Como cada año por estas fechas, los relojes se adelantan una hora -esta madrugada ha cambiado la hora y las dos el reloj a adelantado sus manecillas a las tres- lo que provocará en nuestro cuerpo "un pequeño jet lag" que desaparecerá en el 99% de los casos en unas 24 o 48 horas, aunque los niños y las personas mayores pueden que lo acusen algo más.

Lo exponen a Efe varios expertos, que coinciden en señalar que los efectos de adelantar los relojes son similares a los que se tienen por la falta de sueño, como más cansancio, irritabilidad o algo más de dificultad para concentrarse.

"Si con este cambio te acuestas a la misma hora pero te levantas antes, duermes menos y cuando estamos privados de sueño prestamos menos atención a lo que ocurre a nuestro alrededor, estamos más cansados incluso podemos tener molestias encefálicas", explica el portavoz de la Sociedad Española de Neurología (SEN), David Pérez.

Aunque el cambio es solo de una hora afecta porque, según señala Pérez, imponemos un ritmo externo a nuestro ritmo biológico.

En el mismo sentido se pronuncia la codirectora del laboratorio de Cronobiología de la Universidad de Murcia, María Ángeles Rol de Lama, quien apunta que durante un tiempo notamos los efectos de ese desajuste, que es equivalente a lo que les pasa a las personas que saltan husos horarios, y sufrimos "un pequeño jet lag".

Pero "los cambios son pequeños", añade el portavoz de la SEN, ya que en el 99 % de los casos en 24 o 48 horas desaparecen las posibles molestias, aunque a niños, personas mayores o aquellos que tiene patologías previas les puede afectar más.

Rol de Lama insiste en que los efectos duran un día por cada salto horario de una hora pero "la realidad es que los niños y los mayores tardan una semana".

Y lo hacen porque su ritmo circadiano -el de vigilia y sueño- se altera más, al igual que el de las personas que tienen patologías neurológicas, ya que éstos pacientes pueden tener insomnio con lo que cualquier cambio añadido les puede generar más estrés.

"No hablamos de un enorme impacto sobre la calidad de vida, a veces yo creo que exageramos", aclara Pérez.

Este cambio al horario de verano nos afecta más que el de invierno -cuando se retrasa una hora- porque nuestro reloj biológico tiene a retrasar, "a vivir días de más de 24 horas" y en este caso se hace lo contrario, adelantar una hora.

"Si a ti te dicen que te tienes que acostar a la una de la mañana en lugar de a las doce, no te cuesta mucho, pero si tu tendencia natural es a acostarte a las doce y te dicen que te tienes que ir a las once a dormir, por mucho que te vayas a la cama, no duermes", señala Rol de Lama.

El hecho de que el cambio se produzca en un fin de semana no necesariamente ayuda a adaptarse mejor, añade la experta, ya que el domingo la gente no suele tener muchas obligaciones y mantiene el horario anterior, sin embargo, cuando llega el lunes se da cuenta de que el despertador suena y es de noche, en lugar de día como era antes.

Con el adelanto de los relojes, las personas se "desajustan un poco con la hora solar" al exponerse a más luz por la tarde, que es la que provoca el retraso del reloj biológico y que en esta época se tienda a tener horarios más vespertinos.

Sobre este punto, el portavoz de la SEN sostiene que a más horas de luz menos prevalencia de trastornos depresivos y al revés, "por eso parece que en los países nórdicos estas patologías son más frecuentes".

¿Y cómo se pueden paliar estos "pequeños efectos" del cambio horario? pues, según Rol de Lama, "uno se ajusta más rápidamente cuanto más se expone a esa luz natural con el nuevo horario, con lo que pasar el tiempo en exteriores es bueno, ya que la luz hace de sincronizador a nuestro reloj y le ayuda a ponerse en hora de nuevo".