Los máximos ejecutivos del Grupo Campofrío han garantizado el compromiso de recuperar cuanto antes, probablemente a finales del 2016, la capacidad productiva que tenía la planta de Burgos, destruida por el fuego que ayer aún permanecía activo, pero no así el 100 por cien del empleo. El director general de la multinacional, Fernando Valdés, aseguró ayer en rueda de prensa que las 60.000 toneladas al año de hasta 300 productos que fabricaba la planta volverán a elaborarse en Burgos.

La multinacional Campofrío se prepara para evitar la pérdida de cuota de mercado y Valdés recordó que "para vender hay que tener producto" y el parón obligado de la planta principal de Burgos tras el incendio, que sigue consumiendo las instalaciones, puede hacer que algunos productos comiencen a escasear en pocas semanas.

Valdés explicó que la compañía repartirá la fabricación de los productos que se elaboraban en la planta incendiada de Burgos por otras factorías hasta que esté construida una nueva a finales del 2016, en un esfuerzo para evitar que el producto de la marca deje de llegar al mercado.

En productos como chorizo, salchichas o pizzas no se producirá desabastecimiento pero en jamón cocido o pavo hay almacenaje sólo para dos semanas, con lo que se asignará esa producción a las otras ocho plantas españolas y, si es necesario, a alguna otra de las 29 europeas. El director general del grupo tiene claro que se volverá a construir una planta de Campofrío en Burgos pero todavía no sabe el lugar.

Tampoco se ha determinado todavía el coste, aunque la orientación que se maneja son los 170 millones de euros que se invirtieron en la planta incendiada. Lo que sí se adelantó es que la nueva planta debe tener capacidad para recuperar las 60.000 toneladas de producción.

En cuanto al futuro de los trabajadores, que actualmente se encuentran en situación de "licencia retribuida", en la que la compañía seguirá pagando la mayor parte del salario salvo algunos complementos ligados a la productividad o la puntualidad, ayer comenzaron las negociaciones para precisar las fórmulas que se utilizarán para que cobren algún subsidio mientras esperan la reapertura.

El presidente de la Confederación de Asociaciones Empresariales de Burgos, Miguel Angel Benavente, calculó que se verán afectadas unas cuatro mil familias, que dependían directa o indirectamente de la planta.