Con el compromiso de que hay que terminar con la discriminación que aún existe en el mundo, se inauguró ayer la Conferencia Internacional de Derechos Humanos LGTBIQ Madrid Summit, del WorldPride, a la que asisten activistas de 40 países para dar voz a los que no pueden ser libres ni hablar. El objetivo de este encuentro es elaborar un documento de conclusiones para, en palabras de Sanabria, «reflexionar juntos sobre los desafíos del colectivo LGTBIQ en un mundo que no es gay-friendly y en el que la homosexualidad es aún delito en 70 países».

Tras destacar el camino en pro de la libertad recorrido en los últimos 40 años, Mario Garcés, secretario de Estado de Asuntos Sociales, pidió a la sociedad que «no se detenga y que no baje los brazos ni un sólo día», mientras Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid, recordó que comenzó su trabajo como jurista «con la Ley de de Peligrosidad social aun vigente» en España. Una ley que hizo que muchas personas «tuvieran que renunciar a su identidad». «Sed valientes y seguid adelante», pidió a los asistentes, a los que la presidenta de la comunidad, Cristina Cifuentes, dijo que el objetivo de sus trabajos debe de ser que nadie viole los derechos del colectivo LGTBIQ «ni a título personal ni colectivo».

Durante tres días, la conferencia más grande del mundo en materia LGTBIQ será la primera en abordar la intersexualidad, la asexualidad o un acercamiento profundo entre religión y asuntos LGTBIQ, según la organización.