El Papa Francisco se ha salido con la suya, al menos de momento. No se trasladará a vivir en los apartamentos papales del Palacio Apostólico, porque prefiere estar en medio de los sacerdotes en la residencia vaticana de Santa Marta, de 122 habitaciones y equivalente a un hotel de entre tres y cuatro estrellas. Sus clientes habituales son unos 50 funcionarios de la curia, el Gobierno central de la Iglesia católica, así como obispos y cardenales de paso por Roma, y allí residieron también los electores del Papa durante el reciente cónclave.

El gesto se inserta en la ya larga lista de decisiones más o menos conocidas que desde el día de su elección ha tomado el Papa para estar más cerca de la gente, abandonando la solemne parafernalia que rodeaba a sus predecesores. Una actitud que ahonda en la desacralización de la figura del pontífice que supuso la renuncia de Benedicto XVI, y tal vez un presagio de las reformas de más calado que pidieron sus electores y que deberían empezar a concretarse después de la Pascua con la elección del secretario de Estado, su primer ministro. Aunque el nombramiento puede aplazarse un poco más si, como se rumorea en el Vaticano, va paralelo a una reforma de la propia Secretaría de Estado, incorporándole una especie de consejo formado por obispos de todo el mundo.

"No se muda de Santa Marta, al menos por ahora, porque piensa vivir de una manera normal", puntualizó ayer el portavoz vaticano, Federico Lombardi, dando a entender que el papa argentino, acostumbrado a la calle, no tiene intención de encerrarse en la jaula dorada de los apartamentos pontificios. Federico Lombardi precisó que el Papa prefiere "esta forma de alojamiento sencillo y en convivencia con otros sacerdotes y obispos". La decisión no debe de haber gustado a todos en el Vaticano, porque en días pasados se objetó al Papa que a la residencia debían volver los funcionarios que allí moran habitualmente. "Estoy acostumbrado a vivir con mis curas", respondió el Papa.

Francisco anunció la decisión durante la misa de la mañana, a la que en estos días asisten distintos colectivos del Vaticano. "Les ha dado a entender que tiene intención de permanecer con ellos, al menos por algún tiempo", dijo Lombardi, que añadió: "Se trata de un momento de inserción y experimentación, si así puede decirse. Respetamos su decisión, a pesar de que los apartamentos pontificios están listos".

Dichos apartamentos constan de unos 10 ambientes, algunos de ellos solemnes salones de representación de un jefe de Estado. En la parte más restringida, el piso papal incluye un dormitorio, comedor, cocina, biblioteca (desde la que cada domingo el papa se asoma al balcón para el ángelus), enfermería y lavadero.

"Demasiado grande para mí. Aquí caben 300 personas", había dicho el papa Bergoglio cuando visitó por primera vez las estancias.