Cientos de cristianos recordaron ayer, Jueves Santo, las últimas horas de vida de Jesús, simulando el lavatorio de pies y la hora santa en Jerusalén, donde Cristo fue crucificado hace dos mil años. Las ceremonias de esta jornada santa comenzaron a primera hora con una misa en el Santo Sepulcro oficiada por el patriarca latino de Jerusalén, arzobispo Fuad Twal, quien recordó en la homilía el significado del lavado de pies. "Dejad que nuestros pies sean lavados y se conviertan en instrumentos de la misericordia de Dios", predicó. Ya por la tarde, el Cenáculo, escenario donde la tradición sitúa la Ultima Cena, acogió con su modesta capacidad a casi 200 peregrinos que este año pudieron asistir a un nuevo oficio, en el que se lavó simbólicamente los pies a 12 niños en representación de los apóstoles. La misa se ofició en varios idiomas y los asistentes se unieron en cantos religiosos y un padrenuestro que cada uno oró en su idioma.