El Vaticano canoniza este domingo a Juan XXIII y Juan Pablo II, que subirán a los altares de la Iglesia Católica como santos. El papa emérito Benedicto XVI participará en la ceremonia de santificación de los dos papas más venerados del siglo XX.

El portavoz vaticano, Federico Lombardi, ha declarado que se prevé que acudan al acto un millón de fieles, cerca de 150 cardenales, delegaciones de 92 países, 24 jefes de Estado y Gobierno y 23 ministros. Entre los mandatarios estarán los Reyes de España y de Bélgica, además de los presidentes de Paraguay, Honduras, El Salvador, Ecuador, Albania, Croacia, y Polonia, entre otros.

Desde Polonia llegará el mayor número de fieles para asistir a la canonización de quien fue el arzobispo de Cracovia, y se espera que lleguen a la capital italiana en 1.700 autobuses, 5 trenes y 58 vuelos chárter.

'Santo súbito'

A Juan Pablo II los fieles ya le habían ascendido a los altares tras el 'santo subito' (santo ya) que resonó tras su muerte en la plaza de San Pedro en el 2005. En el caso de Juan XXIII, su causa de canonización se había ido quedando atascada en la llamada "fabrica de los santos" hasta la llegada del papa Francisco.

Los dos futuros santos están tan próximos en el tiempo que sus causas se entrelazan, hasta el punto de que el segundo, el polaco Karol Wojtyla, fue el encargado de decretar las "virtudes heroicas" y la beatificación de Angelo Roncalli.

El proceso del Papa Bueno, como se conocía a Juan XXIII, comenzó en 1965, dos años después de su muerte, mientras que el del polaco fue el mismo año de su fallecimiento, en el 2005, por deseo expreso de su sucesor, Benedicto XVI, que eliminó el requisito canónico de esperar cinco años tras la muerte para comenzar la causa.

Milagros inprescindibles

Para ser beato o bienaventurado, que implica que tiene la capacidad de ejercer de intermediario entre los cristianos y Dios, es imprescindible el testimonio de un milagro que se haya llevado a cabo gracias a su intercesión. Al papa italiano se le adjudicó en el año 2000 la curación de la religiosa italiana Caterina Capitano, que estuvo a punto de morir por una peritonitis aguda y que tras encomendarse a Juan XXIII, consiguió sobrevivir.

A Wojtyla se le atribuyeron numerosos milagros aunque para su beatificación, en el 2011 fue imprescindible el caso de la monja francesa Marie Simon Pierre, aquejada de parkinson igual que el papa polaco y cuya curación, según los médicos convocados por el Vaticano, "carece de explicación científica".

Para ser proclamados santos es requisito imprescindible un nuevo milagro que debe producirse tras su nombramiento como beatos. En el caso de Juan XXIII, el papa Francisco decretó su santidad en el 2013 pese a que aún no se había certificado ese segundo milagro. Según la Iglesia, el papa Wojtyla intercedió en la curación de Floribeth Mora Díaz, una mujer costarricense aquejada de un grave aneurisma cerebral a la que los médicos le dieron un mes de vida y que ahora asistirá a la santificación.