La capital de la moda está revolucionada tras la difusión de códigos islámicos en diversas marcas de ropa femenina (de alta costura y 'low cost'). Si a principios de año Dolce & Gabbana, tradicionalmente inspirada en la sensualidad de la mujer italiana, fue la primera gran marca occidental en abordar el mercado musulmán (que mueve 230.000 millones de euros anuales) con una colección con velos, túnicas y faldas hasta los tobillos, ahora se ha apuntado también el gigante sueco H&M de moda accesible con una campaña de mujeres veladas.

No son los únicos ejemplos de esta tendencia que, en realidad, solo certificia la querencia capitalista por ocupar cualquier nicho de mercado vacante. También la firma de ropa japonesa Uniqlo ha anunciado que este mismo mes empezará a vender conjuntos con hiyab (velo islámico) en sus tiendas londinenses. En la misma ciudad, la cadena Marks & Spencer ha lanzado el 'burkini', un mono integral de baño que solo deja al aire cara, pies y manos.

"NI BANAL NI ANODINO"

Ante tal profusión de lanzamientos, esta misma semana la ministra francesa del Derecho de la Mujer, Laurence Rossignol, ha calificado de "irresponsables" a las empresas que apuestan por esta estrategia. "No puede admitirse como banal o anodino que estas grandes marcas inviertan en ese mercado", ha dicho la socialista al canal RMC.

Y es que el debate público en Francia alrededor de los guiños islámicos de la moda llega en un momento sensible, tras losrecientes atentados yihadistas de Bruselas y, antes, de París. Las opiniones sobre si los escaparates europeos deben mostrar prendas que tapan el cuerpo de la mujer son de todo tipo. Algo que no es nuevo en las calles y en los organismos públicos, pero ahora, sí, en las vitrinas de las tiendas de París y Londres con el fin de captar nuevos consumidores.

CONTROL DEL CUERPO DE LA MUJER

Pero ha sido la campaña de publicidad de H&M con fotos de modelos luciendo el velo islámico y con el eslogan 'No hay reglas en la moda' la que ha colmado el vaso del Gobierno francés, bajo el argumento de que se incita a un "control social sobre el cuerpo de las mujeres".

"Mi papel es el de ayudar a esas mujeres que quieren resistir a la influencia salafista en algunos barrios", ha comentado la ministra Rossignol. A su juicio, no se puede disociar "la ropa y el modo de vida". "Cuando las marcas invierten en el mercado de la vestimenta islámica porque les resulta lucrativo, se colocan en retirada respecto a su responsabilidad social y, desde un cierto punto de vista, promocionan ese encierro del cuerpo de las mujeres", dice.

COMUNICADO DE H&M

H&M, por supuesto, ha respondido: "Nuestras colecciones permiten a cada uno vestir su personalidad, pero no animan a elegir un modo de vida en particular". Ya el pasado septiembre, la firma lanzó una campaña de concienciación del reciclado de ropa con una modelo musulmana de 17 años, Mariah Idrissi. Era la primera musulmana con hiyab que encabezaba un anuncio de la cadena sueca.

MERCADO MILLONARIO

Dicen los expertos que la tendencia por ocupar este nicho de mercado seguirá imparable, que en tres años el mercado de la moda musulmana alcanzará se acercará a los 500.000 millones de euros. Un pastel que las marcas no se quieren perder.

En declaraciones a 'Le Parisiene', el sociólogo Frédéric Monneyron, ha subrayado que desde los años 70 las grandes firmas llevan explorando el mercado de Oriente Medio y adaptando a discreción sus colecciones.

MODISTOS ESCANDALIZADOS

Entre los pocos diseñadoras que se han mojado en este asunto peliagudo -moda, negocio y confesión- está Pierre Bergé, de 85 años, y expareja del desaparecido Yves Saint Laurent: "Estoy escandalizado. Yo, que durante 40 años estuve junto a Saint Laurent, siempre he creído que la moda existía para embellecer a las mujeres, para darles libertad y, en todo caso, no para ser cómplice de esa dictadura impuesta que hace que se esconda a la mujer". En su opinión, es lamentable que las marcas se presten a este juego solo por razones pecuniarias. "Creo que las convicciones deben ir por delante del dinero. No porque haya mujeres obligadas por sus maridos a vestirse así que hay que animarlas. Hay que enseñarlas a desvestirse, a liberarse", defiende.

A la diseñadora Agnès B. también le parece "obsceno" aprovecharse de un ámbito que "no es anodino para la imagen de la mujer". "Hacer ese tipo de vestimenta va más allá del consumo o de la moda. Es tocar la política y lo religioso", a declarado a 'Le Parisiene'.

DURA CRÍTICA EN FORMA DE HUMOR

Por su parte, el caricaturista de 'Le Monde' Plantu, el mismo que firmó uno de los icónicos dibujos tras los atentados de Bruselas, ha publicado en Twitter una viñeta con dos mujeres luciendo ropa islámica y un fajín con cartuchos de dinamita. "¿Para cuándo un cinturón explosivo?", se pregunta el humorista.