El papa Francisco ha realizado este viernes una visita histórica al campo de concentración nazi de Auschwitz, cerca de Cracovia, donde fueron exterminadas más de un millón de personas, y ha orado en silencio en la celda donde el sacerdote polaco Maximiliano Kolbe murió de hambre y de sed a manos de los nazis, tras ofrecer su vida a cambio de la un padre de familia.

El tributo de Francisco, en el día en que se conmemora el 75 aniversario del gesto de este sacerdote franciscano polaco, proclamado santo por Juan Pablo II en 1982, se ha iniciado poco después de las 9.00 (hora local), cuando el Papa ha atravesado la entrada del campo de concentración bajo la inscripción en hierro forjado 'Arbeit macht frei' (El trabajo os hace libres) para comenzar su recorrido silencioso por el lugar.

A su llegada ha sido recibido por el director del museo del campo y después se ha trasladado en un pequeño coche eléctrico al bloque 11, donde se encuentran las celdas subterráneas en las que se encerraban a los prisioneros para que murieran de hambre y sed.

BREVE SALUDO A SUPERVIVIENTES

Francisco ha permanecido varios minutos orando en silencio y en un profundo recogimiento en el patio donde se llamaba a los elegidos condenados a muerte y donde Kolbe se ofreció a cambio de un padre de familia que los nazis iban a asesinar.

Acto seguido, el Papa se ha alzado y, tras recorrer una corta distancia a pie, ha besado y tocado con la mano uno de los postes destinados a los fusilamientos, y después ha saludado brevemente a una docena de supervivientes polacos, judíos y gitanos, entre ellos la violonista Helena Dunicz-Niwinska, de 101 años.

LÁMPARA DE ACEITE

Después de esto, el Papa ha encendido una lámpara de aceite frente al muro en el que eran ejecutadas muchas de las personas que llegaban al campo durante aquellos años de la segunda guerra mundial (1939-1945).

Posteriormente ha accedido al edificio de ladrillo del bloque 11 de Auschwitz que alberga la celda subterránea en la que Kolbe fue asesinado, un angosto recinto donde los reos morían generalmente de inanición por lo que era conocido como "el búnker del hambre".

PUERTA ENREJADA

El espacio solo contaba con una letrina y en sus muros pueden apreciarse inscripciones con forma de cruz. Francisco ha permanecido en este lugar solo, rezando durante aproximadamente 10 minutos, en medio de una leve penumbra, sentado en una silla, cabizbajo y con la puerta enrejada abierta a sus espaldas. Frente al Pontífice, únicamente había tres cirios apagados y una pequeña ventana con barrotes, único modo de ver la luz del día para las víctimas.

El Papa ha decidido visitar en silencio el campo de concentración, al que acudieron anteriormente el papa y santo polaco Juan Pablo II (1979) y el pontífice alemán Benedicto XVI (2006).