy agresiva, sin ningún sentimiento hacia sus propios hijos y con un profundo desprecio hacia las mujeres. Si sale de prisión, sus víctimas estamos muertas".