Una enorme avalancha se llevó ayer por delante la vida de al menos doce alpinistas nepalís que se dirigían hacia el campo 2 del Everest junto con otros 30 serpas. El accidente, uno de los más dramáticos de los últimos años, se produjo a unos 6.200 metros de altura. La numerosa cordada ascendía más o menos en grupo con el objetivo de alcanzar el campo 2 y, desde allí, empezar a colocar cuerdas fijas para las expediciones comerciales que han empezado a llegar al techo del mundo (8.848 metros), que ha abierto su temporada de ascensiones hace apenas unas semanas y que finalizará en mayo. La tragedia puede ser todavía mayor ya que cuatro serpas siguen aún desaparecidos y otros tres se encuentran hospitalizados aunque su pronóstico es muy grave. Afortunadamente, ocho montañeros lograron ser rescatados con vida por los equipos de salvamento, que contaron con la ayuda de varios helicópteros en el rescate.

Fuentes del Gobierno nepalí explicaron que el gigantesco alud sorprendió a los alpinistas justo después de superar la cascada del Kkumbu, un larguísimo tramo inestable de nieve y hielo, con infinidad de grietas (e incluso con algunos cadáveres a la vista, imposible de ser recuperados por las malas condiciones del terreno). El accidente, el primero de la temporada en el Everest, vuelve a abrir el eterno debate de la inevitable masificación de esta montaña, objeto de deseo para miles y miles de escaladores de todo el mundo, algunos con poca o ninguna experiencia a gran altura, que no dudan en pagar grandes cantidades de dinero para que las agencias que organizan expediciones les lleven (en algunos casos, de forma literal) hasta la cumbre.

AGLOMERACIONES Tal aglomeración de gente en el campo base, que algunos años ha sobrepasado las 1.500 personas, ha motivado que el Gobierno de Nepal haya instaurado este año unas patrullas de vigilancia, formadas por policías y soldados, en la zona de acampada. El objetivo es evitar disputas, a menudo habituales, entre las distintas expediciones y también entre los alpinistas occidentales y los serpas y guías nepalíes.

Otro de los problemas de la masificación en el Everest afecta al tramo final de la cumbre, el conocido Escalón Hillary, a 8.790 metros, donde se forman cuellos de botella por la aglomeración de alpinistas, generando situaciones muy peligrosas. Por ello, esta temporada se había previsto instalar dos escaleras metálicas para facilitar el ascenso y descenso de este sinuoso y complicado paso justo antes de la cima.